Los sofismas de Vicente Núñez



Foto de Tejederas (El País)
Vicente Núñez (Aguilar de la Frontera, Córdoba, 1926 - 2002) empezó a publicar sus peculiares 'sofismas' en octubre de 1987, y siguió haciéndolo prácticamente hasta su muerte en las páginas de los periódicos Córdoba y El Correo de Andalucía. Según indica Miguel Casado, "se trata de tiradas breves, que recogen en cada caso ocho o diez frases, sin una especial ordenación ni alguna clase de afinidad temática". Estos sofismas se recogieron en volumen en varias ocasiones: Sofisma (1994), Entimema (1997) o Sorites (2000). El propio Casado publicó la antología Nuevos sofismas (Germania, Alzira, 2001), en la cual agrupaba los aforismos por temas, a modo de diccionario extravagante; con ello muchas de las anotaciones se iluminaban entre sí, logrando una apariencia sistemática que tal vez no había buscado conscientemente el autor (lo cual no significa que no existiera). En El Aforista compartimos algunos de los aforismos de este libro que más nos han llamado la atención.


Todos los idiomas se estrellan contra la afasia originaria.


El alma sólo aspira a ser encarnada. Para errar.


Sin amor no se sabe leer.


Has andado porque no has hendido.


La cortesía máxima es la ausencia.


Qué horrendas son las ciudades bellas cuando hay que ir a ellas necesariamente.


Lo breve es la longitud eficaz.


El camino que insinúa nunca es el camino que perpetúa.


Quien construye casa, levanta ruina.


Ir acertando es ir desposeyéndose de cualquier certeza previa.


El habla es el enemigo de la comunicación.


La primera derrota es ya invencible.


Lo que no se oculta se hace indeseable.


¿A qué duda aspira todavía mi certeza?


Más que hablando, el embustero miente oyendo.


Lo enemigo es lo próximo; la amistad, lo distante.


La inteligencia no tiene más que una respuesta: el enigma.


Si no aprendo a errar, no aprenderé a ser.


Cuando escribo es porque ya he aniquilado todas mis posibilidades de expresión.


Todas las esperanzas tienen anhelos de pasado.


Sólo se está allí donde no se es.


Sé sobrio en el exceso y excesivo en la sobriedad.


El retroceso es el futuro del origen.


Sólo puede hablarse con el silencio de los demás.


En el hacer está la siega del ser.


Amar es hallar en cada momento una hora que los demás no encuentran.


Sólo se huye de lo que no se puede abandonar.


Ir es separarse.


¿Por qué la mentira es siempre más juvenil que la verdad?


¡Qué sabe del viento una veleta si nunca ha sido árbol!


Si no es de milagro, no se vive.


Ver, para que no nos miren; mirar, para que no nos vean.


Cuando se tiene más de lo que se es, se es menos de lo que se tiene.


Una arruga nunca es sospechosa por sí misma, sino por lo que no termina de dibujar del todo.


Más que una atmósfera, la soledad es una víscera.


Ciertas menudencias: ese es el secreto.


He depositado en la rutina diaria todo mi afán revolucionario.


Vivir bien es equivocarse bien.


Lo que en el lenguaje habla es lo opaco del ser.


Libertad es adecuarse al don.


Qué inseguro del mundo hay que estar para recurrir al lenguaje.


No veo horizontes si no tengo límites.


La literatura es caos, guisar caos.


Sólo la literatura es capaz de otorgar el sí al no.


La memoria es la prostituta del recuerdo.


Cuando la mentira no es leña la verdad se niega a arder.


Morirse es no haber sido irreal.