Los aforistas y Dios


Libros al Albur va a publicar en las próximas semanas el libro Las cosas que no son. Los aforistas y Dios, una antología de aforismos escritos por autores españoles vivos (Gabriel Insausti, Gregorio Luri, Felix Trull, Ander Mayora, Enrique García-Máiquez, Juan Kruz Igerabide, José Antonio Camacho Vázquez y Jesús Cotta) sobre uno de los temas más antiguos de los que tenemos memoria: el de la relación de lo humano con lo divino. El Aforista publica como anticipo editorial el prólogo, que ha corrido a cargo de José Luis Trullo. Y es que, como escribió el aforista colombiano Nicolás Gómez Dávila, “Hablar sobre Dios es presuntuoso, no hablar de Dios es imbécil”.





Entre la presunción de hablar de aquello que, por su propia naturaleza, está lejos del habla (aunque, según las tradiciones, no deje de comunicarse con los hombres de las formas más alambicadas), y darle la espalda, a causa de esa forma de la imbecilidad que es la soberbia antropocéntrica, los aforistas que han aportado sus textos a esta antología han optado, valiente, imprudentemente, por la primera opción. No soy quién yo para dictaminar si el resultado de su empeño se ha visto coronado por el éxito; en una materia tan íctica (por lo escurridiza) como la que nos ocupa, los criterios que nos permiten discernir el triunfo del fracaso resultan bastante lábiles.  Lo que sí se nos antoja urgente es tratar de razón de la publicación de esta antología.

Si alguna instancia ha acompañado a la especie humana desde los orígenes de los tiempos es, precisamente, la sagrada,  coetánea –según documentan los antropológos– de la preocupación por la muerte y de la subsiguiente necesidad de otorgar un sentido a nuestra existencia. La dificultad de coronar esta última tarea de manera plenamente satisfactoria es la que habría motivado la pregunta por Dios y, de manera casi simultánea, la imposición de su “existencia” como epítome de un absoluto que, en la relativa vida humana (y salvo episódicos raptos efímeros, como los que experimentamos en el arte o en el sexo) , parece no encontrar un espacio en las horas de los días.

No es preciso insistir mucho en ello. Dios ha caminado de la mano de la humanidad desde la cuna: no existe una civilización, un personaje histórico, ni siquiera un individuo de a pie, famélico y anónimo, que no haya tenido que resolver, en algún momento de su existencia, singular o colectiva, la cuestión acerca de su relación con lo divino. En los libros figuran documentadas las distintas respuestas que se han implementado a lo largo de los siglos a esta acuciante pregunta, siempre sn resolver.

Tampoco los aforistas han sido ajenos a Dios. Todo lo contrario: el aforismo moderno, que arranca en el s. XVII con Pascal, lo hace por mor de un hombre –curiosamente (o no) de contrastada competencia científica– en cuya obra fragmentaria, los célebres Pensamientos, la búsqueda de Dios resulta perentoria, acuciante, incluso obsesiva. No tenía necesidad “lógica” de Dios un científico como Pascal, pero sí espiritual… pues (aunque haya quien lo siga dudando) no sólo de materia vive el hombre.

Otro aforista eminente ‒aunque de una sensibilidad completamente distinta, cuando no antagónica‒ que vertió en su escritura sus devaneos con lo sagrado fue el romántico Joseph Joubert. Basta leer el esmero, la elegancia y el pudor con el que le hace Joubert espacio a Dios en sus aforismos para que el ateo más recalcitrante tenga que poner sus dogmas laicos en cuarentena, aunque sea durante unos minutos.

De entre todos los escritores de aforismos, quizás el que mostró un mayor empeño en erigirse en auténtico abogado de Dios fue el colombiano Nicolás Gómez Dávila. Para un pensador que no dudaba en calificarse a sí mismo de “reaccionario”, dentro de su cruzada personal contra la Modernidad la figura de Dios ocupaba un eje indubitable. Se perciben en sus Escolios a un texto implícito (1977) una recurrencia a Dios como ‘basso continuo’ de todas sus invectivas contra la sociedad ramplona y burocrática que le rodea: si Dios existe (y, para él, claro, Dios es lo único que “existe”), es que el mundo se ha echado a perder… Difícil, a la luz de los derroteros por los que se ha precipitado nuestra civilización posmoderna, no sentirse cuanto menos apelado por sus vaticinios.

Entre los aforistas españoles, ninguno como José Camón Aznar para atestiguar la pertinacia con que la alargada sombra de Dios se ha proyectado sobre los escritores de la brevedad.  En sus Aforismos del solitario (1982), libro de una intempestividad subyugante, el autor plasma sin ambages sus encendidas convicciones católicas, de entre las cuales descuellan numerosas reflexiones acerca del compromiso ineludible que con lo divino entabla  el ser humano por el mero hecho de nacer. Incluso no duda Camón Aznar en trazar silogismos que sólo en apariencia podrían calificarse de apresurados: “esperas algo: luego crees en algo: luego crees en Dios”.

Llegamos por esta senda a los aforistas que se congregan en este librito, todos ellos rigurosamente actuales (aunque, en cierto sentido, bastante marginales respecto al mainstream de la intelectualidad española). No hay duda de que hay que ser muy osado, e incluso bastante revolucionario, para abordar a Dios en un texto literario en pleno siglo XXI. (A esto nos ha llevado el culto a la novedad: a tener que reivindicar el valor subversivo de lo tradicional). Ninguno de ellos es un escritor al uso, me refiero, el clásico literato profesional más atento al pulso de su época que al latido de su propio corazón: todos nadan a favor de su propia corriente, y si parece que lo hacen a la contra es, quizás, porque la humanidad camina por donde no debería. Gabriel Insausti es un poeta y ensayista justamente premiado; Gregorio Luri, un pensador y pedagogo de gran solvencia; Jesús Cotta tiene a sus espaldas un buen número de títulos literarios; Ander Mayora y Juan Kruz Igerabide han publicado ya dos libros de aforismos; Enrique García-Máiquez y José Antonio Camacho Vázquez, uno; y Felix Trull es, como quien dice, prácticamente un desconocido.  Sin embargo, y como el lector podrá constatar por su propia cuenta, comparten todos ellos una actitud respetuosa hacia el legado cultural que han recibido, así como ‒y esto es lo primordial‒ a su propia comprensión de la cuestión religiosa, más o menos densa según los casos.

Sea como fuere, el mero hecho de que aparezca este librito ya queremos creer que supone, o debe suponer, un aldabonazo para las conciencias de nuestros contemporáneos. Dios ha inspirado (por activa o por pasiva, eso dependerá de las opiniones de cada cual) las mayores obras de la historia del arte: las catedrales góticas, los frescos de la Capilla Sixtina, La Pasión según San Mateo… incluso hay quien, como George Steiner, ha llegado a afirmar que detrás de toda obra literaria nos espera Él. ¿De veras estamos en disposición de afirmar que es la humanidad la que se ha estado equivocando, durante milenios, y es el hombre contemporáneo quien se caído del guindo? ¿No ha llegado el momento, tal vez, de bajarse del pedestal y cuestionarse, de la manera más honesta posible, si no seremos nosotros, hombre y mujeres emancipados de la tutela de Dios, los que estemos en el error?

José Luis Trullo






Enciclopedia de libros españoles de aforismos

Inauguramos nueva sección, en la que vamos a empezar a recopilar los mejores aforismos de los libros escritos por autores nacidos o residentes en España, y publicados en nuestro país a partir del año 2010 en adelante. Lo hacemos para reunir en un único espacio virtual la más ingente cantidad de información posible sobre este tema, a modo de "enciclopedia" para su consulta por parte de cualquier interesado o estudioso en el futuro. Las primera obras que incorporamos son los libros de Carlos Marzal, Ana Pérez Cañamares, Manuel Neila, Victoria León, José Luis Morante, Ander Mayora, Jordi Doce, Dionisia García, Fernando Menéndez, Erika Martínez, Felix Trull, José Antonio Santano, Emilio López Medina, Carmen Canet, José Ángel Cilleruelo, Pedro Roso, Antonio Rivero Taravillo, Miguel Ángel Arcas, Gabriel Insausti y Mario Pérez Antolín, entre otros.

Cioran: la pausa del espíritu

Émil Cioran fue uno de los escritores más personalmente antihumanistas del s. XX. Nacido en Rumanía, hijo -como Nietzsche- de un pastor, recaló en París hasta su muerte, renegando de todos los rebaños. Sus libros, justamente célebres por su pesimista visión de la existencia, poseen una bella melancolía que los salva de la insulsa salmodia quejica. En ellos, además, encontramos muchos de los aforismos más redondos de la filosofía reciente; herederos, en parte, de los del Schopenhauer de Parerga y Paralipomena, así como de los textos breves de Lichtenberg y Kierkegaard, abordan de manera acerada y cruel algunos de los temas lacerantes de nuestra condición humana: la plenitud imposible, la muerte, el fracaso, la historia y sus pesos, la poesía y sus contrapesos...  En El Aforista nos hacemos eco de algunos de los reunidos en El ocaso del pensamiento (1940), uno de sus títulos formalmente más equilibrados y austeros, si es que se pueden usar dichos epítetos en un autor tan decididamente desmesurado.


Pessoa: aprender a no ser nadie

La obra y la personalidad de Fernando Pessoa han sido sobradamente estudiadas, analizadas e incluso desmenuzadas desde que, en 1982, se diera a conocer uno de los títulos mayúsculos del siglo XX, su proteico y deforme Libro del desasosiego. La pluralidad y heterogeneidad del autor eran, no sólo conocidas, sino fomentadas por él mismo, así que sería ocioso abundar de nuevo en ello. Aun así, tal vez se haya incidido excesivamente en su gusto por los heterónimos desde la perspectiva de la multiplicación de la identidad personal, orillando el hecho de que, detrás de ella, late un proyecto de destrucción de la misma, una verdadera tarea de conquista del anonimato esencial del ser humano.


Gil-Albert: el placer de discurrir

Un arte de vivir es un volumen misceláneo, compuesto por anotaciones dispersas entre las cuales los aforismos tienen un papel destacado, donde Juan Gil-Albert (Alcoi, 1904-Valencia, 1994) "escribe, como si se tratara de un dietario personal", en palabras de Claudia Simón, aquellas reflexiones en bruto que luego darían pie, o no, a algunos de sus poemas, ensayos o artículos de prensa. Ese carácter primario, un tanto visceral, nos permite acceder a la intimidad del escritor desde una perspectiva nueva, la cual ya habíamos avizorado en su Breviarium vitae. Son sus disquisiciones, aun inspiradas en la España de su época, de total actualidad, plenamente vigentes, lo cual nos informa, para nuestro espanto, de lo poco que cambian algunas naciones por mucho que muden sus estructuras políticas, y para nuestro consuelo, de lo mucho que perviven los buenos textos cuando apuntan a lo esencial.


Hiram Barrios: "El aforismo es una suerte de épica posmoderna"

El Aforista entrevista a Hiram Barrios, a propósito del boom aforístico que está experimentando España en los últimos años. Barrios (nacido en 1983) es escritor, traductor y catedrático. Estudió Letras en la UNAM y es especialista en Literatura Mexicana por la UAM. Ha publicado cuentos, poemas, ensayos y traducciones para distintas revistas, periódicos y suplementos culturales de circulación nacional. Textos suyos han aparecido en revistas de Colombia, Venezuela, Argentina y España. Es autor de los libros El monstruo y otras mariposas (ensayo, 2013) y Apócrifo (aforismo, 2014). Como experto estudioso del aforismo, también es responsable de la antología de autores mexicanos titulada Lapidario (2015). Es profesor de arte y literatura en el Tecnológico de Monterrey, Campus Estado de México.


Los sofismas de Vicente Núñez

Vicente Núñez (Aguilar de la Frontera, Córdoba, 1926 - 2002) empezó a publicar sus peculiares 'sofismas' en octubre de 1987, y siguió haciéndolo prácticamente hasta su muerte en las páginas de los periódicos Córdoba y El Correo de Andalucía. Según indica Miguel Casado, "se trata de tiradas breves, que recogen en cada caso ocho o diez frases, sin una especial ordenación ni alguna clase de afinidad temática". Estos sofismas se recogieron en volumen en varias ocasiones: Sofisma (1994), Entimema (1997) o Sorites (2000). El propio Casado publicó la antología Nuevos sofismas (Germania, Alzira, 2001), en la cual agrupaba los aforismos por temas, a modo de diccionario extravagante; con ello muchas de las anotaciones se iluminaban entre sí, logrando una apariencia sistemática que tal vez no había buscado conscientemente el autor (lo cual no significa que no existiera). En El Aforista compartimos algunos de los aforismos de este libro que más nos han llamado la atención.


Karl Kraus: el artista es el Otro

En palabras del filósofo y aforista Miguel Catalán, "de la síntesis entre lo ético estético procede la importancia del aforismo que, a partir de 1905, irá dominando toda la escritura del austríaco Karl Kraus (28 de abril de 1874 - 12 de junio de 1936), pero que constituye también la forma secreta de toda su escritura. Canetti lo expresa indicando que en sus libros y discursos nunca existió un principio organizador dominante, sino que las frases aisladas (inatacables, perfectas) iban ensamblando, el modo de sillares, una Muralla China igualmente eficaz en todas sus partes. Quintaesencia de su estilo y de un ideario personal que intentaba unificar fondo y forma, el aforismo de Kraus presenta una densidad excepcional y unas aristas cortantes, cualidades que tanto influirían en el estilo de escritura de Ludwig Wittgenstein, Elias Canetti, Thomas Bernhard o Peter Handke". El Aforista publica una breve selección de los aforismos de Karl Kraus, extraídos de La tarea del artista (Casimiro, Madrid, 2011), con la pertinente autorización de su traductor y antólogo, el propio Catalán, a quien agradecemos su generosidad.


María Zambrano: la entraña del cielo

En el libro titulado Dictados y sentencias (Edhasa, Barcelona, 1999), Antoni Marí realizó una selección de frases entresacadas de las obras de María Zambrano, tal vez la autora más densa, honda y audaz del pensamiento español de todos los tiempos. La exigencia de claridad que la propia Zambrano planteaba como horizonte moral y conceptual de la filosofía se traduce en un estilo con sobreabundancia de expresiones rotundas, apodícticas, válidas por sí mismas aunque deudoras de una cosmovisión que las ilumina y dignifica. Es por ello que la operación desnaturalizadora de Marí, y en general de todas las antologías que destilan aforismos a partir de textos de otra naturaleza, encuentra en este caso una plena justificación, tanto filosófica como poética.