Eliana Dukelsky: la lengua es nuestro espejo


Eliana Dukelsky nació en Buenos Aires en 1982. Tras residir algún tiempo en Francia, llegó aun siendo niña a España, donde ha pasado la mayor parte de su vida. La autora es licenciada en Comunicación Audiovisual, en Teoría de la Literatura y Literatura Comparada, y posee un Máster de Español como Segunda Lengua. Ha ejercido la docencia en escuelas como profesora de español y literatura, y actualmente trabaja como tutora en un máster de ELE. El Aforista presenta un avance de su primer libro de aforismos, La lengua o el espejo, merecedor del II Premio Internacional de Aforismos José Bergamín, en una selección realizada por la propia autora.


Esa mujer camina ladeada por un pensamiento.


Algunos pueblan su identidad de forma espontánea; otros minuciosamente, como se decoran los espacios de una casa; y siempre hay quienes se pasan la vida despoblándola.


Los narcisos desean quererse y solo consiguen desearse.


A veces al pensamiento se le atraganta una cotorra.


La gente, en general, debe aprender a vivir con el dolor. Los neuróticos, en cambio, debemos aprender a sobrellevar la felicidad.


Algunos hombres quedan atrapados por su primera sombra.


El miedo solo mira en una dirección; si mirase a los lados, se evaporaría.


Codiciamos el tiempo de la ficción en la vida real.


Ojalá existieran casas de música que afinaran a las personas.


A veces en la intimidad de la pareja nacen gestos, palabras, comportamientos de animal tierno. Será el recuerdo sosegado de la naturaleza.


El colmo del espejo: ser perfecto incluso en la dosificación de la imperfección.


El cigarro es la dosis de muerte necesaria de los ansiosos.


Errores pasados que se cruzan como relámpagos y estremecen la vergüenza.


El disfraz es más pesado que la carga que se quiere ocultar.


Más que en atriles, la ideología política se descubre en las actitudes domésticas.


Haciendo el amor cerramos los interrogantes, uno a uno, como las piezas de un laberinto.


Hay quien se pregunta si la verdad está en la lengua o en el espacio de los espejos, pero: ¿acaso no es la lengua un espejo?


Huimos de los yoes que guardamos para nosotros mismos.


De pronto, le asaltó una cotidianidad por la espalda.


El tiempo nos ajusta.