Hiram Barrios.- El aforismo en España goza de un auge inusitado y acaso sin parangón en la historia del género. Para algunos, se trata de un resurgimiento que evidencia los derroteros actuales de la estética cimentada en la brevedad; para otros, no pasa de ser una moda del momento. Se acusa con justeza a internet, en especial a redes sociales como Twitter, de difundir esta escritura lapidaria. La web abre nuevas espacios y promociones de lectura —la página El Aforista o la editorial Libros al Albur y su apuesta por los títulos en formato digital son una prueba de ello—, su vitalidad, sin embargo, me parece aún más tangible en la cantidad de libros aforísticos publicados en los últimos años. Las colecciones dedicadas a este género son ya referentes de editoriales como Trea, Renacimiento, Cuadernos del Vigía o La Isla del Siltolá, a quien se debe uno de los registros más reciente de esta abundancia: Verdad y media. Antología del aforismo español del siglo XXI (2001-2016), preparada por León Molina, poeta, aforista y conocedor del género.
El objetivo del compendio, apunta Molina, es dar cuenta de este fenómeno de proliferación. El libro reúne la cantidad de 2.525 aforismos. Es, por mucho, la antología más ingente que se ha elaborado sobre esta modalidad discursiva. La muestra fue seleccionada de 140 “colecciones de aforismos”, que albergan un aproximado de 40.000 textos, publicados, no hay que olvidarlo, en apenas tres lustros de este milenio. Sugerente como el propio aforismo, el compilador ofrece poca información sobre los textos o su modus operandi, pero brinda lo indispensable para saber que no es su antología: no es un recuento de aforistas, aunque se acredite a los autores y sus títulos; no es un trabajo académico, pese a que lo respalda una investigación y un amplio programa de lectura; y no es un compendio de greguerías o gracejadas literarias, aunque de pronto se hallen paronomasias o juegos de palabras.
El título se debe a Karl Kraus: “El aforismo nunca puede ser la verdad completa; puede ser una verdad a medias o una verdad y media”. Alude a la relatividad enunciada en el aforismo, a su carácter trasgresor y a su posibilidad de sugestión. El aforismo siempre va más allá en complicidad, claro está, del lector, y acaso por ello el antologador no arriesga una definición del género, sino que deja a sus lectores la tarea de avizorar una posible caracterización a partir de la muestra.
El corpus de se organiza en 25 bloques de 101 aforismos. No siguen un mismo tema, pero sí un tono similar. Un aire de familia se descubre en el trasfondo de cada sección. (Aquí otro guiño al lector). Aunque son muchos los “tipos” de aforismos que la antología podría ejemplificar, privilegia algunos, como las reflexiones estéticas o metaliterarias, acaso una de las inclinaciones más socorridas en la aforística moderna: “Aquella lectura que no te sugirió otra lectura puedes darla por inútil. Los libros se vinculan como un eslabón con otro eslabón”, “Un buen haiku está al alcance de cualquiera, salvo de la mayoría de los poetas que se dedican a escribir haikus”, “El fragmento es un género moderno inventado involuntariamente por los antiguos. Como los sitios arqueológicos”; los aforismos paródicos, que suelen replicar lo mismo frases célebres o proverbios, que slogans publicitarios o clichés: “Pienso, ergo aforismo”, “Conócete a ti mismo. Y abúrrete”, “Dios tiene el tamaño de nuestra ignorancia”, “La fe mueve guadañas”, “‘Atrévete a ser quien eres’, decían. Pero se lo decían a cobardes”; las observaciones líricas, que parten la evocación y aprovechan al máximo la sugerencia y la brevedad: “No busques: mira”, “La traición nos hace inolvidables”, “Hacerse fuerte: renunciar”; o las preocupaciones ya morales, ya metafísicas, que develan algún contrasentido en las creencias habituales: “La ecuanimidad es el camino más corto para quedarse solo”, “Cuando uno se arrepiente de haber sido bueno, fue tonto, no bueno”.
La pesquisa de León Molina se ha nutrido de las colecciones publicadas en la red. Ha tratado de evitar esa “enorme cantidad de ‘ruido’ que más que desarrollar y enriquecer el género lo deforman, afean y trivializan, enviando quizá el mensaje de que cualquier frase medianamente ocurrente, cualquier chiste, cualquier pretendida sabiduría pedestre es un aforismo”. Sin embargo, pueden hallarse obviedades, simplezas o algún lugar común, que más que acusar una tara en la selección, ponen al descubierto las enormes complejidades del género: “Hay que decir algo nuevo para ver algo nuevo” (obviedad), “Todas las mujeres son traductoras” (sin sentido), “El poder corrompe incluso a quienes lo desprecian” (lugar común), “El arte tiene que trascender lo individual, tocar el arquetipo” (obviedad).
He omitido los nombres de los autores en los ejemplos citados, para centrarme en la materia del libro: los aforismos. Y si bien Verdad y media no es una antología de aforistas, una de sus virtudes es mostrar a no pocas voces interesantes que se inician en esta escritura o que no habían figurado en panorama, ya sea en las editoriales consagradas al género o en los compendios previos, como Pensar por lo breve (2013) o Aforistas españoles vivos (2015). Destacan, entre otros, Luis Arturo Guichard, Karmelo C. Iribarren, Gegorio Luri o Pedro Roso.
Una antología no sólo es un ejercicio crítico y creativo, también es una propuesta de perdurabilidad de un acervo literario: aspira aun implícitamente a la consolidación de un canon. Verdad y media se inserta en un proceso de sensibilización y reconocimiento de un género remozado. Es la culminación de un recorrido de lectura guiado por la sensibilidad y una inteligencia de ávido lector de aforismos y punzante cultivador de los mismos. Una selección ponderada que muestra la vitalidad del aforismo en España y su paulatina normalización en la tradición literaria.
AA. VV., Verdad y media. Antología del aforismo español del siglo XXI (2001-2016). La Isla del Siltolá, Sevilla, 2017. Colección Aforismos. 440 páginas.
Aforistas españoles vivos
Como un suculento y nutricio menú degustación define Elías Moro su lectura de este Aforistas españoles vivos que Libros al Albur ha puesto al alcance de los lectores aficionados al género. Un espléndido menú de once platos sabiamente combinados en los que, en variadas dosis y tiempos de cocción, y picando de aquí de y de allá, se paladean todos los sabores conocidos, "si bien, al menos para quien esto suscribe y acaso producto de los tiempos que corren, lo ácido y lo amargo se llevan la palma".
El mayúsculo Pascal de Torné
En unos tiempos tan estúpidos como los que nos ha tocado padecer, el Pascal de Torné (así es como habría que referirse en adelante a este extraordinario libro que ya siempre me acompañará en lo que me queda de vida) supone una inyección intelectual y espiritual mayúscula. No hay línea sin sopesar, párrafo sin provecho, página que esté de más; al contrario, es un libro que te crece entre las manos a medida que lo lees, entre el estupor y la maravilla.
Pere Saborit: disolver lo consabido
Cuando el humor se utiliza de esta forma lúcida, fina, sin acidez, se convierte en uno de los medios más eficaces para disolver lo consabido, el sinsentido del mundo que hemos construido, tan lleno de convencionalismos que lo acartonan, enjuagando la suciedad sobrepuesta, extrayendo los sentidos implícitos. Al igual que el restaurador, al limpiar el polvo acumulado en un retablo gótico por siglos de abandono, devuelve parte de su brillo original, Saborit quiere devolverle al lenguaje esa función higiénica que al menos palíe en parte el sinsentido del mundo que hemos construido.
Juan Manuel Uría: lo oculto bajo tierra
Dos por la mañana es el primer libro de aforismos del poeta vasco Juan Manuel Uría, y en él comparte autoría con el artista gráfico Pablo Gallo, quien 'comenta' los textos con sus primorosos dibujos, plenos de ingenio y buen gusto. Estos aforismos nos muestran a un autor maduro e irónico que rehúye el estilo sentencioso para desgranar verdades cotidianas, basadas en el sentido común y el desprecio por la impostura y la retórica gratuita. Según Uría, "el aforismo debe ser nómada, ligero pero de huella indeleble, y algo canalla", y sin duda tienen los suyos mucho de grácil e incluso lúdico.
Cometario, de Jesús Cotta
Los conceptos que utiliza Cotta no son, para nada, innovadores ni originales, y la verdad es que tampoco lo necesitamos pues, como reza su aforismo, remedando a Gide: "Todo está dicho, pero se nos ha olvidado". Así pues, Cometario está trufado de benditas obviedades, perogrulladas sanas y verdades como puños que, en estos tiempos de inflacionaria (y superflua) creatividad desnortada, nos recuerdan que lo importante sigue siendo lo que importaba a los que nos precedieron, e inquietará a los que nos sigan. Pues: "Si no existe una naturaleza humana universal, ¿por qué a los hombres nos ha dado siempre por lo mismo?".
El monstruo ama su laberinto, de Charles Simic
La mayoría de las veces, un libro es un solo libro. En contadas ocasiones, un libro es el afortunado abismo al que se asoma el lector para contemplar su verdadero rostro. Simic, en El monstruo ama su laberinto, conforma un muestrario de pinzas, espéculos, agujas, jeringas y bisturís que llagan las manos ensangrentadas de los que se atreven a pasar página. Simic, cirujano y paciente, obtiene de esa autoexploración especular, unas reflexiones que abren la puerta a la sátira: “Los sirvientes de los ricos y poderosos están convencidos de que nosotros les envidiamos su servidumbre”. Pero Simic no se conforma con regodearse señalando los vicios que llevaron a la podredumbre del presente. “El ojo atento empieza a oír”, escribe con áspera lucidez.
Mapa de ninguna parte, de León Molina
Molina es un aforista portentoso, muy dotado, que rehuye con disciplina el chiste y la vana ocurrencia, para acometer sus composiciones con una precisión exquisita, donde nada sobra ni se echa en falta. Son sus textos sumamente breves, sintéticos, aquilatados, aunque para nada simples: rezuman esa dulce ambigüedad que caractiza a los grandes cultivadores del género. Casi nunca pontifica, y cuando lo hace es con la sabia benevolencia del amigo que va a respetar lo que, en cualquier caso, queramos hacer con nuestra vida. "Seducir es inducir sin aducir".
Convivir con lo inestable, de Eliana Dukelsky
La lengua o el espejo, el primer título de la autora, no es un libro de aforismos al uso. Ello lo percibe enseguida el lector cuando, a diferencia de otros títulos, no puede soltar el libro tras la amena lectura de una docena de páginas, por miedo a saturarse. Por el contrario, la impresión (completamente subjetiva, como cualquier impresión) es la de haber emprendido un viaje junto a la autora, y estar recorriéndolo, de nuevo, junto a ella, en una suerte de travesía submarina de la cual, de un modo u otro, intuye que va a emerger renovado, purificado en cierto sentido.
De los aforismos de Lichtenberg, que tradicionalmente han conocido una excelente acogida en el mercado editorial español, existen tres ediciones distintas, publicadas por Edhasa, Cátedra y Fondo de Cultura Económica. Este volumen publicado por Hermida Editores, el primero de la obra completa que ahora se publica en traducción de Carlos Fortea y prólogo de Jaime Fernández, recoge los tres primeros cuadernos según la edición canónica publicada en alemán, con lo cual nos encontramos ante una novedad de importancia dentro del género en español.
Los seminales aforismos de José Bergamín
El aforismo ocupa en la creación bergaminiana un papel no menor que reconoce él mismo cuando asume que "mis textos extensos, en cierta medida, son aforismos perifrásticos. Y mis aforismos, una autobiografía sincopada". El carácter vehemente de Bergamín le induce, con frecuencia, a descargar conceptos como trallazos, no por intuitivos menos profundos. En una carta a un amigo, le confiesa esta naturaleza convulsa de su expresión aforística: "mis aforismos se amontonan, sin darme cuenta, y me estorban para trabajar. Tengo que echarlos fuera pronto".
Ilusión y verdad del arte, de Nietzsche
Ilusión y verdad del arte es una antología de pensamientos de Friedrich Nietzsche en torno al tema de la ilusión y la autenticidad en el arte. Escogidos, traducidos y prologados por Miguel Catalán, dan una visión panorámica de las ideas del filósofo alemán sobre la función y el sentido del arte en la vida humana. Aunque el orden de los textos es temático y no temporal, por estas páginas van pasando ante los ojos del lector las distintas fases del pensamiento de Nietzsche hasta los casi desconocidos fragmentos póstumos.
Los entrañables motivos de Morante
En Motivos personales se establece "un diálogo raro entre un escepticismo de largo alcance y una ingenuidad entusiasta" que nos resulta familiar a quienes hemos superado la edad de creernos todo lo que nos cuenten. Esta veta pura que subsiste bajo la gruesa capa de los desengaños es la que le permite escribir, de forma espléndida: "No desmayes; en cada esquina roza la brisa del asombro" (que nunca sabremos si se lo decía porque lo creía o para no descreer de todo ya del todo), o: "De madrugada, un vitalismo insomne me pregunta qué hacer para empezar de nuevo". Probablemente Morante no se engañe y sepa que no es posible ese absoluto recomienzo: "Sé que lo creo no es cierto. Pero es tarde para buscar otras creencias"; pero sí que queda tiempo para ensayar pequeños reinicios, coincidiendo con la escritura de nuevas obras o, por qué no, con el reencuentro con las pequeña alegrías de la vida en contacto con la naturaleza.
Reflexiones del señor Z. no es un libro de aforismos, en el sentido clásico del término: sus 259 textos, más o menos breves todos ellos, encajan mal con la aspiración más o menos moral, más o menos sapiencial, del lapidario género más breve. Aquí, unos llevan a otros, como cuentas distintas de un mismo collar. Reflexiones del señor Z. tampoco es un libro de microrrelatos, entendidos como lentejuelas narrativas que brillan un momento, cuando incide sobre ellas la luz de la lectura, y luego se apaga. En este caso, la luz rebota y va dando saltos, sin encontrar un posadero al final.
El caracol dorado, de Dionisia García
El caracol dorado es una colección de aforismos que dibuja una sensibilidad moral; buena parte de los textos incide en la reflexión sobre las enseñanzas de lo cotidiano. Si es cierto que “abarcar el cromatismo de la vida es imposible”, el sujeto en tránsito mantiene un estado de búsqueda, ahonda en los matices, persiste en la tarea de observar las mutaciones y los pequeños gestos del entorno. De este modo de pensar y sentir surge el impulso de una escritura indagatoria que hace balance y postula enunciados aplicables a la experiencia. El libro prosigue el recorrido abierto en 1984 por Ideario de otoño, que halló continuidad, una década después, con Las voces detenidas.
La ventana invertida, del filósofo y mago Miguel Catalán, no es su primer libro. Ni es el primer libro suyo que leo. A Catalán, como a mí, le gusta lo breve. Seguramente, al igual que yo, lo ha leído todo. Sin duda es un lector exhaustivo, pero se queda con lo nuclear, lo contundente, lo esencial. Y todo ello le inspira lo propio. Esta “ventada invertida” lo presupone. Se nota que tiene un gran dominio de la concisión, al menos para expresar sus pensamientos por escrito. Y yo se lo agradezco profundamente. Esta ventana suya nos ofrece las reflexiones que se hace a sí mismo sobre su entorno más interno y externo.
La cruel certeza de Pérez Antolín
El aforismo goza de plena salud. Como género literario, ofrece una fórmula reflexiva, provocadora, asertiva que, pese a los interrogantes que es susceptible de abrir, da seguridad, pues proporciona una racionalidad que persigue poner en orden el mundo. Y el nuevo libro de Mario Pérez Antolín, La más cruel de las certezas, es un buen ejemplo de la actualidad del aforismo y de su eficacia como medio de expresar una racionalidad frente al desorden.
La duda sin complejos de Felipe Valle
Sobre un dolor mil veces reflexionado germinan los poemas, ensayos y narrativas de Felipe Valle Zubicaray. Pudiera parecer que su relación con los aforismos le revela como un chulo de certezas, pero lo cierto es que duda sin complejos. Borges diría de él que es inteligente porque duda. Quien suscribe añadiría que duda porque muere en cada palabra escrita. De sutil descaro se convierte en provocador de guillotina, donde primero se escribe lo que se siente y luego tal vez se lee lo que se piensa. Lo que son las cosas provoca en quien lo rastrea a golpe de clic ganas de más batalla. En este exótico diccionario, Felipe nos deja una vez más solos y a la intemperie para invitarnos a liderar el pensamiento propio estimulando el debate crítico y regenerador.
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