Las palabras mayores de Ramón Andrés


José Luis Trullo.- Se ha hablado de un "boom" aforístico en España, el cual ha permitido la publicación, en los últimos 15 años, de una docena de libros muy estimables, y también de varias decenas de títulos anodinos e irrelevantes. Entre los primeros hay que incluir los escritos por Ramón Andrés, eminente poeta y musicólogo, a saber: Los extremos (2011), Malas raíces (2010-2015) y Puntos de fuga (2012-2015), estos dos últimos incluidos en Poesía reunida. Aforismos, obra publicada por la editorial Lumen en el año 2016.

Los aforismos de Andrés rehúyen, desde el principio, los clásicos clichés del género: no abundan en el humor gratuito ni en los fáciles juegos de palabras, evitan los ya clásicos -y molestos, por lo previsibles- retruécanos y paradojas, los chistes, los refranes retorcidos, las sentencias reescritas, etc. Toda esta higiene verbal (que lo es, ante todo, intelectual y también espiritual) redunda en una escritura destilada, trufada de alta cultura, lecturas y vivencias entreveradas por la pauta del tiempo y la reflexión. Así, creo yo, deberían escribirse todos los aforismos que se quieran destinados, ya que no a permanecer, sí al menos a la relectura: con la plena conciencia de la gravedad del paso que supone escribir, pero con la relativa soltura de quien se sabe víctima y verdugo de su propio destino.

Desde el principio se ubica Andrés en el ámbito que ambiciona: el de la reflexión acerca de la existencia, de sus grandes temas, temores y querencias. "La muerte no está al final de la vida; está en su centro". "No se puede corregir una especie que ha nacido bajo el estigma de la espera". "La perspectiva: ilusión de que las cosas están en su sitio". "La materia oscura somos nosotros". "Pensar significa, casi siempre, apropiarse".

Aúna Andrés, en un mismo trazo, el sopesar filosófico con la responsabilidad moral: son las suyas frases de un espíritu encarnado, cuando no descarnado, que se saja a sí mismo para respirar, absorber humedad y exhalar vapor. El aire del que precisa la escritura de Andrés es tanto vivencial como libresco, religioso como musical, artístico como cultual. Se percibe en el modo en el que han sido escritos estos aforismos una atmósfera ancestral, como una tenue luz que procede de muy lejos y que ha alumbrado a los grandes espíritus de cualquier época. "Sentir que se procede de una resonancia, de una reverberación que todavía, a solas, oímos".

No sorprende, pues, encontrar en estos textos referencias continuas a poetas, pintores, compositores: todos son primos carnales del viajero por la sombra, manos amigas para no desfallecer durante la travesía, aunque siempre con el presentimiento de que cada marino navega con su propia barca hacia un puerto distinto (lo cual no excluye un sentir común y una desembocadura compartida): "La luz de un faro nos hace navegables", "Los antepasados reman en nuestra sangre", "Siendo el final tan previsible, vivimos, sin embargo, con la incógnita", "Detrás nuestro, una infinidad de osarios y peldaños".

Esta singularidad personal, de la cual el autor es plenamente consciente, y de la que no se avergüenza (más bien todo lo contrario), constituye el escenario primigenio donde puede cimentarse un germen de comunidad: "Echar semillas para repoblar la soledad", "La única fraternidad: la del homo absens", "La salvación: hallar a quien admirar". Es, sí, desde la admiración (la maravilla y el pasmo) como podemos, si no poblar la tierra, sí al menos surcarla sin mancillarla y convivir con esos extraños que nos rodean y a los que nos parecemos tanto, a veces.

En una civilización como la occidental, que en palabras de Andrés "toca a su fin porque se vive como consumación", parece una auténtica proeza conservar el temple necesario para sortear la amargura y su rostro amable, la ironía. Los aforismos de Andrés lo consiguen. Su blanquísimo pentagrama -el cual, como ese lienzo al que hay que aplicar una capa previa de imprimación para poder pintar sobre él, ha sido previamente depurado y calibrado con mano rigurosa- se nos aparece tachonado de hallazgos y reencuentros, de ricos armónicos históricos y personales, de sugerencias y atisbos: de vida alta y plena, al fin, incluso cuando advierte su precariedad y su capacidad para el autoengaño. "Eslabones de la misma cadena: las convicciones", "Hemos necesitado el concepto de lo exacto para que la ficción cuadre", "La ciencia, la religión, el progreso, el arte, la filosofía, son gradaciones del consuelo", "Las convicciones son parásitos; hay que fumigar las doctrinas", "No hay prisa. Aquellos que corren bajo la lluvia, huyendo borrosos y con la silueta arrancada, también se desharán"...

Son las palabras mayores de Andrés un sortilegio contra la frivolidad y un antídoto respecto a la tentación de mostrarse patéticamente solemne. Hay en estos aforismos algo justo, equilibrado y sabio que nos reconcilia con la esencia de lo humano. Es preciso hacerse con ellos y llevarlos, como amuletos, siempre encima. No lo lamentarán.



Libros al Albur


Enciclopedia de libros españoles de aforismos

Inauguramos nueva sección, en la que vamos a empezar a recopilar los mejores aforismos de los libros escritos por autores nacidos o residentes en España, y publicados en nuestro país a partir del año 2010 en adelante. Lo hacemos para reunir en un único espacio virtual la más ingente cantidad de información posible sobre este tema, a modo de "enciclopedia" para su consulta por parte de cualquier interesado o estudioso en el futuro. Las primera obras que incorporamos son los libros de Carlos Marzal, Ana Pérez Cañamares, Manuel Neila, Victoria León, José Luis Morante, Ander Mayora, Jordi Doce, Dionisia García, Fernando Menéndez, Erika Martínez, Felix Trull, José Antonio Santano, Emilio López Medina, Carmen Canet, José Ángel Cilleruelo, Pedro Roso, Antonio Rivero Taravillo, Miguel Ángel Arcas, Gabriel Insausti y Mario Pérez Antolín, entre otros.


Los aforistas que se ocupan de Dios

Una somera lectura de los libros publicados en España en los últimos años, y ciñéndonos exclusivamente al siglo XXI, nos permite afirmar, de manera taxativa, que los aforistas españoles vivos, contra la impresión apresurada, sí se ocupan de Dios. A propósito de la publicación de la antología Las cosas que no son. Los aforistas y Dios por parte de Libros al Albur, reunimos un puñado de aforismos sobre Dios escritos por Juan Kruz, José Luis García Martín, Gregorio Luri o Jesús Cotta, entre muchos otros.


De poetas a aforistas

Iniciamos en El Aforista una ronda de entrevistas con poetas que, en un momento dado, empezaron a cultivar el género más breve, hasta incorporarlo a su quehacer cotidiano. Contribuyen Ana Pérez Cañamares, León Molina, José Luis Morante, Raquel Vázquez y Antonio Rivero Taravillo, entre otros.


Cioran: la pausa del espíritu

Émil Cioran fue uno de los escritores más personalmente antihumanistas del s. XX. Nacido en Rumanía, hijo -como Nietzsche- de un pastor, recaló en París hasta su muerte, renegando de todos los rebaños. Sus libros, justamente célebres por su pesimista visión de la existencia, poseen una bella melancolía que los salva de la insulsa salmodia quejica. En ellos, además, encontramos muchos de los aforismos más redondos de la filosofía reciente; herederos, en parte, de los del Schopenhauer de Parerga y Paralipomena, así como de los textos breves de Lichtenberg y Kierkegaard, abordan de manera acerada y cruel algunos de los temas lacerantes de nuestra condición humana: la plenitud imposible, la muerte, el fracaso, la historia y sus pesos, la poesía y sus contrapesos...  En El Aforista nos hacemos eco de algunos de los reunidos en El ocaso del pensamiento (1940), uno de sus títulos formalmente más equilibrados y austeros, si es que se pueden usar dichos epítetos en un autor tan decididamente desmesurado.


Pessoa: aprender a no ser nadie

La obra y la personalidad de Fernando Pessoa han sido sobradamente estudiadas, analizadas e incluso desmenuzadas desde que, en 1982, se diera a conocer uno de los títulos mayúsculos del siglo XX, su proteico y deforme Libro del desasosiego. La pluralidad y heterogeneidad del autor eran, no sólo conocidas, sino fomentadas por él mismo, así que sería ocioso abundar de nuevo en ello. Aun así, tal vez se haya incidido excesivamente en su gusto por los heterónimos desde la perspectiva de la multiplicación de la identidad personal, orillando el hecho de que, detrás de ella, late un proyecto de destrucción de la misma, una verdadera tarea de conquista del anonimato esencial del ser humano.


Gil-Albert: el placer de discurrir

Un arte de vivir es un volumen misceláneo, compuesto por anotaciones dispersas entre las cuales los aforismos tienen un papel destacado, donde Juan Gil-Albert (Alcoi, 1904-Valencia, 1994) "escribe, como si se tratara de un dietario personal", en palabras de Claudia Simón, aquellas reflexiones en bruto que luego darían pie, o no, a algunos de sus poemas, ensayos o artículos de prensa. Ese carácter primario, un tanto visceral, nos permite acceder a la intimidad del escritor desde una perspectiva nueva, la cual ya habíamos avizorado en su Breviarium vitae. Son sus disquisiciones, aun inspiradas en la España de su época, de total actualidad, plenamente vigentes, lo cual nos informa, para nuestro espanto, de lo poco que cambian algunas naciones por mucho que muden sus estructuras políticas, y para nuestro consuelo, de lo mucho que perviven los buenos textos cuando apuntan a lo esencial.


Hiram Barrios: "El aforismo es una suerte de épica posmoderna"

El Aforista entrevista a Hiram Barrios, a propósito del boom aforístico que está experimentando España en los últimos años. Barrios (nacido en 1983) es escritor, traductor y catedrático. Estudió Letras en la UNAM y es especialista en Literatura Mexicana por la UAM. Ha publicado cuentos, poemas, ensayos y traducciones para distintas revistas, periódicos y suplementos culturales de circulación nacional. Textos suyos han aparecido en revistas de Colombia, Venezuela, Argentina y España. Es autor de los libros El monstruo y otras mariposas (ensayo, 2013) y Apócrifo (aforismo, 2014). Como experto estudioso del aforismo, también es responsable de la antología de autores mexicanos titulada Lapidario (2015). Es profesor de arte y literatura en el Tecnológico de Monterrey, Campus Estado de México.


Los sofismas de Vicente Núñez

Vicente Núñez (Aguilar de la Frontera, Córdoba, 1926 - 2002) empezó a publicar sus peculiares 'sofismas' en octubre de 1987, y siguió haciéndolo prácticamente hasta su muerte en las páginas de los periódicos Córdoba y El Correo de Andalucía. Según indica Miguel Casado, "se trata de tiradas breves, que recogen en cada caso ocho o diez frases, sin una especial ordenación ni alguna clase de afinidad temática". Estos sofismas se recogieron en volumen en varias ocasiones: Sofisma (1994), Entimema (1997) o Sorites (2000). El propio Casado publicó la antología Nuevos sofismas (Germania, Alzira, 2001), en la cual agrupaba los aforismos por temas, a modo de diccionario extravagante; con ello muchas de las anotaciones se iluminaban entre sí, logrando una apariencia sistemática que tal vez no había buscado conscientemente el autor (lo cual no significa que no existiera). En El Aforista compartimos algunos de los aforismos de este libro que más nos han llamado la atención.


Karl Kraus: el artista es el Otro

En palabras del filósofo y aforista Miguel Catalán, "de la síntesis entre lo ético estético procede la importancia del aforismo que, a partir de 1905, irá dominando toda la escritura del austríaco Karl Kraus (28 de abril de 1874 - 12 de junio de 1936), pero que constituye también la forma secreta de toda su escritura. Canetti lo expresa indicando que en sus libros y discursos nunca existió un principio organizador dominante, sino que las frases aisladas (inatacables, perfectas) iban ensamblando, el modo de sillares, una Muralla China igualmente eficaz en todas sus partes. Quintaesencia de su estilo y de un ideario personal que intentaba unificar fondo y forma, el aforismo de Kraus presenta una densidad excepcional y unas aristas cortantes, cualidades que tanto influirían en el estilo de escritura de Ludwig Wittgenstein, Elias Canetti, Thomas Bernhard o Peter Handke". El Aforista publica una breve selección de los aforismos de Karl Kraus, extraídos de La tarea del artista (Casimiro, Madrid, 2011), con la pertinente autorización de su traductor y antólogo, el propio Catalán, a quien agradecemos su generosidad.


María Zambrano: la entraña del cielo

En el libro titulado Dictados y sentencias (Edhasa, Barcelona, 1999), Antoni Marí realizó una selección de frases entresacadas de las obras de María Zambrano, tal vez la autora más densa, honda y audaz del pensamiento español de todos los tiempos. La exigencia de claridad que la propia Zambrano planteaba como horizonte moral y conceptual de la filosofía se traduce en un estilo con sobreabundancia de expresiones rotundas, apodícticas, válidas por sí mismas aunque deudoras de una cosmovisión que las ilumina y dignifica. Es por ello que la operación desnaturalizadora de Marí, y en general de todas las antologías que destilan aforismos a partir de textos de otra naturaleza, encuentra en este caso una plena justificación, tanto filosófica como poética.