Las desconexiones de J. Alonso Ovejero


Jesús Alonso Ovejero es guionista y director de reportajes y documentales, muchos de ellos relacionados con el arte conceptual y la poesía experimental. Desde hace un par de años, por contagio, práctica con cierta asiduidad la poesía visual. Como considera que el presente es demasiado provinciano siempre ha intentado aplazar los propósitos de escribir para mañana. No siempre con éxito. Ha colaborado en el libro Tiempos visibles de Eduardo Barbero y en las antologías de relatos breves Quince líneas (Tusquets), Por favor sea breve (Tusquets) y en la antología de Relatos de humor (Vicens Vives). Es autor del blog El bolsillo del albornoz lleno de notas. Desde hace un par de años escribe una mezcla de artefactos que combinan el aforismo, la greguería y el relato y aunque él lo achaca a un repentina decantación de años de lectura, su neurólogo le ha aclarado que bien pudiera deberse a ciertas desconexiones neuronales que empiezan a darse mediada la cincuentena y que suelen confundirse con momentos de plenitud creativos. Piensa aprovecharlos. 


Busca un motivo para celebrar. Que el zoo de Madrid tenga un nuevo inquilino, por ejemplo. Y que no seas tú.


Reivindicación de la mortalidad: si no fuéramos mortales los caníbales nos comerían vivos.


Nueve de cada diez caníbales recomiendan dentistas (con o sin azúcar) porque su consumo no provoca caries.


Aunque sólo habla un idioma es capaz de estar horas hablando de sí mismo en seis o siete.


Yo no es que no haga deporte, es que lo hago para dentro.


Todo iba bien hasta que se dijeron los nombres. Él se llamaba Fernando y ella no soportaba los gerundios.


El miedo es lo último que se pierde.


Aunque la Biblia dice que Dios nos hizo a su imagen y semejanza, lo cierto es que últimamente me noto algo menos adorable, omnipotente, ubicuo e inmortal que él. Por decir cuatro cosas.


Si yo fuera pescado desconfiaría de quienes sólo habla de la resurrección de la carne.


Se supo inequívocamente adelantado a su tiempo el día en que se despertó antes de haberse dormido.


Los años no sólo vienen con la vejez a cuestas, también trae certezas: saber que ya nunca serás un niño prodigio, por ejemplo.


Es un hombre que se pone tanto y siempre en el lugar de los demás, que estos no encuentran un lugar para estar solos.


Desde que decidió vivir cada momento como si fuera el último, su vida es una continua agonía.


Los fabricantes de alfombras se quejan de la competencia desleal que supone que ahora toda la mierda se oculte debajo de los periódicos.


Los preceptores enseñan a los príncipes que cuando mueran sus cuerpos serán comidos por gusanos que luego se transformarán en mariposas reales que serán devoradas por ranas que al recibir el beso adecuado se convertirán en príncipes reencarnados. ¿O me lo he imaginado yo?


Hay un tiempo en que la única derrota es llegar a casa sin nada que contar.


Hay pesimistas que ven la botella medio vacía un día y son buenos. Hay pesimistas que ven la botella medio vacía casi siempre y son mejores. Y hay pesimistas que ven la botella llena medio vacía. Esos son los imprescindibles.


Es un hombre hecho a sí mismo, pero en arenas movedizas.
Es un hombre que se hizo a sí mismo, pero fuera de sí.
Es un hombre hecho a sí mismo, a do mismo, a re mismo, a fa mismo, a la mismo.
Es un hombre hecho a sí mismo, pero se deshizo en elogios.


Es admirable la insistencia del ser humano en hablar y pensar a la vez sin estar diseñado para ello; e incluso unos cuantos, a veces, lo consiguen.


Oímos hablar de que se ha muerto éste, se ha muerto el otro y el otro y el otro y el de más allá y al final acabaremos por morir todos, de puro plagio.


Cada vez que muere alguien mejor que él, siente la alegría de saber que asciende un puesto en el escalafón


La muerte nos vuelve inaccesibles.


Todo está sobrevalorado, menos lo que está infravalorado. El número de lo valorado en su justo término es estadísticamente despreciable.


Que el poema sea el último grito de Tarzán que el actor Johnny Weissmuller dio, antes de morir, en 1984, en una clínica psiquiátrica de Acapulco.


Que el poema sea el esqueleto de un muñeco de nieve.


Hoy, el artista ya no pinta nada.


Algún día la Dirección General de Tráfico descubrirá que las conversaciones sobre arte conceptual mientras se conduce es la causa principal del repunte de accidentes en lo que llevamos de año.


Recién fotografiado, el estado natural del ser humano contemporáneo.


Es de esos tipos que tienen una forma diferente de no hacer las cosas.


Todo depende del color del cristal con que te cieguen.


Tampoco nada nuevo bajo la sombra.


Capitalismo: Donde comen cinco, comen cuatro y además mejor.


Para los liberales lo único sostenible es el estado del malestar.


No recuerdo ahora muy bien si eran las ardillas o los duques de Alba quienes podían recorrer España de norte a sur saltando de árbol en árbol, todos de su propiedad.


 Libros al Albur


Aforistas españoles vivos

Como un suculento y nutricio menú degustación define Elías Mora su lectura de este Aforistas españoles vivos que Libros al Albur ha puesto al alcance de los lectores aficionados al género. Un espléndido menú de once platos sabiamente combinados en los que, en variadas dosis y tiempos de cocción, y picando de aquí de y de allá, se paladean todos los sabores conocidos, "si bien, al menos para quien esto suscribe y acaso producto de los tiempos que corren, lo ácido y lo amargo se llevan la palma".


El monstruo ama su laberinto, de Charles Simic

La mayoría de las veces, un libro es un solo libro. En contadas ocasiones, un libro es el afortunado abismo al que se asoma el lector para contemplar su verdadero rostro. Simic, en El monstruo ama su laberinto, conforma un muestrario de pinzas, espéculos, agujas, jeringas y bisturís que llagan las manos ensangrentadas de los que se atreven a pasar página. Simic, cirujano y paciente, obtiene de esa autoexploración especular, unas reflexiones que abren la puerta a la sátira: “Los sirvientes de los ricos y poderosos están convencidos de que nosotros les envidiamos su servidumbre”. Pero Simic no se conforma con regodearse señalando los vicios que llevaron a la podredumbre del presente. “El ojo atento empieza a oír”, escribe con áspera lucidez.


Mapa de ninguna parte, de León Molina

Molina es un aforista portentoso, muy dotado, que rehuye con disciplina el chiste y la vana ocurrencia, para acometer sus composiciones con una precisión exquisita, donde nada sobra ni se echa en falta. Son sus textos sumamente breves, sintéticos, aquilatados, aunque para nada simples: rezuman esa dulce ambigüedad que caractiza a los grandes cultivadores del género. Casi nunca pontifica, y cuando lo hace es con la sabia benevolencia del amigo que va a respetar lo que, en cualquier caso, queramos hacer con nuestra vida. "Seducir es inducir sin aducir".


Convivir con lo inestable, de Eliana Dukelsky

La lengua o el espejo, el primer título de la autora, no es un libro de aforismos al uso. Ello lo percibe enseguida el lector cuando, a diferencia de otros títulos, no puede soltar el libro tras la amena lectura de una docena de páginas, por miedo a saturarse. Por el contrario, la impresión (completamente subjetiva, como cualquier impresión) es la de haber emprendido un viaje junto a la autora, y estar recorriéndolo, de nuevo, junto a ella, en una suerte de travesía submarina de la cual, de un modo u otro, intuye que va a emerger renovado, purificado en cierto sentido.



De los aforismos de Lichtenberg, que tradicionalmente han conocido una excelente acogida en el mercado editorial español, existen tres ediciones distintas, publicadas por Edhasa, Cátedra y Fondo de Cultura Económica. Este volumen publicado por Hermida Editores, el primero de la obra completa que ahora se publica en traducción de Carlos Fortea y prólogo de Jaime Fernández, recoge los tres primeros cuadernos según la edición canónica publicada en alemán, con lo cual nos encontramos ante una novedad de importancia dentro del género en español.


Los seminales aforismos de José Bergamín

El aforismo ocupa en la creación bergaminiana un papel no menor que reconoce él mismo cuando asume que "mis textos extensos, en cierta medida, son aforismos perifrásticos. Y mis aforismos, una autobiografía sincopada". El carácter vehemente de Bergamín le induce, con frecuencia, a descargar conceptos como trallazos, no por intuitivos menos profundos. En una carta a un amigo, le confiesa esta naturaleza convulsa de su expresión aforística: "mis aforismos se amontonan, sin darme cuenta, y me estorban para trabajar. Tengo que echarlos fuera pronto".



Los Aforismos de Oscar Wilde que recopila Gabril Insausti en esta edición recientemente publicada por Renacimiento, dentro de la magnífica colección A la mínima dirigida por Manuel Neila, suponen una magnífica demostración del inmenso talento del autor para el género más brave. Se trata, en su mayoría, de frases entresacadas de sus propias obras, que avalan la capacidad sintética, incluso sentenciosa, del irlandés.


Ilusión y verdad del arte, de Nietzsche

Ilusión y verdad del arte es una antología de pensamientos de Friedrich Nietzsche en torno al tema de la ilusión y la autenticidad en el arte. Escogidos, traducidos y prologados por Miguel Catalán, dan una visión panorámica de las ideas del filósofo alemán sobre la función y el sentido del arte en la vida humana. Aunque el orden de los textos es temático y no temporal, por estas páginas van pasando ante los ojos del lector las distintas fases del pensamiento de Nietzsche hasta los casi desconocidos fragmentos póstumos.


Los entrañables motivos de Morante

En Motivos personales se establece "un diálogo raro entre un escepticismo de largo alcance y una ingenuidad entusiasta" que nos resulta familiar a quienes hemos superado la edad de creernos todo lo que nos cuenten. Esta veta pura que subsiste bajo la gruesa capa de los desengaños es la que le permite escribir, de forma espléndida: "No desmayes; en cada esquina roza la brisa del asombro" (que nunca sabremos si se lo decía porque lo creía o para no descreer de todo ya del todo), o: "De madrugada, un vitalismo insomne me pregunta qué hacer para empezar de nuevo". Probablemente Morante no se engañe y sepa que no es posible ese absoluto recomienzo: "Sé que lo creo no es cierto. Pero es tarde para buscar otras creencias"; pero sí que queda tiempo para ensayar pequeños reinicios, coincidiendo con la escritura de nuevas obras o, por qué no, con el reencuentro con las pequeña alegrías de la vida en contacto con la naturaleza.



Reflexiones del señor Z. no es un libro de aforismos, en el sentido clásico del término: sus 259 textos, más o menos breves todos ellos, encajan mal con la aspiración más o menos moral, más o menos sapiencial, del lapidario género más breve. Aquí, unos llevan a otros, como cuentas distintas de un mismo collar. Reflexiones del señor Z. tampoco es un libro de microrrelatos, entendidos como lentejuelas narrativas que brillan un momento, cuando incide sobre ellas la luz de la lectura, y luego se apaga. En este caso, la luz rebota y va dando saltos, sin encontrar un posadero al final.


El caracol dorado, de Dionisia García

El caracol dorado es una colección de aforismos que dibuja una sensibilidad moral; buena parte de los textos incide en la reflexión sobre las enseñanzas de lo cotidiano. Si es cierto que “abarcar el cromatismo de la vida es imposible”, el sujeto en tránsito mantiene un estado de búsqueda, ahonda en los matices, persiste en la tarea de observar las mutaciones y los pequeños gestos del entorno. De este modo de pensar y sentir surge el impulso de una escritura indagatoria que hace balance y postula enunciados aplicables a la experiencia. El libro prosigue el recorrido abierto en 1984 por Ideario de otoño, que halló continuidad, una década después, con Las voces detenidas.



La ventana invertida, del filósofo y mago Miguel Catalán, no es su primer libro. Ni es el primer libro suyo que leo. A Catalán, como a mí, le gusta lo breve. Seguramente, al igual que yo, lo ha leído todo. Sin duda es un lector exhaustivo, pero se queda con lo nuclear, lo contundente, lo esencial. Y todo ello le inspira lo propio. Esta “ventada invertida” lo presupone. Se nota que tiene un gran dominio de la concisión, al menos para expresar sus pensamientos por escrito. Y yo se lo agradezco profundamente. Esta ventana suya nos ofrece las reflexiones que se hace a sí mismo sobre su entorno más interno y externo.


La cruel certeza de Pérez Antolín

El aforismo goza de plena salud. Como género literario, ofrece una fórmula reflexiva, provocadora, asertiva que, pese a los interrogantes que es susceptible de abrir, da seguridad, pues proporciona una racionalidad que persigue poner en orden el mundo. Y el nuevo libro de Mario Pérez Antolín, La más cruel de las certezas, es un buen ejemplo de la actualidad del aforismo y de su eficacia como medio de expresar una racionalidad frente al desorden.

 

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