Las aforísticas charlas de Ramón y Cajal


Aparte de eminente científico, Santiago Ramón y Cajal estaba dotado de un notable talento literario, que se plasmó en distintos textos y, en especial, en su excepcional autobiografía. Otras obras literarias suyas son Cuentos de vacaciones o El mundo visto a los ochenta años. Sin embargo, entre todas ellas destaca con fuerza Charlas de café (pensamientos, anécdotas y confidencias), libro publicado en 1920 como Chácharas de café, un libro de máximas y aforismos, muy popular como demuestran las diez ediciones que ya había alcanzado en 1978. En el prólogo de la primera edición, advertía el autor contra quienes quisieran buscar en el volumen alguna suerte de verdad dogmática, calificándolo como "colección de fantasías, divagaciones, comentarios y juicios, ora serios, ora jocosos" en los cuales no trata de "sentar doctrina". Aun así, no se priva de pronunciarse sobre multitud de materias -organizadas temáticamente, a imitación de los grandes moralistas-, algunas de estricta actualidad, en un tono similar a los de los maestros del aforismo moderno (La Bruyère al frente). Aunque el volumen no está compuesto sólo de aforismos, creemos que en este campo el autor brilla de manera contundente, acertando con un estilo inteligente y bien modulado. La selección que presentamos permite corroborar que ciencias y letras no tiene por qué estar enfrentadas.


¡Mis contradicciones! ¡Ojalá fueran mayores! Ello sería indicio de flexibilidad y pujanza.


Así como hay hombres consagrados de por vida a la defensa de una sola verdad, hay otros votados a un solo error.


Varío, luego existo.


Somos tan ególatras que, cuando leemos, no buscamos en el texto al autor, sino a nosotros mismos. Admiramos solamente los pensamientos que coinciden con nosotros mismos, o que se incorporan fácilmente a las doctrinas asimiladas durante la juventud.


Seremos olvidados. Si, andando el tiempo, algún curioso ratón de biblioteca nos descubre, prestándonos fugaz actualidad, será para justificar pedantemente nuestro olvido.


Una severa autocrítica constituye el severo don del pensador. ¡Nada de embriagarse con el propio vino, bueno o malo! Ni imitemos la credulidad confiada de la gallinácea que incuba con la misma formalidad un huevo fecundo que un huevo de mármol.


Apártate progresivamente -sin rupturas violentas- del amigo para quien representas un medio en vez de un fin.


¿Qué sería el hombre descrito por el mono? Probablemente un caso deplorable de degeneración, caracterizada por las manías contagiosas de hablar, de pensar y de creer.


¿Alardeas de carecer de enemigos? Veo que te calumnias. ¿Es que jamás dijiste a nadie la verdad ni realizaste un acto de justicia?


No creeré en la emancipación política de la mujer mientras no la vea emanciparse primero de la tiranía del modisto.


Jamás ha existido nación fuerte que no haya abusado de su fuerza.


Los débiles sucumben, no por ser débiles, sino por ignorar que lo son. Lo mismo les sucede a las naciones.


La lucha milenaria entre el microbio y el hombre se reduce a esta sencilla cuestión: ¿quién domestica a quién?


Quien todo lo manosea, todo lo mancha.


El mejor libro sería aquel que las circunstancias o el medio social impidieron escribir. ¡Qué admirable y originalísima biblioteca, así en lo filosófico como en lo literario, atesoraría nuestra Patria reuniendo los libros que nuestros ingenios clásicos y aun contemporáneos no osaron lanzar a la publicidad!


Se ha dicho hartas veces que el negocio es el dinero de los más. De igual modo podría afirmarse que el poder y la felicidad son el infortunio y la angustia del prójimo.


Mientras nuestro cerebro sea un arcado, el Universo, reflejo de su estructura, será también un misterio.


Mirando las cosas desde el lado zoológico, sólo hay en la Naturaleza una muerte feliz: la de la Efímera, que cae como fulminada en un espasmo de amor.


La gloria no es otra cosa que un olvido aplazado.


¿Analizas el amor? Luego ya no lo sientes. Como el anatómico, los grandes definidores de esta pasión sólo disecan cadáveres.


Quien desee conservar incólumes las brillantes facetas de su espíritu, recójase prontamente en el remanso de la soledad, tan propicio a la actividad creadora.


Nos desdeñamos u odiamos porque no nos comprendemos. Y no nos comprendemos porque no nos tomamos el trabajo de estudiarnos.


Razonar y convencer, ¡qué difícil, largo y trabajoso! ¿Sugestionar? ¡Qué fácil, rápido y barato!




 aforistas.com



Aforistas españoles vivos

Como un suculento y nutricio menú degustación ha sido mi lectura de este Aforistas españoles vivos que Libros al Albur ha puesto al alcance de los lectores aficionados al género. Un espléndido menú de once platos sabiamente combinados en los que, en variadas dosis y tiempos de cocción, y picando de aquí de y de allá, se paladean todos los sabores conocidos, si bien, al menos para quien esto suscribe y acaso producto de los tiempos que corren, lo ácido y lo amargo se llevan la palma.



De los aforismos de Lichtenberg, que tradicionalmente han conocido una excelente acogida en el mercado editorial español, existen tres ediciones distintas, publicadas por Edhasa, Cátedra y Fondo de Cultura Económica. Este volumen publicado por Hermida Editores, el primero de la obra completa que ahora se publica en traducción de Carlos Fortea y prólogo de Jaime Fernández, recoge los tres primeros cuadernos según la edición canónica publicada en alemán, con lo cual nos encontramos ante una novedad de importancia dentro del género en español.



Los Aforismos de Oscar Wilde que recopila Gabril Insausti en esta edición recientemente editada por Renacimiento, dentro de la magnífica colección A la mínima dirigida por Manuel Neila, suponen una magnífica demostración del inmenso talento del autor para el género más brave. Se trata, en su mayoría, de frases entresacadas de sus propias obras, que avalan la capacidad sintética, incluso sentenciosa, del irlandés.


Ilusión y verdad del arte, de Nietzsche

Ilusión y verdad del arte es una antología de pensamientos de Friedrich Nietzsche en torno al tema de la ilusión y la autenticidad en el arte. Escogidos, traducidos y prologados por Miguel Catalán, dan una visión panorámica de las ideas del filósofo alemán sobre la función y el sentido del arte en la vida humana. Aunque el orden de los textos es temático y no temporal, por estas páginas van pasando ante los ojos del lector las distintas fases del pensamiento de Nietzsche hasta los casi desconocidos fragmentos póstumos.



Reflexiones del señor Z. no es un libro de aforismos, en el sentido clásico del término: sus 259 textos, más o menos breves todos ellos, encajan mal con la aspiración más o menos moral, más o menos sapiencial, del lapidario género más breve. Aquí, unos llevan a otros, como cuentas distintas de un mismo collar. Reflexiones del señor Z. tampoco es un libro de microrrelatos, entendidos como lentejuelas narrativas que brillan un momento, cuando incide sobre ellas la luz de la lectura, y luego se apaga. En este caso, la luz rebota y va dando saltos, sin encontrar un posadero al final.



La ventana invertida, del filósofo y mago Miguel Catalán, no es su primer libro. Ni es el primer libro suyo que leo. A Catalán, como a mí, le gusta lo breve. Seguramente, al igual que yo, lo ha leído todo. Sin duda es un lector exhaustivo, pero se queda con lo nuclear, lo contundente, lo esencial. Y todo ello le inspira lo propio. Esta “ventada invertida” lo presupone. Se nota que tiene un gran dominio de la concisión, al menos para expresar sus pensamientos por escrito. Y yo se lo agradezco profundamente. Esta ventana suya nos ofrece las reflexiones que se hace a sí mismo sobre su entorno más interno y externo.



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