Pérez Cañamares: "La brevedad del aforismo me permite el látigo de la ironía"


El Aforista comienza una ronda de entrevistas con poetas que, en algún momento, se sintieron atraídos por el género más breve y empezaron a escribir aforismos hasta incorporarlos a su quehacer cotidiano. 

Empezamos con Ana Pérez Cañamares  (Santa Cruz de Tenerife, 22 de enero de 1968). Reside en Madrid. Licenciada en Filología Hispánica por la Universidad Complutense de Madrid, su carrera poética empieza con La alambrada de mi boca (Editorial Baile del Sol, 2007), donce publicó su primer libro de relatos En días idénticos a nubes y su segundo poemario, Alfabeto de cicatrices. En 2013 su poemario Las sumas y los restos fue V Premio de Poesía Blas de Otero-Villa de Bilbao. Su último libro, dedicado al género de los aforismos, se llama Ley de conservación del momento (La Isla de Siltolá, Sevilla, 2016).


- Ana, ¿cuándo empezaste a escribir aforismos?

Primera gran duda: ¿empecé yo a cultivar el aforismo conscientemente? Para mí el aforismo empezó con esos tuits o estados de facebook por los que de repente sentí pena al pensar que serían arrastrados por  la actualidad ávida y cruel... No puedo recordar la primera vez que sentí que aquella frase valía para hoy y también para mañana e incluso para antes de ayer, por lo cual quizá su lugar no era sólo ese recuadro al que otros muchos van desplazando hasta perderse en la incesante marea de información. Pero decidí darle otro nombre, el nombre que la salvaba de perecer al poco de nacer, y al llamarla “aforismo” la rescaté.

O quizá puede que el primer aforismo viniera con ese verso que se resiste a ser poema. El verso que no encaja, que no pertenece, que se resiste a desarrollarse, a inflar su potencia y su ego. El verso humilde que dice: No sabes decir más, no lo puedes decir mejor, aquí está todo lo que querías decir. O el verso arrogante que dice: Yo me basto solo. Déjame que yo me sostengo sin más compañía.

Otra tercera posibilidad: que el aforismo surgiera como respuesta en los márgenes a otros aforismos. Que fuera lo que sigue a un sí, pero, o a un también puede ser que...


- En tu calidad de poeta con una trayectoria a tus espaldas, ¿qué supone el aforismo como género?

Para mí, como poeta, el aforismo es la tentación de callarse a la que una no se niega. La posibilidad de ser rotunda, o discreta, o sugerente. Lo que es cierto es que el aforismo, cuando me deja a gusto, nace de la confianza y la refuerza.

Tengo la duda de si es mayor la ambición cuando se escribe un poema o cuando se escribe un aforismo. A mí me permite distintos tonos, distintos grados de afirmación, distintas proporciones de lo lírico y lo filosófico. Lo breve, además, me permite mejor el látigo de la ironía, del humor, que me resultan más difíciles de sostener a lo largo de un texto más largo.


- ¿Qué te aporta un poeta y qué un aforismo que no los haga intercambiables?

Creo que en la poesía me desnudo más y la duda es piel, en el aforismo me permito cubrirme con el disfraz de la apuesta, de la aseveración, que quizá parece más rotundo si se lee un solo aforismo que si se lee un grupo de ellos, porque en cada uno matizo, amplío, me contradigo...

En la poesía quizá soy más humilde y tentativa, en el aforismo me arriesgo y me pongo más chula...  En cualquier caso, aspiro a ser capaz tanto en un género como en otro de dejar espacio al lector para seguir aportando, construyendo la idea o la intuición.


- ¿Qué afinidad ves entre ambos géneros, no tanto desde un plano teórico sino desde tu perspectiva personal como escritora?

Hay algo que me gusta mucho en los dos géneros y es reescribir. En ambos busco la precisión, alejarme como autora para volverme lectora y luego volver como ambas para tachar, afilar, profundizar. Con el aforismo tengo en la cabeza la imagen de fabricar flechas, con la economía y austeridad de medios siempre presentes para que su vuelo sea más lejano, liviano y exacto. En este sentido, creo que cuando practico un género, estoy aprendiendo también para el otro. Ambos son distintas estrategias para jugar el mismo juego. Con el aforismo practico la certeza que oculta la duda; con la poesía, lo contrario (o más que contrario, complementario). El poema es visión que se alarga y se alimenta para que ilumine en derredor; el aforismo es deslumbramiento al que se le quita la comida de la boca para que se quede en rayo.



Libros al Albur



Enciclopedia de libros españoles de aforismos

Inauguramos nueva sección, en la que vamos a empezar a recopilar los mejores aforismos de los libros escritos por autores nacidos o residentes en España, y publicados en nuestro país a partir del año 2010 en adelante. Lo hacemos para reunir en un único espacio virtual la más ingente cantidad de información posible sobre este tema, a modo de "enciclopedia" para su consulta por parte de cualquier interesado o estudioso en el futuro. Las primera obras que incorporamos son los libros de Carlos Marzal, Ana Pérez Cañamares, Manuel Neila, Victoria León, José Luis Morante, Ander Mayora, Jordi Doce, Dionisia García, Fernando Menéndez, Erika Martínez, Felix Trull, José Antonio Santano, Emilio López Medina, Carmen Canet, José Ángel Cilleruelo, Pedro Roso, Antonio Rivero Taravillo, Miguel Ángel Arcas, Gabriel Insausti y Mario Pérez Antolín, entre otros.

Cioran: la pausa del espíritu

Émil Cioran fue uno de los escritores más personalmente antihumanistas del s. XX. Nacido en Rumanía, hijo -como Nietzsche- de un pastor, recaló en París hasta su muerte, renegando de todos los rebaños. Sus libros, justamente célebres por su pesimista visión de la existencia, poseen una bella melancolía que los salva de la insulsa salmodia quejica. En ellos, además, encontramos muchos de los aforismos más redondos de la filosofía reciente; herederos, en parte, de los del Schopenhauer de Parerga y Paralipomena, así como de los textos breves de Lichtenberg y Kierkegaard, abordan de manera acerada y cruel algunos de los temas lacerantes de nuestra condición humana: la plenitud imposible, la muerte, el fracaso, la historia y sus pesos, la poesía y sus contrapesos...  En El Aforista nos hacemos eco de algunos de los reunidos en El ocaso del pensamiento (1940), uno de sus títulos formalmente más equilibrados y austeros, si es que se pueden usar dichos epítetos en un autor tan decididamente desmesurado.


Pessoa: aprender a no ser nadie

La obra y la personalidad de Fernando Pessoa han sido sobradamente estudiadas, analizadas e incluso desmenuzadas desde que, en 1982, se diera a conocer uno de los títulos mayúsculos del siglo XX, su proteico y deforme Libro del desasosiego. La pluralidad y heterogeneidad del autor eran, no sólo conocidas, sino fomentadas por él mismo, así que sería ocioso abundar de nuevo en ello. Aun así, tal vez se haya incidido excesivamente en su gusto por los heterónimos desde la perspectiva de la multiplicación de la identidad personal, orillando el hecho de que, detrás de ella, late un proyecto de destrucción de la misma, una verdadera tarea de conquista del anonimato esencial del ser humano.


Gil-Albert: el placer de discurrir

Un arte de vivir es un volumen misceláneo, compuesto por anotaciones dispersas entre las cuales los aforismos tienen un papel destacado, donde Juan Gil-Albert (Alcoi, 1904-Valencia, 1994) "escribe, como si se tratara de un dietario personal", en palabras de Claudia Simón, aquellas reflexiones en bruto que luego darían pie, o no, a algunos de sus poemas, ensayos o artículos de prensa. Ese carácter primario, un tanto visceral, nos permite acceder a la intimidad del escritor desde una perspectiva nueva, la cual ya habíamos avizorado en su Breviarium vitae. Son sus disquisiciones, aun inspiradas en la España de su época, de total actualidad, plenamente vigentes, lo cual nos informa, para nuestro espanto, de lo poco que cambian algunas naciones por mucho que muden sus estructuras políticas, y para nuestro consuelo, de lo mucho que perviven los buenos textos cuando apuntan a lo esencial.


Hiram Barrios: "El aforismo es una suerte de épica posmoderna"

El Aforista entrevista a Hiram Barrios, a propósito del boom aforístico que está experimentando España en los últimos años. Barrios (nacido en 1983) es escritor, traductor y catedrático. Estudió Letras en la UNAM y es especialista en Literatura Mexicana por la UAM. Ha publicado cuentos, poemas, ensayos y traducciones para distintas revistas, periódicos y suplementos culturales de circulación nacional. Textos suyos han aparecido en revistas de Colombia, Venezuela, Argentina y España. Es autor de los libros El monstruo y otras mariposas (ensayo, 2013) y Apócrifo (aforismo, 2014). Como experto estudioso del aforismo, también es responsable de la antología de autores mexicanos titulada Lapidario (2015). Es profesor de arte y literatura en el Tecnológico de Monterrey, Campus Estado de México.


Los sofismas de Vicente Núñez

Vicente Núñez (Aguilar de la Frontera, Córdoba, 1926 - 2002) empezó a publicar sus peculiares 'sofismas' en octubre de 1987, y siguió haciéndolo prácticamente hasta su muerte en las páginas de los periódicos Córdoba y El Correo de Andalucía. Según indica Miguel Casado, "se trata de tiradas breves, que recogen en cada caso ocho o diez frases, sin una especial ordenación ni alguna clase de afinidad temática". Estos sofismas se recogieron en volumen en varias ocasiones: Sofisma (1994), Entimema (1997) o Sorites (2000). El propio Casado publicó la antología Nuevos sofismas (Germania, Alzira, 2001), en la cual agrupaba los aforismos por temas, a modo de diccionario extravagante; con ello muchas de las anotaciones se iluminaban entre sí, logrando una apariencia sistemática que tal vez no había buscado conscientemente el autor (lo cual no significa que no existiera). En El Aforista compartimos algunos de los aforismos de este libro que más nos han llamado la atención.


Karl Kraus: el artista es el Otro

En palabras del filósofo y aforista Miguel Catalán, "de la síntesis entre lo ético estético procede la importancia del aforismo que, a partir de 1905, irá dominando toda la escritura del austríaco Karl Kraus (28 de abril de 1874 - 12 de junio de 1936), pero que constituye también la forma secreta de toda su escritura. Canetti lo expresa indicando que en sus libros y discursos nunca existió un principio organizador dominante, sino que las frases aisladas (inatacables, perfectas) iban ensamblando, el modo de sillares, una Muralla China igualmente eficaz en todas sus partes. Quintaesencia de su estilo y de un ideario personal que intentaba unificar fondo y forma, el aforismo de Kraus presenta una densidad excepcional y unas aristas cortantes, cualidades que tanto influirían en el estilo de escritura de Ludwig Wittgenstein, Elias Canetti, Thomas Bernhard o Peter Handke". El Aforista publica una breve selección de los aforismos de Karl Kraus, extraídos de La tarea del artista (Casimiro, Madrid, 2011), con la pertinente autorización de su traductor y antólogo, el propio Catalán, a quien agradecemos su generosidad.


María Zambrano: la entraña del cielo

En el libro titulado Dictados y sentencias (Edhasa, Barcelona, 1999), Antoni Marí realizó una selección de frases entresacadas de las obras de María Zambrano, tal vez la autora más densa, honda y audaz del pensamiento español de todos los tiempos. La exigencia de claridad que la propia Zambrano planteaba como horizonte moral y conceptual de la filosofía se traduce en un estilo con sobreabundancia de expresiones rotundas, apodícticas, válidas por sí mismas aunque deudoras de una cosmovisión que las ilumina y dignifica. Es por ello que la operación desnaturalizadora de Marí, y en general de todas las antologías que destilan aforismos a partir de textos de otra naturaleza, encuentra en este caso una plena justificación, tanto filosófica como poética.