Cuestionario Chamfort: Jordi Doce


El Aforista somete a los aforistas españoles al Cuestionario Chamfort, un listado cerrado de preguntas sobre la escritura más breve, con el propósito de cartografiar un mapa más o menos minucioso del estado del género actualmente en España. En esta ocasión, nos visita Jordi Doce.


Jordi Doce (Gijón, 1967) es poeta, crítico y traductor. Doctor en letras por la Universidad inglesa de Sheffield. Ha sido lector de español (1997-2000) en la Universidad de Oxford y anteriormente en la propia Universidad de Sheffield (1993-1995). Además de traducir la poesía de W. Blake, T. S. Eliot, Ted Hughes, Charles Simic y Charles Tomlinson, es autor de los poemarios Lección de permanencia (Pre-Textos, 2000), Otras lunas (XXVIII Premio de Poesía Ciudad de Burgos; DVD, 2002) y Gran angular (DVD, 2005). En prosa ha publicado Hormigas blancas (Bartleby, 2005), Imán y desafío (V Premio de Ensayo Casa de América; Península, 2005), Curvas de nivel y Perros en la Playa (La Oficina, 2011).


1. ¿Recuerda cuándo empezó a escribir a aforismos de una forma consciente, es decir, comprometido con el género en cuanto autor?

Muy pronto, en 1991 o 92. Poco después de comprobar que no todo se podía decir en un poema. O de vislumbrar que un pensamiento, en ocasiones, puede llegar más lejos dando un salto, aunque luego deba retroceder.


2. ¿Cuál es su método de creación y composición de aforismos? ¿Los corrige de forma concienzuda, o prefiere respetar la primera intuición?

La cuestión es escribir un poco sin pensar, intentando sortear las vallas y obstáculos de una razón demasiado razonable. Más que corregir, lo que hago es dejar pasar mucho tiempo antes de releerlos. Entonces pulo, afino y selecciono.


3. ¿Cuáles son sus aforistas de cabecera?

Por este orden: Canetti, Lichtenberg, Juan Ramón Jiménez.


4. Dígame su aforismo favorito, aquel que envidia no haber escrito usted.

¡Hay tantos! Pero quizá este (elijo a bote pronto) de Lichtenberg: «Casi todos los hombres fundan su escepticismo respecto a una cosa en la fe ciega en otra».


5. ¿Recuerda el mejor aforismo sobre el aforismo que haya leído?

La verdad es que no. Sí recuerdo con especial afecto el último párrafo del «Preliminar» que Canetti puso al frente de La provincia del hombre: «Me gustaría que algunos anotaran también la vida en sus saltos. Parece que los saltos pertenecen más a todos; cada uno, sin especiales dificultades, puede ir a buscar aquello que le concierne. […] La verdadera unidad de una vida es una unidad secreta, y donde actúa con más eficacia es allí donde se esconde sin proponérselo».

En otro sentido, me gusta mucho –y la cito a menudo– la idea del poeta canario Francisco León de que «los aforismos no pueden ser tomados como leyes para los demás, sino como expresiones de deseo para quien los escribe». Me parece una noción luminosa que clarifica, digamos, el porqué del carácter moral del aforismo, que para mí es algo distinto de la máxima o la sentencia, aunque a veces, para ganar en persuasión, pueda impregnarse de acentos sentenciosos.


6. ¿Qué lugar ocupa el aforismo en su actividad creadora, respecto a otros géneros?

Central. Es una válvula de escape, la práctica de escritura a la que siempre vuelvo para recuperar la frescura y cierta inconsciencia juvenil. Es también el aire en el que vive y se mueve –que respira– el resto de mi escritura, el pegamento que une los fragmentos.


7. ¿Cree que se está produciendo en España cierta burbuja aforística?

La palabra «burbuja» parece tener cierta connotación negativa, como si el género del aforismo experimentara algo parecido a una inflación especulativa. Supongo que algunos escritores de aforismos son genuinos y otros han surgido al calor de la moda, que en efecto existe, pero no soy quien para distinguirlos más allá de mi respuesta intuitiva –o afectiva– como lector. Sin olvidar que los aforismos (propios y ajenos) hay que dosificarlos; no se puede estar leyendo y escribiendo frases sueltas habitualmente, o al menos yo no soy capaz; me empacho fácilmente.


8. ¿Qué influencia cree que pueden haber ocasionado ciertos fenómenos sociales (como la publicidad o las redes sociales) en el actual boom del aforismo?

Espero que ninguna. Me gustaría pensar que la dimensión moral –ferozmente escéptica e individualista– del aforismo se enfrenta de cara a los clichés publicitarios y a la inflación del yo y la tontería de las redes sociales. Hay greguerías y juegos de palabras que pueden, tal vez, reutilizarse en lemas publicitarios, pero el aforismo es otra cosa.


9. ¿Qué virtud y qué peligro puede tener el aforismo respecto a otros géneros literarios?

Creo que ya hemos enumerado las virtudes del aforismo: su carácter libertario, irreducible a normas y sistemas; su capacidad para moverse libremente y surgir cuando menos se le espera. Quizá el gran peligro del aforismo consista en pensar que todo se puede pensar con él, o a su manera. También hay un pensar que depende de la sintaxis y la articulación, del merodeo más o menos sistemático. No se puede estar saltando todo el tiempo. El abuso del aforismo conduce a la trivialización, tanto del género como del pensamiento mismo.


10. Para terminar, obséquieme con un aforismo inédito, nunca antes publicado en ningún otro sitio.

«Sí, algunos no dejamos de tropezar en la misma piedra, pero siempre con la esperanza de salir rebotados a un lugar más interesante».


 Revista Uroboro


CUESTIONARIO CHAMFORT


Gabriel Insausti

Nacido en San Sebastián en 1969, poeta, traductor y profesor de literatura. Es Doctor en Filología Hispánica y en Filología Inglesa. Desempeña su labor docente en el departamento de Literatura hispánica y Teoría de la literatura de la Universidad de Navarra. En el género aforístico, la editorial Renacimiento de Sevilla acaba de publicar Preámbulos, donde se recopila una buena parte de su quehacer en este campo.


León Molina

El autor, nacido en Cuba y residente en Albacete, ha publicado su primer libro de aforismos en 2015, Mapa de ninguna parte, el cual ha sido saludado por la critica como uno de los hitos del género en castellano de los últimos años. Aparte, es dueño de un hondo decir poético, plasmado en títulos como Llegar o El taller del arquero.


Carmen Camacho

Joven autora dotada de una inventiva fértil y provocadora, Camacho es conocida, aparte de por sus originalísimos aforismos y contraaforismos, por su labor didáctica y docente (organiza talleres de creación de aforismos con regularidad) y por su vocación dinamizadora de todo tipo de eventos literarios y culturales.


Elías Moro

Moro, que actualmente reside en la ciudad extremeña de Mérida, es poeta y narrador, aparte de prolífico aforista. Su libro El juego de la taba lo dio a conocer al público lector del género más breve, y en 2015 ha publicado Algo que perder, con el que confirma su don natural para la expresión rápida y concisa.


José Luis Morante

Morante, cuya obra poética ha mericido el  Premio Luis Cernuda, el Internacional de Poesía San Juan de la Cruz, o el Hermanos Argensola. Ha publicado varios libros de poesía y ensayo literario. Es responsable del blog Puentes de Papel. En el género aforístico, escribió Mejores días y acaban de aparecer sus Motivos personales (2015).


Mario Pérez Antolín

De uno de los libros de Pérez Antolín dijo Eugenio Trías que "está lleno de chispazos de inteligencia y sabiduría que acreditan el oficio del que escribe". Victoria Camps, por su parte, elogio de él que "muestra con su escritura que el pensamiento es capaz de emocionar al dejar de ser ese discurso árido que sólo sabe enlazar abstracciones y nos distancia del mundo".


Manuel Neila

Neila es poeta, crítico literario y traductor. Su interés por las “formas breves", en general, y por el aforismo, en particular, se viene materializando en libros como El silencio roto, Pensamientos de intemperie (que incluye una selección de los cuadernos El silencio roto, Palabras en vilo, La voz desnuda, Juicios en alarde) y Pensamientos desmandados, que acaba de aparecer en Ediciones de La Isla de Siltolá.



 aforistas.com



RESEÑAS DE LIBROS DE AFORISMOS


Aforistas españoles vivos

Como un suculento y nutricio menú degustación ha sido mi lectura de este Aforistas españoles vivos que Libros al Albur ha puesto al alcance de los lectores aficionados al género. Un espléndido menú de once platos sabiamente combinados en los que, en variadas dosis y tiempos de cocción, y picando de aquí de y de allá, se paladean todos los sabores conocidos, si bien, al menos para quien esto suscribe y acaso producto de los tiempos que corren, lo ácido y lo amargo se llevan la palma.



De los aforismos de Lichtenberg, que tradicionalmente han conocido una excelente acogida en el mercado editorial español, existen tres ediciones distintas, publicadas por Edhasa, Cátedra y Fondo de Cultura Económica. Este volumen publicado por Hermida Editores, el primero de la obra completa que ahora se publica en traducción de Carlos Fortea y prólogo de Jaime Fernández, recoge los tres primeros cuadernos según la edición canónica publicada en alemán, con lo cual nos encontramos ante una novedad de importancia dentro del género en español.



Los Aforismos de Oscar Wilde que recopila Gabril Insausti en esta edición recientemente editada por Renacimiento, dentro de la magnífica colección A la mínima dirigida por Manuel Neila, suponen una magnífica demostración del inmenso talento del autor para el género más brave. Se trata, en su mayoría, de frases entresacadas de sus propias obras, que avalan la capacidad sintética, incluso sentenciosa, del irlandés.


Ilusión y verdad del arte, de Nietzsche

Ilusión y verdad del arte es una antología de pensamientos de Friedrich Nietzsche en torno al tema de la ilusión y la autenticidad en el arte. Escogidos, traducidos y prologados por Miguel Catalán, dan una visión panorámica de las ideas del filósofo alemán sobre la función y el sentido del arte en la vida humana. Aunque el orden de los textos es temático y no temporal, por estas páginas van pasando ante los ojos del lector las distintas fases del pensamiento de Nietzsche hasta los casi desconocidos fragmentos póstumos.



Reflexiones del señor Z. no es un libro de aforismos, en el sentido clásico del término: sus 259 textos, más o menos breves todos ellos, encajan mal con la aspiración más o menos moral, más o menos sapiencial, del lapidario género más breve. Aquí, unos llevan a otros, como cuentas distintas de un mismo collar. Reflexiones del señor Z. tampoco es un libro de microrrelatos, entendidos como lentejuelas narrativas que brillan un momento, cuando incide sobre ellas la luz de la lectura, y luego se apaga. En este caso, la luz rebota y va dando saltos, sin encontrar un posadero al final.



La ventana invertida, del filósofo y mago Miguel Catalán, no es su primer libro. Ni es el primer libro suyo que leo. A Catalán, como a mí, le gusta lo breve. Seguramente, al igual que yo, lo ha leído todo. Sin duda es un lector exhaustivo, pero se queda con lo nuclear, lo contundente, lo esencial. Y todo ello le inspira lo propio. Esta “ventada invertida” lo presupone. Se nota que tiene un gran dominio de la concisión, al menos para expresar sus pensamientos por escrito. Y yo se lo agradezco profundamente. Esta ventana suya nos ofrece las reflexiones que se hace a sí mismo sobre su entorno más interno y externo.



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