La figura de Oscar Wilde (poeta, dramaturgo y ensayista pero, sobre todo, maestro de vida y sabiduría) no deja de crecer con el paso del tiempo: su penetrante inteligencia, su capacidad de observación y su refinada ironía nos brindan, en los desaforados tiempos que corren, una auténtica pauta moral para evitar ser avasallados por todo tipo de falsas seducciones y ofertas espurias. Miguel Catalán acaba de publicar una nueva traducción de sus Aforismos misceláneos (Sequitur, Madrid, 2018) y El Aforista comparte algunos de ellos como homenaje a quien podría haberse erigido en uno de los puntales de la cultura occidental, de no haberse cruzado en su camino una sociedad puritana y represora como la de su época.
Es absurdo seguir una regla rigurosa e invariable sobre lo que debe o no leerse. Más de la mitad de la cultura moderna depende de lo que no se debería leer.
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Las mujeres, como dijo alguien, aman con sus oídos, del mismo modo que los hombres aman con sus ojos en el caso de que realmente sean capaces de amar.
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Es mejor ser hermoso que ser bueno, pero es mejor ser bueno que ser feo.
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Nada se parece tanto a la inocencia como una indiscreción.
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Las desgracias que uno puede soportar nos vienen de fuera, son accidentes. Pero sufrir a causa de los errores propios… ¡ay!, ese es el aguijón que nos clava la vida.
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La única cosa que el tiempo no puede dañar es la belleza. Las filosofías se vienen abajo como si fueran arena, los credos se suceden unos a otros, pero la belleza es una alegría para todo tiempo, una posesión que dura toda la eternidad.
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Cualquiera puede simpatizar con los sufrimientos de un amigo, pero hace falta una naturaleza muy delicada para simpatizar con sus éxitos.
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El egoísmo no es vivir como uno desear vivir, sino obligar a otros a vivir como uno vive; y la ausencia de egoísmo es dejar a otros vivir sus vidas, no interferir en ellas.
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Es mejor tener una renta vitalicia que ser fascinante.
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Los parientes son simplemente un grupo aburrido de personas que no tienen la más remota idea de cómo vivir ni el más remoto instinto sobre cuándo morirse.
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La caridad crea una multitud de pecados.
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He descubierto que tan pronto alguien se hace lo bastante mayor como para conocer mejor las cosas, entonces no se entera absolutamente de nada.
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Los hombres aman lo que está por debajo de ellos; cosas sin valor, mancilladas, deshonrosas. Nosotras las mujeres adoramos cuando amamos; y cuando nos quedamos sin nuestra adoración, lo perdemos todo.
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La base más adecuada para el matrimonio es la incomprensión mutua.
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Es una triste verdad, pero hemos perdido la facultad de dar hermosos nombres a las cosas. Y los nombres lo son todo. Yo nunca discuto por los hechos, mi única lucha la tengo con las palabras. Esa es la razón de que odie el realismo vulgar en literatura. El hombre que llama pala a una pala debería estar obligado a usarla. Es para lo único que sirve.
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De un moralismo severo difícilmente puede decirse que conduzca a adquirir mayor salud o mayor felicidad.
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Toda la gente encantadora está echada a perder. Es el secreto de su atracción.
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Los presagios no existen. El destino no nos envía heraldos. Es demasiado sabio o cruel para hacerlo.
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Amad el arte por sí mismo y todas las cosas se os darán por añadidura. Esta devoción hacia la belleza y la creación de cosas hermosas constituye la prueba de todas las grandes civilizaciones; es lo que hace de la vida de cada ciudadano un sacramento y no una especulación.
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Conozco muy bien la idea popular de la salud. El caballero campestre inglés galopando detrás de un zorro; lo indecible en persecución de lo incomible.
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Me resulta muy penoso verme forzado a decir la verdad. Es la primera vez en mi vida que me he visto reducido a una posición tan dolorosa, y carezco de experiencia en hacer cosas de ese tipo.
Enciclopedia de libros españoles de aforismos
Inauguramos nueva sección, en la que vamos a empezar a recopilar los mejores aforismos de los libros escritos por autores nacidos o residentes en España, y publicados en nuestro país a partir del año 2010 en adelante. Lo hacemos para reunir en un único espacio virtual la más ingente cantidad de información posible sobre este tema, a modo de "enciclopedia" para su consulta por parte de cualquier interesado o estudioso en el futuro. Las primera obras que incorporamos son los libros de Carlos Marzal, Ana Pérez Cañamares, Manuel Neila, Victoria León, José Luis Morante, Ander Mayora, Jordi Doce, Dionisia García, Fernando Menéndez, Erika Martínez, Felix Trull, José Antonio Santano, Emilio López Medina, Carmen Canet, José Ángel Cilleruelo, Pedro Roso, Antonio Rivero Taravillo, Miguel Ángel Arcas, Gabriel Insausti y Mario Pérez Antolín, entre otros.
Los aforistas que se ocupan de Dios
Una somera lectura de los libros publicados en España en los últimos años, y ciñéndonos exclusivamente al siglo XXI, nos permite afirmar, de manera taxativa, que los aforistas españoles vivos, contra la impresión apresurada, sí se ocupan de Dios. A propósito de la publicación de la antología Las cosas que no son. Los aforistas y Dios por parte de Libros al Albur, reunimos un puñado de aforismos sobre Dios escritos por Juan Kruz, José Luis García Martín, Gregorio Luri o Jesús Cotta, entre muchos otros.
De poetas a aforistas
Iniciamos en El Aforista una ronda de entrevistas con poetas que, en un momento dado, empezaron a cultivar el género más breve, hasta incorporarlo a su quehacer cotidiano. Contribuyen Ana Pérez Cañamares, León Molina, José Luis Morante, Raquel Vázquez, Karlos Linazasoro y Erika Martínez, entre otros.
Cioran: la pausa del espíritu
Émil Cioran fue uno de los escritores más personalmente antihumanistas del s. XX. Nacido en Rumanía, hijo -como Nietzsche- de un pastor, recaló en París hasta su muerte, renegando de todos los rebaños. Sus libros, justamente célebres por su pesimista visión de la existencia, poseen una bella melancolía que los salva de la insulsa salmodia quejica. En ellos, además, encontramos muchos de los aforismos más redondos de la filosofía reciente; herederos, en parte, de los del Schopenhauer de Parerga y Paralipomena, así como de los textos breves de Lichtenberg y Kierkegaard, abordan de manera acerada y cruel algunos de los temas lacerantes de nuestra condición humana: la plenitud imposible, la muerte, el fracaso, la historia y sus pesos, la poesía y sus contrapesos... En El Aforista nos hacemos eco de algunos de los reunidos en El ocaso del pensamiento (1940), uno de sus títulos formalmente más equilibrados y austeros, si es que se pueden usar dichos epítetos en un autor tan decididamente desmesurado.
Pessoa: aprender a no ser nadie
La obra y la personalidad de Fernando Pessoa han sido sobradamente estudiadas, analizadas e incluso desmenuzadas desde que, en 1982, se diera a conocer uno de los títulos mayúsculos del siglo XX, su proteico y deforme Libro del desasosiego. La pluralidad y heterogeneidad del autor eran, no sólo conocidas, sino fomentadas por él mismo, así que sería ocioso abundar de nuevo en ello. Aun así, tal vez se haya incidido excesivamente en su gusto por los heterónimos desde la perspectiva de la multiplicación de la identidad personal, orillando el hecho de que, detrás de ella, late un proyecto de destrucción de la misma, una verdadera tarea de conquista del anonimato esencial del ser humano.
Gil-Albert: el placer de discurrir
Un arte de vivir es un volumen misceláneo, compuesto por anotaciones dispersas entre las cuales los aforismos tienen un papel destacado, donde Juan Gil-Albert (Alcoi, 1904-Valencia, 1994) "escribe, como si se tratara de un dietario personal", en palabras de Claudia Simón, aquellas reflexiones en bruto que luego darían pie, o no, a algunos de sus poemas, ensayos o artículos de prensa. Ese carácter primario, un tanto visceral, nos permite acceder a la intimidad del escritor desde una perspectiva nueva, la cual ya habíamos avizorado en su Breviarium vitae. Son sus disquisiciones, aun inspiradas en la España de su época, de total actualidad, plenamente vigentes, lo cual nos informa, para nuestro espanto, de lo poco que cambian algunas naciones por mucho que muden sus estructuras políticas, y para nuestro consuelo, de lo mucho que perviven los buenos textos cuando apuntan a lo esencial.
Hiram Barrios: "El aforismo es una suerte de épica posmoderna"
El Aforista entrevista a Hiram Barrios, a propósito del boom aforístico que está experimentando España en los últimos años. Barrios (nacido en 1983) es escritor, traductor y catedrático. Estudió Letras en la UNAM y es especialista en Literatura Mexicana por la UAM. Ha publicado cuentos, poemas, ensayos y traducciones para distintas revistas, periódicos y suplementos culturales de circulación nacional. Textos suyos han aparecido en revistas de Colombia, Venezuela, Argentina y España. Es autor de los libros El monstruo y otras mariposas (ensayo, 2013) y Apócrifo (aforismo, 2014). Como experto estudioso del aforismo, también es responsable de la antología de autores mexicanos titulada Lapidario (2015). Es profesor de arte y literatura en el Tecnológico de Monterrey, Campus Estado de México.
Los sofismas de Vicente Núñez
Vicente Núñez (Aguilar de la Frontera, Córdoba, 1926 - 2002) empezó a publicar sus peculiares 'sofismas' en octubre de 1987, y siguió haciéndolo prácticamente hasta su muerte en las páginas de los periódicos Córdoba y El Correo de Andalucía. Según indica Miguel Casado, "se trata de tiradas breves, que recogen en cada caso ocho o diez frases, sin una especial ordenación ni alguna clase de afinidad temática". Estos sofismas se recogieron en volumen en varias ocasiones: Sofisma (1994), Entimema (1997) o Sorites (2000). El propio Casado publicó la antología Nuevos sofismas (Germania, Alzira, 2001), en la cual agrupaba los aforismos por temas, a modo de diccionario extravagante; con ello muchas de las anotaciones se iluminaban entre sí, logrando una apariencia sistemática que tal vez no había buscado conscientemente el autor (lo cual no significa que no existiera). En El Aforista compartimos algunos de los aforismos de este libro que más nos han llamado la atención.
Karl Kraus: el artista es el Otro
En palabras del filósofo y aforista Miguel Catalán, "de la síntesis entre lo ético estético procede la importancia del aforismo que, a partir de 1905, irá dominando toda la escritura del austríaco Karl Kraus (28 de abril de 1874 - 12 de junio de 1936), pero que constituye también la forma secreta de toda su escritura. Canetti lo expresa indicando que en sus libros y discursos nunca existió un principio organizador dominante, sino que las frases aisladas (inatacables, perfectas) iban ensamblando, el modo de sillares, una Muralla China igualmente eficaz en todas sus partes. Quintaesencia de su estilo y de un ideario personal que intentaba unificar fondo y forma, el aforismo de Kraus presenta una densidad excepcional y unas aristas cortantes, cualidades que tanto influirían en el estilo de escritura de Ludwig Wittgenstein, Elias Canetti, Thomas Bernhard o Peter Handke". El Aforista publica una breve selección de los aforismos de Karl Kraus, extraídos de La tarea del artista (Casimiro, Madrid, 2011), con la pertinente autorización de su traductor y antólogo, el propio Catalán, a quien agradecemos su generosidad.
María Zambrano: la entraña del cielo
En el libro titulado Dictados y sentencias (Edhasa, Barcelona, 1999), Antoni Marí realizó una selección de frases entresacadas de las obras de María Zambrano, tal vez la autora más densa, honda y audaz del pensamiento español de todos los tiempos. La exigencia de claridad que la propia Zambrano planteaba como horizonte moral y conceptual de la filosofía se traduce en un estilo con sobreabundancia de expresiones rotundas, apodícticas, válidas por sí mismas aunque deudoras de una cosmovisión que las ilumina y dignifica. Es por ello que la operación desnaturalizadora de Marí, y en general de todas las antologías que destilan aforismos a partir de textos de otra naturaleza, encuentra en este caso una plena justificación, tanto filosófica como poética.