Sergio García: Hacerse el muerto


Sergio García nacíó en 1974 en Santa Cruz de Tenerife, ciudad donde, según sus propias palabras, "cuando puedo, ejerzo la abogacía. Hace algunos años publiqué unos pocos poemas en revistas digitales. En 2013 tuve la suerte de que me fuera concedido el I Premio Internacional José Bergamín de Aforismos por mi obra Dar que pensar que, por el momento, es mi único libro publicado". En esta selección de aforismos inéditos, amablemente cedida por el autor en primicia a El Aforista, descubrimos a un autor con un dominio absoluto de la técnica aforística, que entronca directamente con la gran tradición del género en lo que tiene, a partes más o menos iguales, de denuncia de la hipocresía social, de amarga constatación de nuestra triste condición humana y, también, de celebración del pequeño reducto que nos queda, a todos, de felicidad y libertad en nuestras estrechas y famélicas vidas.


Pasado un tiempo, el amor puede convertirse en una maravillosa decepción.


Hay libros que te dejan desnudo ante tu íntima multitud.


La amistad verdadera nunca está gravada con el tributo de la reciprocidad.


El azar es tan generoso que a veces pone una frase inteligente en la boca de un necio.


A algunos sus fantasmas les hacen una imprescindible compañía.


La libertad de expresión es absoluta mientras no se tope con las vacas sagradas.


Es triste protegerse de una caricia.


La sinceridad, para que no duela, hay que entregarla con guantes de seda.


Hay días que se nos mueren en su propio parto.


Creer en el destino conlleva la egolatría de pensar que un libro se ha escrito exclusivamente para nosotros.


Para sobrevivir hay que saber interpretar todos los personajes de la comedia humana.


La venganza es un plato que se sirve podrido.


A veces conviene pasar un rato estimulante en la boca del lobo.


La vida le asustaba tanto que optó por hacerse el muerto.


La falta de ética también consiste en abaratar sus costes.


Cuando caes al abismo muchos extienden sus manos solo para taparse los ojos.


Uno será dueño de lo que calla pero no puede evitar que los demás se lo roben.


Algunos quieren hacer la revolución sin percatarse de que también serían decapitados.


Hay palabras que se quedan en la punta de la lengua por temor a lanzarse al vacío.


En toda reunión siempre comparece un sepulturero de ilusiones ajenas.


Todos somos de carne y hueso, excepto el prójimo.


Cuida las cenizas de tu amor: son las semillas del siguiente.


Hoy he visto a un enjambre de moscas hambrientas sobrevolando el hedor de un chisme.


Hay portazos tan estremecedores que derriban nuestros cimientos.


Cuando abrazamos muy fuerte a la libertad corremos el riesgo de estrangularla.


Por toda patria, la tierra de nadie.



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