Convivir con lo inestable


José Luis Trullo.- Los libros de aforismos suelen oscilar entre dos grandes categorías: la del diario camuflado (lo que los vuelve encantadoramente dispersos y heterogéneos, por la propia dinámica de su creación) y la de la colección de grandes éxitos del autor (lo que les confiere cierto aire artificioso y declamatorio, casi de testamento intelectual). No es este el caso de La lengua o el espejo, la obra con la que Eliana Dukelsky (Buenos Aires, 1982) se hizo merecedora del II Premio Internacional de Aforismos José Bergamín, y que ahora publica la editorial granadina Cuadernos del Vigía -convocante también de dicho certamen literario- en su magnífica colección consagrada al género más breve.

Como digo, La lengua o el espejo no es un libro de aforismos al uso. Ello lo percibe enseguida el lector cuando, a diferencia de otros títulos, no puede soltar el libro tras la amena lectura de una docena de páginas, por miedo a saturarse. Por el contrario, la impresión (completamente subjetiva, como cualquier impresión) es la de haber emprendido un viaje junto a la autora, y estar recorriéndolo, de nuevo, junto a ella, en una suerte de travesía submarina de la cual, de un modo u otro, intuye que va a emerger renovado, purificado en cierto sentido. Y es que el propio libro se anuncia, puede que sin proponérselo, como una catarsis: "Terapia: llenarse de sombras, asombrarse, iluminarse".

Que esto puede ser así se hace evidente hacia el último tercio del libro. Y es que, puntada a puntada, la lectura -como eco fiel de una escritura atenta y una composición perfectamente organizada, aun incluso en un plano intuitivo, o incluso inconsciente- empieza a descubrir que subyace un tapiz coherente tras la siempre dispersa apariencia de un volumen de aforismos. Contra la vocación centrífuga de éstos, La lengua o el espejo despliega una consistente capacidad centrípeta: y es esa, quizás, la que está conduciendo al lector durante todo el viaje que, ahora sí, asume que está compartiendo con la autora, junto a la que quiere llegar hasta el final.

Bien. Concluida la travesía con éxito, ¿a qué conclusiones, todo y que parciales, creemos que hemos llegado? ¿Cuál es el botín?

En esencia, el libro podría considerarse, utilizando una imagen garto gráfica, un catálogo de las estrías que han quedado sobre un cuerpo que ha adelgazado bruscamente. Una suerte de mapa de constataciones, de renuncias y de aceptaciones de las cuales uno ha de salir, necesariamente, más sabio. Pues sabio es quien acepta, como límite irrebasable, la otredad (la ajena: "Imposibilidad de conocer al otro desde el otro. Humildad que supone conocer al otro desde el uno", pero también la propia: "A veces las palabras hinchan nuestros sentimientos volviéndolos ajenos"); como un valor en sí mismo, la perplejidad que nos inspira el asumir lo que la vida y las personas tenemos de impredecible ("Madurar: convivir con lo inestable"), frágil, y hasta confuso. Pero, gracias al ejercicio de humildad que implica aceptar los propios límites y respetar los del otro (y los de lo otro), podemos alcanzar un nivel superior de conocimiento, casi una redención: "Es en la aceptación donde nos salvamos".

Esto es, para quien esto firma, La lengua o el espejo: un libro valiente (tras su pudorosa dicción) en el cual la autora ha entregado parte de sí, como una inmolación necesaria para acometer, ahora sí, la creación de nuevos libros de aforismos... los cuales sin duda han de atesorar la destreza compositiva de éste, pero que por fuerza no poseerán el nivel de entrega, incluso de sacrificio, que testimonia La lengua o el espejo, a todas luces un excelente, magnífico bautismo literario.


E. Dukelsky, La lengua o el espejo. Cuadernos del Vigía, Granada, 2015. 58 páginas.



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Aforistas españoles vivos

Como un suculento y nutricio menú degustación ha sido mi lectura de este Aforistas españoles vivos que Libros al Albur ha puesto al alcance de los lectores aficionados al género. Un espléndido menú de once platos sabiamente combinados en los que, en variadas dosis y tiempos de cocción, y picando de aquí de y de allá, se paladean todos los sabores conocidos, si bien, al menos para quien esto suscribe y acaso producto de los tiempos que corren, lo ácido y lo amargo se llevan la palma.



De los aforismos de Lichtenberg, que tradicionalmente han conocido una excelente acogida en el mercado editorial español, existen tres ediciones distintas, publicadas por Edhasa, Cátedra y Fondo de Cultura Económica. Este volumen publicado por Hermida Editores, el primero de la obra completa que ahora se publica en traducción de Carlos Fortea y prólogo de Jaime Fernández, recoge los tres primeros cuadernos según la edición canónica publicada en alemán, con lo cual nos encontramos ante una novedad de importancia dentro del género en español.



Los Aforismos de Oscar Wilde que recopila Gabril Insausti en esta edición recientemente editada por Renacimiento, dentro de la magnífica colección A la mínima dirigida por Manuel Neila, suponen una magnífica demostración del inmenso talento del autor para el género más brave. Se trata, en su mayoría, de frases entresacadas de sus propias obras, que avalan la capacidad sintética, incluso sentenciosa, del irlandés.


Ilusión y verdad del arte, de Nietzsche

Ilusión y verdad del arte es una antología de pensamientos de Friedrich Nietzsche en torno al tema de la ilusión y la autenticidad en el arte. Escogidos, traducidos y prologados por Miguel Catalán, dan una visión panorámica de las ideas del filósofo alemán sobre la función y el sentido del arte en la vida humana. Aunque el orden de los textos es temático y no temporal, por estas páginas van pasando ante los ojos del lector las distintas fases del pensamiento de Nietzsche hasta los casi desconocidos fragmentos póstumos.



Reflexiones del señor Z. no es un libro de aforismos, en el sentido clásico del término: sus 259 textos, más o menos breves todos ellos, encajan mal con la aspiración más o menos moral, más o menos sapiencial, del lapidario género más breve. Aquí, unos llevan a otros, como cuentas distintas de un mismo collar. Reflexiones del señor Z. tampoco es un libro de microrrelatos, entendidos como lentejuelas narrativas que brillan un momento, cuando incide sobre ellas la luz de la lectura, y luego se apaga. En este caso, la luz rebota y va dando saltos, sin encontrar un posadero al final.



La ventana invertida, del filósofo y mago Miguel Catalán, no es su primer libro. Ni es el primer libro suyo que leo. A Catalán, como a mí, le gusta lo breve. Seguramente, al igual que yo, lo ha leído todo. Sin duda es un lector exhaustivo, pero se queda con lo nuclear, lo contundente, lo esencial. Y todo ello le inspira lo propio. Esta “ventada invertida” lo presupone. Se nota que tiene un gran dominio de la concisión, al menos para expresar sus pensamientos por escrito. Y yo se lo agradezco profundamente. Esta ventana suya nos ofrece las reflexiones que se hace a sí mismo sobre su entorno más interno y externo.


La cruel certeza de Pérez Antolín

El aforismo goza de plena salud. Como género literario, ofrece una fórmula reflexiva, provocadora, asertiva que, pese a los interrogantes que es susceptible de abrir, da seguridad, pues proporciona una racionalidad que persigue poner en orden el mundo. Y el nuevo libro de Mario Pérez Antolín, La más cruel de las certezas, es un buen ejemplo de la actualidad del aforismo y de su eficacia como medio de expresar una racionalidad frente al desorden.



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