Amiel: el orgullo del desánimo


Pocos escritores son conocidos y reconocidos por una sola obra que, además, no fue creada pensando en su publicación, sino para la libre y secreta expresión de su autor. El suizo Henri-Frédéric Amiel (1821-1881) es uno de ellos. Las diecisiete mil páginas en doce volúmenes de su Diario íntimo, escrito entre 1839 y 1881, fue publicado sólo póstumamente en un epítome de quinientas páginas y dos volúmenes por su amigo Edmond Schérer (1884). Esta obra, en versiones más o menos incompletas, dio a su autor fama en toda Europa y ejerció influencia sobre otros autores que cultivaron el género, como Tolstoi. Empezó a escribirlo atormentado "por la eterna desproporción entre la vida soñada y la vida real" y armado de un bisturí crítico despiadado, que ejerció con la obsesión de conocerse a sí mismo hasta el masoquismo. "Nada se parece tanto al orgullo como el desánimo", escribió. Su Diario obtuvo una simpatía que el autor no halló en vida. El Aforista publica una brevísima muestra del Diario de Amiel, donde se plasma su capacidad para la expresión aforística inserta en el decurso de un texto de mayor recorrido.



Dime lo que crees ser y te diré lo que no eres.



El amor es el olvido del yo.



El cielo, el infierno y el mundo entero, está en nosotros.



El destino puede seguir dos caminos para causar nuestra ruina: rehusarnos el cumplimiento de nuestros deseos y cumplirlos plenamente.



El hombre que pretende verlo todo con claridad antes de decidir nunca decide.



El hombre se eleva por la inteligencia, pero no es hombre más que por el corazón.



El tiempo no es sino el espacio entre nuestros recuerdos.



El misterio nos asedia, y justamente lo que vemos y hacemos todos los días es lo que oculta la mayor suma de misterios.



Hacer con soltura lo que es difícil a los demás, he ahí la señal del talento; hacer lo que es imposible al talento, he ahí el signo del genio.



La crítica convertida en sistema es la negación del conocimiento y de la verdadera estimación de las cosas.



La divagación es el domingo del pensamiento.



La inconstancia lo echa todo a perder- ella no deja que ninguna semiente germine.



La verdadera humildad consiste en estar satisfecho.



La vida es un aprendizaje de renunciamiento progresivo, de continua limitación de nuestras pretensiones, de nuestras esperanzas, de nuestra fuerza, de nuestra libertad.



La vida no es más que un tejido de hábitos.



Mira dos veces para ver lo justo. No mires más que una vez para ver lo bello.



No creo que ningún placer que podamos obtener de nuestras emociones llegue a igualar esos momentos de paz silenciosa que son atisbos de los gozos del paraíso...Se siente una armonía interior libre de la más mínima agitación o tensión. En esos momentos el estado del alma es solemne, semejante quizá a su condición más allá de la tumba. Se trata de felicidad, según entienden los orientales, la felicidad del eremita que se halla libre de deseo y conflicto, y que sencillamente adora en plenitud de dicha...



Cuando mi amigo está infeliz, voy a su encuentro; cuando está feliz, espero que me encuentre.



No niego los derechos de la democracia; pero no me hago ilusiones respecto al uso que se hará de esos derechos mientras escasee la sabiduría y abunde el orgullo.



¿Qué es un espíritu cultivado? Es el que puede mirar las cosas desde muchos puntos de vista.



Se entiende a las mujeres como se entiende el lenguaje de los pájaros: por intuición o de ninguna manera.



Si existe algún conflicto entre el mundo natural y el moral, entre la realidad y la conciencia, la conciencia es la que debe llevar la razón.



Sin pasión, el hombre sólo es una fuerza latente que espera una posibilidad, como el pedernal el choque del hierro, para lanzar chispas de luz.



Toda necesidad se calma y todo vicio crece con la satisfacción.



Un error es tanto más peligroso cuanta más cantidad de verdad contenga.



Una manera laboriosa de no ser nada, es serlo todo; de no querer nada, es quererlo todo.



Vivimos mientras nos renovamos.



 aforistas.com




Aforistas españoles vivos

Como un suculento y nutricio menú degustación ha sido mi lectura de este Aforistas españoles vivos que Libros al Albur ha puesto al alcance de los lectores aficionados al género. Un espléndido menú de once platos sabiamente combinados en los que, en variadas dosis y tiempos de cocción, y picando de aquí de y de allá, se paladean todos los sabores conocidos, si bien, al menos para quien esto suscribe y acaso producto de los tiempos que corren, lo ácido y lo amargo se llevan la palma.


Los Cuadernos de Lichtenberg

De los aforismos de Lichtenberg, que tradicionalmente han conocido una excelente acogida en el mercado editorial español, existen tres ediciones distintas, publicadas por Edhasa, Cátedra y Fondo de Cultura Económica. Este volumen publicado por Hermida Editores, el primero de la obra completa que ahora se publica en traducción de Carlos Fortea y prólogo de Jaime Fernández, recoge los tres primeros cuadernos según la edición canónica publicada en alemán, con lo cual nos encontramos ante una novedad de importancia dentro del género en español.


Aforismos de Óscar Wilde

Los Aforismos de Oscar Wilde que recopila Gabril Insausti en esta edición recientemente editada por Renacimiento, dentro de la magnífica colección A la mínima dirigida por Manuel Neila, suponen una magnífica demostración del inmenso talento del autor para el género más brave. Se trata, en su mayoría, de frases entresacadas de sus propias obras, que avalan la capacidad sintética, incluso sentenciosa, del irlandés.


Ilusión y verdad del arte, de Nietzsche

Ilusión y verdad del arte es una antología de pensamientos de Friedrich Nietzsche en torno al tema de la ilusión y la autenticidad en el arte. Escogidos, traducidos y prologados por Miguel Catalán, dan una visión panorámica de las ideas del filósofo alemán sobre la función y el sentido del arte en la vida humana. Aunque el orden de los textos es temático y no temporal, por estas páginas van pasando ante los ojos del lector las distintas fases del pensamiento de Nietzsche hasta los casi desconocidos fragmentos póstumos.


Reflexiones del señor X., de Enzensberger

Reflexiones del señor Z. no es un libro de aforismos, en el sentido clásico del término: sus 259 textos, más o menos breves todos ellos, encajan mal con la aspiración más o menos moral, más o menos sapiencial, del lapidario género más breve. Aquí, unos llevan a otros, como cuentas distintas de un mismo collar. Reflexiones del señor Z. tampoco es un libro de microrrelatos, entendidos como lentejuelas narrativas que brillan un momento, cuando incide sobre ellas la luz de la lectura, y luego se apaga. En este caso, la luz rebota y va dando saltos, sin encontrar un posadero al final.


La ventana invertida, de Miguel Catalán

La ventana invertida, del filósofo y mago Miguel Catalán, no es su primer libro. Ni es el primer libro suyo que leo. A Catalán, como a mí, le gusta lo breve. Seguramente, al igual que yo, lo ha leído todo. Sin duda es un lector exhaustivo, pero se queda con lo nuclear, lo contundente, lo esencial. Y todo ello le inspira lo propio. Esta “ventada invertida” lo presupone. Se nota que tiene un gran dominio de la concisión, al menos para expresar sus pensamientos por escrito. Y yo se lo agradezco profundamente. Esta ventana suya nos ofrece las reflexiones que se hace a sí mismo sobre su entorno más interno y externo.



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