Catalán y la quemante luz de la verdad


Foto de Fermín Juan
Miguel Catalán (Valencia, 1958) es doctor en Filosofía y profesor de Pensamiento Política de la Universidad UCH-CEU. Es autor de casi una treintena de libros. Su obra bascula entre el pensamiento breve, del que son buena muestra sus libros El sol de medianoche y La nada griega, y un vasto tratado sobre la falsedad y el engaño titulado Seudología. De esta última obra en marcha que ha obtenido diversos premios de investigación se han publicado hasta el momento cuatro volúmenes: El prestigio de la lejanía (2004), Antropología de la mentira (2007), Anatomía del secreto (2008) y La creación burlada (2012). En esta primavera de 2015 la editorial Siruela publicará el volumen V de Seudología, La simulación del mundo, y Verbum hará lo propio con el volumen VI, Ética de la verdad y de la mentira, que obtuvo recientemente el V Premio Juan Andrés de Ensayo e Investigación en Ciencias Humanas. La selección de los aforismos de Catalán que presentamos aquí ha sido realizada por el propio autor, a partir de su último libro editado, La ventana invertida (Trea, Gijón, 2014).


El escaparate es una ventana invertida.


Descubrimiento por hacer: Una humanidad cada vez más tonta debido al creciente valor supervivencial de la ilusión y la ignorancia.


La corona de espinas es una corona de rosas dejado pasar el tiempo.


El artista sólo hace algo cuando aspira a lo imposible.


La criminalización de la víctima es la primera astucia de la conciencia culpable.


Siempre fue una mujer muy coqueta. Se estuvo quitando años hasta llegar a los ochenta; a partir de entonces, empezó a añadírselos.


Hace quinientos años que no creemos en los milagros, trescientos que no creemos en las brujas y cien que no creemos en los fantasmas. Sólo nos faltan cien años más para dejar de creer en los expertos.


La quemante luz de la verdad.


Los peligros del cortejo acrobático.


Celos: envidia de amor


Ella ama a Mozart con tal devoción que cualquier otro compositor le parece prematuro o bien tardío. Ni siquiera está segura de querer ir al Cielo porque no acaba de fiarse del gusto musical de Dios.


Uno se come más a gusto la pata de un conejo cuando piensa que es una pierna irracional.


La identidad no existe en el tiempo y el espacio, sino sólo en el fabuloso reino de la lógica. En el mundo de la experiencia sólo existen las grandes y pequeñas diferencias.


MOLTO VIVACE. ¿Adónde va tan deprisa la música militar? A la muerte súbita.


Las malas imitaciones son ridículas. Las buenas, siniestras.



 La ventana invertida