Olas de luz: los aforistas y el viaje


"Para bajar a la profundidad no se necesita viajar mucho; no se necesita abandonar tu ambiente cercano y habitual", escribió Ludwig Wittgenstein. Sin embargo, es un tópico arraigado en la cultura occidental que, para alcanzar un conocimiento más o menos denso, tanto del mundo como de uno mismo, es preciso alejarse del propio entorno de referencias para abismarse en la otredad, más o menos exótica, según los casos (no hace tanto, era recurrente la idea de que, para presumir de modernidad, tenías que viajar a la India y ser iniciado por un gurú).

Los aforistas, que por lo común gustan de llevar la contraria o, cuanto menos, de poner entre paréntesis las afirmaciones que su época tiene como irrebatibles para inspeccionarlas y certificar su validez, no parecen compartir la opinión consuetudinaria. Por el contrario, se muestran harto escépticos respecto a ella, especialmente frente a esa modalidad menor, degradada, del viaje que es el turismo. Cierto es que tampoco faltan los aforistas que reconocen el valor existencial del viaje; tal es el caso de Ramón Eder ("Viajar sale caro, pero no viajar sale carísimo"), Javier Vela ("Viajar es dar un paso hacia uno mismo") o de Jorge Wagensberg ("Viajar es la mejor manera de regalarse cambio"), incluso en esa irónica modalidad de autoconocimiento que es el olvido de sí: "Viajo para hablar conmigo en un idioma que no es el mío" (Elías Moro). Aun así, son mayoría los que destacan el valor del viaje, ante todo, como oportunidad para valorar el lugar que hemos dejado atrás: "¿Será lo bueno de viajar, simplemente, este redescubrir el lugar que nos es propio?", escribió Cesare Pavese, idea a la cual parece apostillar Gabriel Insausti cuando anota: "Viajar es eso que hacemos de vez en cuando para darnos el gusto de regresar". Eso sí, "los aforistas, cuando viajan, van más ligeros de equipaje, como los hijos de la mar" (Carmen Canet).

Son legión, por el contrario, aquellos aforistas que impugnan directamente la importancia del viaje, en la medida en que no tiene por qué suponer -y menos hoy en día, que resulta tan fácil y barato como banal- un salto abismático esencial: "Viajar: moverse para no llegar" (Fernando Menéndez), "Para qué viajar, si siempre estamos en otra parte" (Sergio García Clemente), "Los viajes inútiles.- Quien no tiene nada dentro de sí, nada encuentra fuera" (Miguel Catalán), "Cuando se viaja, no hay que mirarse en los espejos: pueden recordarnos que seguimos estando en el mismo sitio" (Antonio Rivero Taravillo), "De algunos viajes vuelven otros" (José Luis Morante)... Tampoco falta quien encuentra en la escritura y la lectura una resonancia viajera: "El aforismo es un viaje de ida para el escritor, y de vuelta para el lector" (Carmen Canet).

Seguramente, el único viaje esencial es aquel que emprendemos al nacer y que nos conduce hacia la muerte. "El viajero nunca vuelve; el turista nunca se va", escribe Felix Trull; a lo cual parece contestar Ana Pérez Cañamares, en una réplica que no es tal: "El viaje de la vida siempre es de vuelta". En cualquier caso, para que el viaje alcance su plena fecundidad vital siempre parece requerirse un contenido de apertura radical, de exploración extrema, que en los packs turísticos y las escapadas low cost está excluido de entrada. Tanto es así que, en pleno siglo XXI, resulta casi imposible viajar realmente a ningún lado: vamos adonde vayamos, ya parece que nos están esperando los lugareños, con sus franquicias internacionales y sus abalorios falsamente artesanos. Resulta comprensible, pues, optar por buscar ese desplazamiento interior, antaño reservado a los grandes viajes, en la cercanía cotidiana, incluso junto a las personas amadas: "Adoro viajar. Por eso no hago turismo. Por eso me quedé contigo" (León Molina).

La invitación baudelairiana a viajar adonde "todo es orden y belleza, / lujo, calma y voluptuosidad" parece haberse consumado en la forma de un resort con todo incluido, a salvo de los precipicios del alma en cuya inspección tanto podríamos aprender. Tal vez ya sólo nos quede compartir la apuesta de Joseph Joubert a "viajar por espacios abiertos y de jugar en olas de luz, donde nada se percibe, pero uno donde se siente penetrado de gozo y claridad"... lo cual, huelga decir, puede producirse en cualquier sitio, incluso sentado en el sillón de nuestra casa, con un libro entre las manos.

José Luis Trullo





Enciclopedia de libros españoles de aforismos

Inauguramos nueva sección, en la que vamos a empezar a recopilar los mejores aforismos de los libros escritos por autores nacidos o residentes en España, y publicados en nuestro país a partir del año 2010 en adelante. Lo hacemos para reunir en un único espacio virtual la más ingente cantidad de información posible sobre este tema, a modo de "enciclopedia" para su consulta por parte de cualquier interesado o estudioso en el futuro. Las primera obras que incorporamos son los libros de Carlos Marzal, Ana Pérez Cañamares, Manuel Neila, Victoria León, José Luis Morante, Ander Mayora, Jordi Doce, Dionisia García, Fernando Menéndez, Erika Martínez, Felix Trull, José Antonio Santano, Emilio López Medina, Carmen Canet, José Ángel Cilleruelo, Pedro Roso, Antonio Rivero Taravillo, Miguel Ángel Arcas, Gabriel Insausti y Mario Pérez Antolín, entre otros.


Los aforistas que se ocupan de Dios

Una somera lectura de los libros publicados en España en los últimos años, y ciñéndonos exclusivamente al siglo XXI, nos permite afirmar, de manera taxativa, que los aforistas españoles vivos, contra la impresión apresurada, sí se ocupan de Dios. A propósito de la publicación de la antología Las cosas que no son. Los aforistas y Dios por parte de Libros al Albur, reunimos un puñado de aforismos sobre Dios escritos por Juan Kruz, José Luis García Martín, Gregorio Luri o Jesús Cotta, entre muchos otros.


De poetas a aforistas

Iniciamos en El Aforista una ronda de entrevistas con poetas que, en un momento dado, empezaron a cultivar el género más breve, hasta incorporarlo a su quehacer cotidiano. Contribuyen Ana Pérez Cañamares, León Molina, José Luis Morante, Raquel Vázquez, Karlos Linazasoro y Erika Martínez, entre otros.


Cioran: la pausa del espíritu

Émil Cioran fue uno de los escritores más personalmente antihumanistas del s. XX. Nacido en Rumanía, hijo -como Nietzsche- de un pastor, recaló en París hasta su muerte, renegando de todos los rebaños. Sus libros, justamente célebres por su pesimista visión de la existencia, poseen una bella melancolía que los salva de la insulsa salmodia quejica. En ellos, además, encontramos muchos de los aforismos más redondos de la filosofía reciente; herederos, en parte, de los del Schopenhauer de Parerga y Paralipomena, así como de los textos breves de Lichtenberg y Kierkegaard, abordan de manera acerada y cruel algunos de los temas lacerantes de nuestra condición humana: la plenitud imposible, la muerte, el fracaso, la historia y sus pesos, la poesía y sus contrapesos...  En El Aforista nos hacemos eco de algunos de los reunidos en El ocaso del pensamiento (1940), uno de sus títulos formalmente más equilibrados y austeros, si es que se pueden usar dichos epítetos en un autor tan decididamente desmesurado.


Los aforistas y la paternidad

¿Qué queda de la paternidad en el siglo XXI? ¿Hay todavía hombres que la vivan como un hecho gozoso y crucial de sus existencias, incluso como una suerte de “bautismo” personal? Con el objetivo de aportar alguna luz a este asunto, capital en la vida de todo hombre, Libros al Albur ha invitado a varios aforistas a aportar sus textos donde dejan constancia de su experiencia personal al respecto, lo cual ha dado como fruto Fili Mei. Los aforistas y Dios, una antología que verá la luz en breve. Publicamos un breve adelanto en exclusiva.


Pessoa: aprender a no ser nadie

La obra y la personalidad de Fernando Pessoa han sido sobradamente estudiadas, analizadas e incluso desmenuzadas desde que, en 1982, se diera a conocer uno de los títulos mayúsculos del siglo XX, su proteico y deforme Libro del desasosiego. La pluralidad y heterogeneidad del autor eran, no sólo conocidas, sino fomentadas por él mismo, así que sería ocioso abundar de nuevo en ello. Aun así, tal vez se haya incidido excesivamente en su gusto por los heterónimos desde la perspectiva de la multiplicación de la identidad personal, orillando el hecho de que, detrás de ella, late un proyecto de destrucción de la misma, una verdadera tarea de conquista del anonimato esencial del ser humano.


Gil-Albert: el placer de discurrir

Un arte de vivir es un volumen misceláneo, compuesto por anotaciones dispersas entre las cuales los aforismos tienen un papel destacado, donde Juan Gil-Albert (Alcoi, 1904-Valencia, 1994) "escribe, como si se tratara de un dietario personal", en palabras de Claudia Simón, aquellas reflexiones en bruto que luego darían pie, o no, a algunos de sus poemas, ensayos o artículos de prensa. Ese carácter primario, un tanto visceral, nos permite acceder a la intimidad del escritor desde una perspectiva nueva, la cual ya habíamos avizorado en su Breviarium vitae. Son sus disquisiciones, aun inspiradas en la España de su época, de total actualidad, plenamente vigentes, lo cual nos informa, para nuestro espanto, de lo poco que cambian algunas naciones por mucho que muden sus estructuras políticas, y para nuestro consuelo, de lo mucho que perviven los buenos textos cuando apuntan a lo esencial.


Hiram Barrios: "El aforismo es una suerte de épica posmoderna"

El Aforista entrevista a Hiram Barrios, a propósito del boom aforístico que está experimentando España en los últimos años. Barrios (nacido en 1983) es escritor, traductor y catedrático. Estudió Letras en la UNAM y es especialista en Literatura Mexicana por la UAM. Ha publicado cuentos, poemas, ensayos y traducciones para distintas revistas, periódicos y suplementos culturales de circulación nacional. Textos suyos han aparecido en revistas de Colombia, Venezuela, Argentina y España. Es autor de los libros El monstruo y otras mariposas (ensayo, 2013) y Apócrifo (aforismo, 2014). Como experto estudioso del aforismo, también es responsable de la antología de autores mexicanos titulada Lapidario (2015). Es profesor de arte y literatura en el Tecnológico de Monterrey, Campus Estado de México.


Los sofismas de Vicente Núñez

Vicente Núñez (Aguilar de la Frontera, Córdoba, 1926 - 2002) empezó a publicar sus peculiares 'sofismas' en octubre de 1987, y siguió haciéndolo prácticamente hasta su muerte en las páginas de los periódicos Córdoba y El Correo de Andalucía. Según indica Miguel Casado, "se trata de tiradas breves, que recogen en cada caso ocho o diez frases, sin una especial ordenación ni alguna clase de afinidad temática". Estos sofismas se recogieron en volumen en varias ocasiones: Sofisma (1994), Entimema (1997) o Sorites (2000). El propio Casado publicó la antología Nuevos sofismas (Germania, Alzira, 2001), en la cual agrupaba los aforismos por temas, a modo de diccionario extravagante; con ello muchas de las anotaciones se iluminaban entre sí, logrando una apariencia sistemática que tal vez no había buscado conscientemente el autor (lo cual no significa que no existiera). En El Aforista compartimos algunos de los aforismos de este libro que más nos han llamado la atención.


Karl Kraus: el artista es el Otro

En palabras del filósofo y aforista Miguel Catalán, "de la síntesis entre lo ético estético procede la importancia del aforismo que, a partir de 1905, irá dominando toda la escritura del austríaco Karl Kraus (28 de abril de 1874 - 12 de junio de 1936), pero que constituye también la forma secreta de toda su escritura. Canetti lo expresa indicando que en sus libros y discursos nunca existió un principio organizador dominante, sino que las frases aisladas (inatacables, perfectas) iban ensamblando, el modo de sillares, una Muralla China igualmente eficaz en todas sus partes. Quintaesencia de su estilo y de un ideario personal que intentaba unificar fondo y forma, el aforismo de Kraus presenta una densidad excepcional y unas aristas cortantes, cualidades que tanto influirían en el estilo de escritura de Ludwig Wittgenstein, Elias Canetti, Thomas Bernhard o Peter Handke". El Aforista publica una breve selección de los aforismos de Karl Kraus, extraídos de La tarea del artista (Casimiro, Madrid, 2011), con la pertinente autorización de su traductor y antólogo, el propio Catalán, a quien agradecemos su generosidad.


María Zambrano: la entraña del cielo

En el libro titulado Dictados y sentencias (Edhasa, Barcelona, 1999), Antoni Marí realizó una selección de frases entresacadas de las obras de María Zambrano, tal vez la autora más densa, honda y audaz del pensamiento español de todos los tiempos. La exigencia de claridad que la propia Zambrano planteaba como horizonte moral y conceptual de la filosofía se traduce en un estilo con sobreabundancia de expresiones rotundas, apodícticas, válidas por sí mismas aunque deudoras de una cosmovisión que las ilumina y dignifica. Es por ello que la operación desnaturalizadora de Marí, y en general de todas las antologías que destilan aforismos a partir de textos de otra naturaleza, encuentra en este caso una plena justificación, tanto filosófica como poética.