La escritura aforística en Venezuela


Franklin Fernández.- La escritura aforística se remonta muy atrás en el tiempo, al menos hasta Grecia, es decir; hasta los clásicos de la antigüedad (Heráclito, Parménides, Empédocles). Su tradición nos presenta una amplia gama de fórmulas expresivas, de géneros en los que el pensamiento se plasma con laconismo, minuciosidad y concisión. El linaje de los moralistas franceses sigue el rastro de sus antecesores helenos, con un extraordinario manojo de pensadores -Pascal, La Rochefoucauld, La Bruyère, Chamfort, Joubert- hasta llegar a E.M. Cioran (1911-1995) y Roger Munier (1923-2010). Legítimos herederos de la visión culta, irónica y desenfadada de sus predecesores, pero profundamente sensible, apegada a la condición humana.



En Latinoamérica destaca la obra del poeta italo-argentino Antonio Porchia (1885-1968). Un místico cuyo pensamiento fragmentario quedó registrado en un solo libro, Voces. Con Porchia se revitalizó el género aforístico por su original estilo meditativo, contemplativo y espiritual: ‘Miles de soles lejanos no disipan la noche’. ‘El amor nace de dos amores y muere en uno’. ‘Reír de no reír, llorar de no llorar: ser de no ser’. Aforismos de extraordinaria belleza, pureza y vitalidad que hicieron comentar a Jorge Luis Borges en 1963: ‘Si Porchia fuera un escritor antiguo sería uno de los mejores poetas del mundo. Le ganaría a Heráclito en su terreno’.

Para el escritor José Balza, el discurso aforístico en Venezuela, comienza con el bibliófilo y lexicógrafo franciscano Juan Antonio Navarrete (1749-1814), cuya visión del mundo pareciera expresarla en su ya célebre Arca de Letras y Teatro Universal (1783). Diario meticuloso (cuya aparición coincide con el año de nacimiento de Simón Bolívar), con anotaciones precisas y rigurosas en su deseo de abarcar todas las vertientes del conocimiento de nuestro país y del mundo: comentarios históricos, tratados religiosos, curiosidades científicas, astronómicas, geográficas, filosóficas, humanísticas, literarias, espirituales, en fin. ‘Sereno testigo de una realidad vibrante… El fraile apunta la vida, es decir, sus ideas…’, escribirá Balza. Y es que Navarrete resultó ser una especie de bibliotecario o archivero clandestino, solitario, intimista… cuya labor no fue más que la de apuntalar ‘axiomáticamente’ durante años, buena parte del saber diario de su tiempo. Navarrete acostumbró a rasguear por orden alfabético palabras definitorias que, en su conjunto; suelen adaptarse más a la forma de un diccionario. Palabras y conceptos que definen, describen, puntualizan, orientan, detallan. Su modelo de trabajo lo acerca más al Diccionario del diablo de Ambrose Bierce (1911), o al Diccionario de Juguetería (1996), de Agustín Monreal. No en vano, el sentir moderado, meditativo y minucioso de Navarrete formaba parte de sus particulares vivencias: ‘Saltar, brincar, danzar: todas estas palabras abren la inteligencia’.



Simón Bolívar (1783-1830) y Simón Rodríguez (1769-1854), fueron también consumados pensadores, cuyas ideas arrastran arengas, frases y breves expresiones morales, sociales y políticas: ‘La mejor política es la rectitud’; ‘De lo heroico a lo ridículo no hay más que un paso’; ‘Yo temo más la paz que la guerra’, razonará Bolívar. ‘Sensibilidad intelectual es facultad de pensar. Piensen los americanos en su Revolución, y recojan los materiales de sus pensamientos’; ‘La terquedad pertenece al capricho, la firmeza es propia de la razón’; ‘El discurso debe ser aforístico: con los sabios debe hablarse por sentencias, porque, para ellos, las sentencias son palabras’, alegará Rodríguez.

A partir de 1893, en el El Cojo Ilustrado se recogen una serie de ‘Pensamientos sueltos’, ‘Soliloquios’ y ‘Prosillas’ (verdaderas sentencias, máximas y aforismos), de J. M. Núñez de Cáceres (1822-1911), Eugenio Méndez y Mendoza (1857-1903) y Luis Lovera Castro. Este último enunciará: ‘La ignorancia voluntaria de la sociedad, como del individuo, es la más temible de las pestes’. J.M. Núñez de Cáceres aclarará: ‘La sabiduría, por grande que sea, siempre deja ver que es hermana menor de la ignorancia, a quien sin pensarlo obedece a cada instante’. Y Lovera Castro formulará: ‘Anticonciencia: dolernos del mal que hemos dejado de hacer’.

De Juan Antonio Navarrete a Luis Lovera Castro (cuyos aforismos publicó este último en 1913), transcurrieron 130 años. Y de Lovera Castro a Freddy Ñáñez, 106. Lo que nos da un total de 236 años de escritura aforística en Venezuela.*
Así pues que, de Castro a Ñáñez, la aforística popular venezolana aparece tan rica, copiosa y variada como las anteriores, por lo que debemos enlazar una modesta pléyade de escritores venezolanos que han expresado a través de la escritura fragmentaria, todos los temas de la vida cotidiana, del pensamiento y de la emoción: José Antonio Ramos Sucre, Julio Garmendia, Juan Nuño, Ludovico Silva, María Jesús Silva, Lotty Ipinza, Alberto Hernández, Fernando Núñez Noda, Pedro Téllez, Reynaldo Pérez Só, Jesús Enrique Barrios, Gabriel Jiménez Emán, Rafael Cadenas, Eugenio Montejo, Gustavo Pereira, Juan Calzadilla, Chevige Guayke, Luis Alejandro Contreras, Arturo Gutiérrez Plaza, Azalea Quiñones, Juan Carlos Méndez Guédez, César Seco, José Balza, Víctor Guédez, Josu Landa, Luis Yslas Prado… y más recientemente, reitero, Freddy Ñáñez, nacido en Petare, en 1976.

Es bueno destacar aquí que Rafael Cadenas, Jesús Enrique Barrios, Gabriel Jiménez Emán, Luis Yslas y Freddy Ñáñez, han renovado el discurso aforístico en Venezuela.

Ñáñez es poeta, titiritero y editor. Fue Ministro del Poder Popular para la Cultura en el año 2016, y presidió durante varios años la Fundación para la Cultura y las Artes (Fundarte), de la Alcaldía de Caracas. Actualmente se desempeña como Presidente de Venezolana de Televisión. Entre sus libros de aforismos destacan tres compilaciones tituladas Del diario hastío: las que abarcan los períodos de 2009-2012 y 2013-2015, editadas por el autor en Caracas, y una síntesis que cubre los años 2009-2017, publicada en San Cristóbal por  Edo. Táchira. Los volúmenes han sido prologados por Juan Antonio Calzadilla Arreaza y Luis Britto García, respectivamente.

Estos Diarios son más que un conjunto de observaciones, esbozos, ocurrencias de los acontecimientos fortuitos o espontáneos que día a día Ñáñez supo aglutinar hasta constituir la sustancia de un libro; reflexiones frescas que matizó sobre el papel con minucioso cuidado. Centrémonos, pues, en este último libro de Ñáñez (y en el que se recogen los dos tomos anteriores).

Del diario hastío, (2009-2017), es un volumen extenso, de 402 páginas. De color amarillo y formato tradicional. Hermoso, muy bien editado. Eso en cuanto a su estética. En cuanto a su contenido, los textos se imponen con inesperada soltura e inadvertida autoridad. Con un lenguaje pulcro. Ñáñez maneja con maestría tanto el lenguaje poético como el lenguaje filosófico, es decir; el lenguaje aforístico. Sus reflexiones no exigen una extremada penetración. Son fáciles de leer, porque su estructura verbal es pura y despojada. Hay madurez en su lenguaje. Hay expresividad en su lenguaje. Hay sensibilidad y ardor en su lenguaje. Hay presencia y sentimiento humano, porque por el fluctúan sus pasiones mundanas, sus guiños, sueños, visiones, convicciones, candilejas, miedos, temores, necesidades, rabias, angustias… en fin: su conocimiento del mundo y de la vida, su intuición de ser, su inteligencia inquisidora y espíritu desafiante: ‘Dios existe como fe, no como verdad’.



¿A qué se debe la fortuna de este libro singular y cuáles son sus méritos? En principio, en esta selección de aforismos de Freddy Ñáñez se agrupan diversos modos del ‘pensar’ y del ‘sentir’. El afán de anotar mínimamente se convierte aquí en un modesto espacio de meditación y reflexión, un discurso que a manera de crítica ejerce una interpretación valorativa de su producción artística. Freddy Ñáñez pretende asomarse al mundo discretamente por la rendija del aforismo. Incluso por la hendidura de la prosa. La parte atractiva de este Diario de Ñáñez, es que sirve para animar ese ejercicio de lectura y el acercamiento a cada fragmento nos permite contemplar también por el ojo de la puerta.

Reitero que este libro trata temas generales, y en parte es autobiográfico. Sacan a la luz los temas centrales de su literatura (el tedio, el poema, el amor, la escritura, la soledad, la religión, la política, la humanidad, la muerte). ‘El aburrimiento es una investigación’, escribirá Cioran. Y es precisamente sobre esa idea del hastío, del tedio, del aburrimiento… donde se encuentran algunas de las cualidades investigativas que fundamentan y sostienen intelectualmente la obra de Freddy Ñáñez: ‘Contra la voracidad del tiempo, cultivo la flor del tedio’; ‘El ritmo en la escritura es involuntario: es la expresión de tu fatiga’; ‘Pensar en algo exige dejar de pensar en algo’. Algunos plenos de un dolor tonificante o de un malestar irónico y hasta humorístico: ‘El problema no son los premios (sus aciertos, sus equívocos). El problema es la alfaguarización de los sentidos’.

Y ya que nombramos a Cioran, hagamos una breve pausa para confrontar algunos de los textos de Ñáñez con la de otros escritores. ¿Con qué escritor o grupo de escritores vincularía sus textos? En principio, los relacionaría con las Voces de Antonio Porchia (1885-1968). Escribe Freddy: ‘El reencuentro es un poco de eternidad’. Y Porchia: ‘El recuerdo es un poco de eternidad’. Por universos singulares, se accede a universos alternos. ‘Un pensamiento llena la eternidad’, escribirá William Blake. ‘El aforismo, la sentencia, son las formas de la eternidad’, aclarará Nietzsche. Y Ñáñez: ‘La escritura es el arte de hablar con la eternidad’.

Vincular los aforismos de Ñáñez con los de E.M. Cioran (1911-1995) o Friedrich Nietzsche (1844-1900) no es un error. Cuando sus puntos de vista coinciden en lo oscuro y son en extremo crudos, avinagrados y excesivamente ácidos, no hay temor a errar o equivocarse. La ironía y la agudeza de Ñáñez lo aproximan a ambos autores. Ñáñez escribe: ‘Me informan que Carlos Andrés Pérez ha muerto de un infarto esta mañana. Sentí vergüenza: ¡los dictadores no pueden morir de muerte natural!’; ‘Ser hombre es impracticable’; ‘La algarabía de los adictos al luto. ¡El peor de los espectáculos!’; ‘Lo eterno de la eternidad: su funeral’; ‘Al poema no se llega por oficio sino por desesperación’; ‘En el cementerio, absorto ante una fosa. Pensé que miraba el abismo: en realidad posaba para él’; ‘Alegría: estado afirmativo de la incertidumbre’; ‘Tengo miedo de perder el miedo al fracaso’. Tono de pesimismo, pero que, al igual que en Cioran o en Nietzche, se nutre finalmente de cierto optimismo y vitalidad: ‘Todo lo que amamos está en riesgo’; ‘La vida es la lucha en sí: se necesita vigor hasta para rendirse’; ‘Luchamos a diario por un poco de autocompasión’; ‘Un problema verdadero no tiene solución. Luego no es un problema sino una existencia que persiste’. Y, finalmente, vincularía sus aforismos a los del maestro Juan Calzadilla (1931): ‘Cada quien carga con su punto de vista. Que lo lleve como una cruz o como una bomba de tiempo, eso es asunto suyo’. (Juan Calzadilla, Cara o Cruz, en: ‘Editor de Crepúsculos, máximas y mínimas’. Caracas, 2014).


La literatura fragmentaria es un sistema literario. Complejo, íntimo, vivencial. En lo personal me gusta escribir a cuentagotas, sin tantos palabreos, como lo hicieron los grandes: Heráclito, Nietzsche, Cioran, Munier, Porchia. Amo profundamente ese pequeño fulgor que es el aforismo. A través del adagio logro armonizar la abundancia de cuanto anima mi espíritu. Cosa que no puedo lograr a través del poema en prosa.

A fin de cuentas, nuestro Freddy Ñáñez es uno de los grandes cultivadores del género en el país. Ha creado su propio lenguaje. Sus aforismos brillan con luz propia y poseen una intensidad pura.

El aforismo es un fulgor, dice Munier. ‘El fulgor del pensamiento’, el fulgor del instante. Ñáñez, sin duda alguna, escribe bajo el impulso del instante. Es su naturaleza. Porque el fulgor del instante es la necesidad misma del aforismo: ‘En la escritura fragmentaria hay tanta pletórica verbal como luz en los relámpagos: lo suficiente’.


* No incluyo en este inventario cronológico, la colección de cien aforismos filosóficos de los Axiomata Caracensia de los que habla José Balza en su ensayo El discurso aforístico, con respecto a Antonio José Suárez de Urbina y de Francisco José Suárez de Urbina, y publicados ‘posiblemente’ entre 1758 y 1764. De sumarse esos cien aforismos a partir de 1758, estaríamos hablando de 261 años de escritura aforística en Venezuela.


Franklin Fernández (Caracas, Venezuela, 1973) es licenciado en Artes Plásticas (2003) por el Instituto Armando Reverón (Iuesapar), actual Universidad Nacional Experimental de las Artes (Uneartes), en Caracas. Promotor cultural, egresado del Taller de Poesía del Celarg (1999). Ha publicado, entre muchos otros, los libros El Señor de Barcelona. Textos sobre la obra de Régulo Martínez (Fundación Editorial El Perro y La Rana. Caracas, 2017); Silabario del Incierto. Entrevistas a Juan Calzadilla, (Fundarte, Alcaldía de Caracas. Caracas, 2015); Trizas. Aforismos, 1998-2015 (Libros al Albur. Sevilla, 2015) y Poemas-Objeto: Cuerpo y textura de la poesía. 1998-2008 (Fundación Editorial El Perro y La Rana, Caracas, 2011).





Se publica el primer Anuario del Aforismo Español

Apeadero de Aforistas publica el primer Anuario del Aforismo Español, destinado a reunir en un único volumen textos de creación y reflexión sobre el género más breve. Con ello, Apeadero de Aforistas trata de dotar al género más breve en España de una herramienta útil para el debate y el estudio. Incluye aforismos inéditos, reseñas de los libros más relevantes publicados durante el año y artículos de análisis. Escriben, entre otros, Ramón Andrés, Carmen Canet, José Mateos, Carmen Camacho, Manuel Neila, Eliana Dukelsky, Gemma Pellicer, Ander Mayora o Felix Trull.

Dionisia García: comprender mejor el mundo

Dionisia García escribe para comprender mejor el mundo y poder pararse a valorar las cosas elementales de la vida que, a veces, desatendemos. Estas son las intenciones que tienen las palabras que la autora reúne en estos aforismos que son búsquedas, primores de lo cotidiano que olvidamos y que ella con su sabiduría, sensibilidad, más el bagaje que dan los años, nos entrega generosamente. Con un estilo claro, humor fino y elegante, con un lenguaje sencillo y humano envuelto en poesía, sus frases nos sorprenden porque elevan lo cotidiano y lo elemental como una cometa que puede llegar a lo más alto.

Aforismo y pensamiento: una aproximación

El aforismo, que antaño sintetizaba las grandes verdades en un formato lapidario y contundente, se aviene en el siglo XXI a entremezclarse con la nota lírica, con la divagación, con el apunte irónico. Ya no admite el tono campanudo de otras épocas, tal vez más ingenuas. Sabemos demasiado como para seguir haciéndonos trampas al solitario. Quisimos ser como dioses, y nos hemos descubierto aprendices de bufón. A duras penas podemos tomarnos a nosotros mismos en serio. Ahora, pensar se limita a registrar nuestra propia impotencia, bajo el aspecto de verdades raudas, provisionales.

Defensa de los libros de aforismos (y de los aforismos en libro)

¿Pierde algo el aforismo, en cuanto manifestación literaria, con su proliferación actual, ajena al formato libro (p. ej., redes sociales)? ¿Está el género más breve condenado a sobrevivir en un rincón, sin relevancia, sin densidad, flotando en el ambiente, confundido entre eslóganes publicitarios y consignas políticas, cívicas y sociales? En este texto se reflexiona sobre la necesidad que tiene el aforismo, y el lector de aforismos, del formato libro para poder alcanzar la profundidad que requiere y que merece.

Se da a conocer el veredicto de los Premios AdA de Aforismo

En su afán de promover el mejor conocimiento del aforismo español contemporáneo, en todas sus facetas, Apeadero de Aforistas promueve los primeros Premios AdA de Aforismo, correspondientes a los títulos editados durante 2018. Estos premios no tienen dotación económica y su propósito no es otro que el de llamar la atención del público lector sobre ciertas obras y autores que, en opinión del jurado, han destacado por su calidad a lo largo del año anterior. El veredicto fue dado a conocer en el curso de la Jornada Nacional de Aforistas, celebrada el sábado, 30 de marzo de 2019, programada dentro de los actos de la Semana del Aforismo de Sevilla. El acto tuvo lugar en el salón de actos de la Biblioteca Pública de la capital andaluza.

El Aforista abre un canal propio en YouTube

Con el propósito de compartir con autores y lectores de aforismos aquellos materiales de carácter no estrictamente textual (conferencias, debates, presentaciones de libros, lecturas), El Aforista ha abierto un canal en You Tube al que vamos a subir, con regularidad, vídeos y audios acerca del género más breve. Os invitamos a conocerlo.

Caosmos: ¿cómo se organiza un libro de aforismos?

La cuestión de cómo organizar un libro de aforismos (cuya génesis suele ser azarosa e incluso caótica, al ritmo de la ocurrencia y la inspiración) está cobrando, con la maduración del género, una urgencia insoslayable. Si, hasta fechas recientes, el lector acogía con gusto -e incluso con cierto alivio- la relativa informalidad con que se sucedían los aforismos en los volúmenes al uso, lo cual les otorgaba la apariencia de cuaderno de notas o diario al vuelo, la proliferación de títulos aforísticos que se ha venido produciendo en los últimos años amenaza con saturarle ante el aluvión de frases inconexas y sugerencias sin hilación aparente entre sí.

Los aforistas y la paternidad

¿Qué queda de la paternidad en el siglo XXI? ¿Hay todavía hombres que la vivan como un hecho gozoso y crucial de sus existencias, incluso como una suerte de “bautismo” personal? Con el objetivo de aportar alguna luz a este asunto, capital en la vida de todo hombre, Libros al Albur ha invitado a varios aforistas a aportar sus textos donde dejan constancia de su experiencia personal al respecto, lo cual ha dado como fruto Fili Mei. Los aforistas y Dios, una antología que verá la luz en breve. Publicamos un breve adelanto en exclusiva.

Más allá de la brevedad

El aforismo es el género más breve, de eso no cabe ninguna duda. Sin embargo, cuanto más vueltas le doy a esta evidencia material, más tiendo a revisar las bases sobre las que se funda. Aunque resulta irrebatible que el aforismo logra plasmar una idea de forma sumamente eficiente, empleando el menor número de recursos, no me parece que sea esa la condición suficiente para tildar de aforística una frase cualquiera.

Enciclopedia de libros españoles de aforismos

Inauguramos nueva sección, en la que vamos a empezar a recopilar los mejores aforismos de los libros escritos por autores nacidos o residentes en España, y publicados en nuestro país a partir del año 2010 en adelante. Lo hacemos para reunir en un único espacio virtual la más ingente cantidad de información posible sobre este tema, a modo de "enciclopedia" para su consulta por parte de cualquier interesado o estudioso en el futuro. Las primera obras que incorporamos son los libros de Carlos Marzal, Ana Pérez Cañamares, Manuel Neila, Victoria León, José Luis Morante, Ander Mayora, Jordi Doce, Dionisia García, Fernando Menéndez, Erika Martínez, Felix Trull, José Antonio Santano, Emilio López Medina, Carmen Canet, José Ángel Cilleruelo, Pedro Roso, Antonio Rivero Taravillo, Miguel Ángel Arcas, Gabriel Insausti y Mario Pérez Antolín, entre otros.

Ética del aforismo

En las distintas disecciones que ha sufrido el género aforístico en los últimos tiempos, son preferentes aquellas que lo abordan desde una perspectiva filológica, tratando de precisar sus contornos formales (más allá de los cuales cambiaría de nombre), o bien filosófica, atendiendo a sus principios epistemológicos, de captura necesariamente fugaz de una realidad siempre cambiante. Personalmente, echo de menos prestar mayor atención a una dimensión que escapa tanto a uno como a otro abordaje teórico, y es el que atañe a la ética del aforismo. En este artículo, se trata de acometer dicho abordaje para delinear una posible moralidad subyacente a la elección de la brevedad como forma de expresión literaria.

El aforismo ante el espejo

Toda acometida teórica sobre el aforismo corre el riesgo de asfixiar lo que éste posee de más genuino, justamente: su lacónica e indómita polisemia. Tal vez del aforismo sólo pueda dar cuenta veraz, leal y confiable... otro aforismo. En esta brevísima antología recogemos algunos de los "metaforismos" (o aforismos al cuadrado) que hemos espigado de entre los libros publicados por autores españoles vivos en los últimos años.

De poetas (a) aforistas

El Aforista comienza una ronda de entrevistas con poetas que, en algún momento, se sintieron atraídos por el género más breve y empezaron a escribir aforismos hasta incorporarlos a su quehacer cotidiano. Empezamos con Ana Pérez Cañamares, León Molina, Raquel Vázquez, Karlos Linazasoro, Miguel Cobo Rosa, José Luis Morante y Erika Martínez.