Las deducciones gustosas de Juan Ramón


A pesar de ser universalmente conocido y reconocido como poeta, Juan Ramón Jiménez simultaneó su escritura en verso y su crítica literaria con el cultivo continuado del género aforístico. Según los últimos cálculos, el número de aforismos que escribió supera con creces los cuatro mil, los cuales abordan todo tipo de asuntos, aunque se decantan sobre todo (como, por otro lado, su propio obra en verso) por la temática ética, poética y metapoética. No son raros los apuntes dedicados, polémicamente a menudo, a sus contemporáneos y a quienes le censuran tal o cual aspecto de su propio personalidad, o de su obra; estos son los que, sin duda, peor han resistido el paso del tiempo. Sin embargo, Juan Ramón no es un aforista mediocre, todo lo contrario: es el suyo un aforismo personalísimo, tintado con las virtudes y los eventuales defectos de su autor -cierto ensimismamiento combinado con un panteísmo lírico y palpitante-, no demasiado severo, tampoco abusivamente moralista. En cualquier caso, sigue siendo Juan Ramón en estado puro, si se puede decir algo así de un autor obsesionado con la destilación de la idea y la sensación hasta el límite del paroxismo. Su aspiración: "una frase corta espiritual única, que lo evoque todo sin decirlo". Por eso puede afirmar de sus propios aforismos: "No son ley ni regla para nadie ni para mí mismo. Son, solamente, deducciones gustosas, sensuales, caprichosas". Claro que tampoco lo pensaba en serio: Juan Ramón siempre tuvo un punto coqueto...

De los aforismos de Juan Ramón se han efectuado varias ediciones, todas ellas muy estimables. Destaca la monumental Ideología (1990), a cargo de Antonio Sánchez Romeralo, a la que siguió Ideología II (1998), de la mano de Emilio Ríos. Juan Varo Zafra efectuó una inteligente selección para la edición del centenario, a la que tituló Río Arriba (2007). Como se destaca en el prólogo de este último libro, "si en un principio Juan Ramón entiende por aforismo la sentencia, el apotegma breve y concentrado, posteriormente amplía la extensión y temática de sus aforismos, que se abren, así, no sólo a la máxima en el sentido clásico del término, sino también a la impresión, a la nota autobiográfica, al poema en prosa, a la crítica de la propia obra y de la ajena, y a la reflexión poética e intelectual". En este sentido, Juan Ramón sigue la estela de muchos de sus contemporáneos, que hallan en el apunte, el esbozo y el fragmento un campo fecundo para hilar, al paso de los días, las impresiones y reflexiones que, de no anotarse en el cuaderno, se perderían arrastradas por la avenida incesante del tiempo.

El Aforista selecciona un breve puñado de los aforismos de Juan Ramón Jiménez, con la intención de animar al lector interesado a adentrarse en esta amplia, y no muy conocida, parcela creativa del poeta andaluz.



Lo que te perfecciona, te mata.


Raíces y alas. Pero que las alas arraiguen y que las raíces vuelen.


Intuición rara y palabra corriente: la mayor belleza.


Somos andarines de órbitas, no podemos llegar a fin alguno.


Lo malo está más cerca de lo bueno que lo mediocre.


Poesía: instinto cultivado.


No amo los aspectos torturados de la naturaleza ni de los hombres. Paz y serenidad.


El ocaso es infinito y libre porque se va.


Cualquier punto es punto de partida.


Vivimos con y de lo que salvamos.


La gracia y la libertad del poeta consiste en escapar y dejar escapar.


Lo desnudo siempre es nuevo.


Es mejor ser objeto que causa de una injusticia.


Una sola patria: la del desconocimiento unánime.


El tiro en el ala atraviesa la pluma, no el vuelo.


El sueño nos concentra lo que está derramado.


Corregir: ordenar la sorpresa.


Vivo el recuerdo de una vida que no he vivido y la esperanza de una vida que no he de vivir.


El paisaje del amor es siempre el infinito.


Más vale no tener una cosa y saber sentirla que tenerla y no saberla vivir.


El paisaje en que se está nunca es el paisaje que se ve.


No soy un hombre de odios dominables sino de repugnancias invencibles.


Con la belleza hay que vivir (y morir) a solas.


El silencio lo ajusta todo. Es el gran anillo de oro.


Vida no es más que muerte dominada, controlada.


Lo que ha sido instante pleno, ha sido absoluta, completa, redonda, acabada eternidad.


 aforistas.com


Aforistas españoles vivos

Como un suculento y nutricio menú degustación ha sido mi lectura de este Aforistas españoles vivos que Libros al Albur ha puesto al alcance de los lectores aficionados al género. Un espléndido menú de once platos sabiamente combinados en los que, en variadas dosis y tiempos de cocción, y picando de aquí de y de allá, se paladean todos los sabores conocidos, si bien, al menos para quien esto suscribe y acaso producto de los tiempos que corren, lo ácido y lo amargo se llevan la palma.


Los Cuadernos de Lichtenberg

De los aforismos de Lichtenberg, que tradicionalmente han conocido una excelente acogida en el mercado editorial español, existen tres ediciones distintas, publicadas por Edhasa, Cátedra y Fondo de Cultura Económica. Este volumen publicado por Hermida Editores, el primero de la obra completa que ahora se publica en traducción de Carlos Fortea y prólogo de Jaime Fernández, recoge los tres primeros cuadernos según la edición canónica publicada en alemán, con lo cual nos encontramos ante una novedad de importancia dentro del género en español.


Aforismos de Óscar Wilde

Los Aforismos de Oscar Wilde que recopila Gabril Insausti en esta edición recientemente editada por Renacimiento, dentro de la magnífica colección A la mínima dirigida por Manuel Neila, suponen una magnífica demostración del inmenso talento del autor para el género más brave. Se trata, en su mayoría, de frases entresacadas de sus propias obras, que avalan la capacidad sintética, incluso sentenciosa, del irlandés.


Ilusión y verdad del arte, de Nietzsche

Ilusión y verdad del arte es una antología de pensamientos de Friedrich Nietzsche en torno al tema de la ilusión y la autenticidad en el arte. Escogidos, traducidos y prologados por Miguel Catalán, dan una visión panorámica de las ideas del filósofo alemán sobre la función y el sentido del arte en la vida humana. Aunque el orden de los textos es temático y no temporal, por estas páginas van pasando ante los ojos del lector las distintas fases del pensamiento de Nietzsche hasta los casi desconocidos fragmentos póstumos.


Reflexiones del señor X., de Enzensberger

Reflexiones del señor Z. no es un libro de aforismos, en el sentido clásico del término: sus 259 textos, más o menos breves todos ellos, encajan mal con la aspiración más o menos moral, más o menos sapiencial, del lapidario género más breve. Aquí, unos llevan a otros, como cuentas distintas de un mismo collar. Reflexiones del señor Z. tampoco es un libro de microrrelatos, entendidos como lentejuelas narrativas que brillan un momento, cuando incide sobre ellas la luz de la lectura, y luego se apaga. En este caso, la luz rebota y va dando saltos, sin encontrar un posadero al final.


La ventana invertida, de Miguel Catalán

La ventana invertida, del filósofo y mago Miguel Catalán, no es su primer libro. Ni es el primer libro suyo que leo. A Catalán, como a mí, le gusta lo breve. Seguramente, al igual que yo, lo ha leído todo. Sin duda es un lector exhaustivo, pero se queda con lo nuclear, lo contundente, lo esencial. Y todo ello le inspira lo propio. Esta “ventada invertida” lo presupone. Se nota que tiene un gran dominio de la concisión, al menos para expresar sus pensamientos por escrito. Y yo se lo agradezco profundamente. Esta ventana suya nos ofrece las reflexiones que se hace a sí mismo sobre su entorno más interno y externo.



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