Canetti: una vida total, inmensa


Elias Canetti (1905-1994) fue un escritor y pensador en lengua alemana, Premio Nobel de Literatura en 1981. Sus libros de apuntes son considerados auténticos monumentos de la escritura aforística de todos los tiempos. Escribió novelas (Auto de fe), obras de teatro, ensayos antropológicos (Masa y poder) y una sensaciones autobiografía en tres tomos. Al aforismo dedicó varios libros; del primero y más conocido de ellos, La provincia del hombre, extraemos aquellos aforismos consagrados a la temática de Dios. La versión es de Eustaquio Barjau y fue publicada por Taurus en 1982.


Las intuiciones de los poetas son las aventuras olvidadas de Dios.

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No está en manos de Dios el poder salvar de la muerte a un solo hombre. Ahí está el carácter uno y único de Dios.

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El mismo Dios fue quien metió la serpiente en el cuerpo de Adán y Eva, y todo
dependía de que ella no le traicionara. Este animal venenoso se ha mantenido hasta hoy fiel a Dios.

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Dios es la mayor arrogancia del hombre; y cuando éste la haya expiado no volverá nunca a encontrar una arrogancia mayor.

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Las voces del hombre son el pan de Dios.

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La fe en Dios tiene algo en sí que pesa mucho: uno cree en la existencia de un ser al que no se puede matar, ni siquiera empleando toda nuestra maldad.

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La herencia de Dios está envenenada.

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La Biblia es la digna imagen del género humano, modelo de la Humanidad, un ser inmenso, a la vez visible y secreto; es la verdadera Torre de Babel, y Dios lo sabe.

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El ciego le pide perdón a Dios.

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Los hombres sólo pueden salvarse unos a otros. Por esto Dios se disfraza de hombre.

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Es hermoso ver a los dioses como precursores de nuestra propia inmortalidad como seres humanos. Es menos hermoso mirar al Dios único, ver cómo se apropia de todas las cosas.

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Ya no hay grandes palabras. La gente, de vez en cuando, dice «Dios», simplemente para pronunciar una palabra que una vez fue grande.

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En el juicio Final, de cada fosa común saldrá una sola criatura ¡Y Dios tendrá que atreverse a juzgarla!

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Ya no se puede decir «Dios»; está marcado para siempre, lleva en la frente el estigma caínita de las guerras; sólo se puede pensar en una cosa, en el único salvador: ¡la inmortalidad! ¡Si fuera nuestra, si estuviera ya aquí, qué distinto sería todo! ¡Inmortalidad! ¿Quién querría asesinar aún?, ¿quién podría aún caer en el crimen si ya no hubiera nada que matar?

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El que no cree en Dios toma sobre sí todas las culpas contraídas con el mundo.

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El que los dioses mueran hace a la muerte todavía más insolente.

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Los dioses, nutridos de adoración, muertos de inanición en el anonimato, recordados en los poetas, y luego - no antes - eternos.

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La inmensa vanidad que hay en todo trato con Dios, como si alguien estuviera gritando continuamente: ¡a imagen y semejanza! ¡a imagen y semejanza!

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Qué absurdo es el camino que va de los muchos dioses al Dios único. No se llevan bien unos con otros; en lugar de intentarlo una y otra vez, como hacen los hombres, desisten y se reducen a uno; este sí se lleva bien consigo mismo.

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Dios sería, si hubiera Dios, el ser sin miedo: que actúa sin miedo; descansa sin miedo; crea y manda sin miedo; castiga y premia sin miedo; promete sin miedo; olvida sin miedo. Este sería Dios, éste sería un Dios inmenso, fuerte. Los otros, los pretendidos, se retuercen y sucumben al miedo. ¿Qué ventaja nos llevan?

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La nostalgia que Dios tiene del mundo tal como fue antes de crearlo.

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Un Dios que mantiene en secreto su creación. «Resulta que no estaba bien».

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Kafka ha desnudado a Dios de los últimos restos de paternalismo. Lo que queda es una malla apretada e indestructible de preocupaciones que conciernen a la vida misma y no a las pretensiones de su creador.

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Que Dios no sea un creador: que ante todo sea una enorme resistencia; que proteja almundo de nosotros; que poco a poco se vaya retirando; nosotros, los hombres, seríamos más poderosos hasta poder destruir el mundo, a nosotros y a El juntos.

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Los resucitados acusan de repente a Dios en todas las lenguas: el verdadero juicio Universal.

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Deus ex machina: Dios ha estado esperando y ahora sale del átomo.

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Ser Dios y luego renunciar a serlo, como si esto no fuera nada. ¿Hemos sido objeto de una renuncia así?

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Dios fue un error. Pero es difícil decidir si fue demasiado pronto o demasiado tarde.

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Dios saliendo de un huevo, y el filósofo que lo ha puesto.

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Se imagina de qué manera los humanos se habrían impuesto frente a un Dios maligno. Frente a él se habrían hecho buenos. Jamás habrían esperado ni pedido nada de él; habrían luchado siempre contra él. Algunos se habrían escondido ante él - pintores rupestres -; otros le habrían acosado como a una presa - cazadores audaces. Su fe en que alguna vez conseguirán mejorar a Dios.

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No hay nada más aburrido que ser adorado ¿Cómo es posible que Dios lo soporte?

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En la Creación de Haydn, Dios consigue hacerlo todo, hasta la pareja humana. El
pecado original es sólo algo que vendrá después. Dios es todavía inocente. El precio de las criaturas no suena a falso; ninguna se da cuenta de su desgracia. El mismo Dios aún no sabe lo que ha hecho y cree que todo está bien.

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Un dios desconocido, oculto en Marte, nos espera insomne para, al fin, después de nuestro aterrizaje, tumbarse a descansar.

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Dios volvió a poner la costilla en el costado de Adán, sopló sobre él y le dio otra vez forma de barro.

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Uno se pregunta lo que Dios hubiera dicho si hubiera mirado a Tolstoi. Rezar se ha rezado bastante, pero es difícil que esto pueda interesarle a Dios.

Sólo los acontecimientos debieran haber preocupado a Dios ya. Tal vez Tolstoi hubiera provocado los celos de Dios. Tal vez lo hubiera tomado por hermano.

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Con los dioses de la Antigüedad se ha perdido tanto que cabría temer que con el nuestro, que es más sencillo, se perdiera también algo. Pero no logro encontrar el camino que lleva a aquel que ha traído la muerte al mundo. Un Dios de la vida no lo veo por ninguna parte; sólo veo ciegos que embellecen sus fechorías con Dios.

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Esta vida total, inmensa, que se multiplica de un modo infinito. ¿Para nosotros? Esto sólo puede creerlo Dios.






Enciclopedia de libros españoles de aforismos

Inauguramos nueva sección, en la que vamos a empezar a recopilar los mejores aforismos de los libros escritos por autores nacidos o residentes en España, y publicados en nuestro país a partir del año 2010 en adelante. Lo hacemos para reunir en un único espacio virtual la más ingente cantidad de información posible sobre este tema, a modo de "enciclopedia" para su consulta por parte de cualquier interesado o estudioso en el futuro. Las primera obras que incorporamos son los libros de Carlos Marzal, Ana Pérez Cañamares, Manuel Neila, Victoria León, José Luis Morante, Ander Mayora, Jordi Doce, Dionisia García, Fernando Menéndez, Erika Martínez, Felix Trull, José Antonio Santano, Emilio López Medina, Carmen Canet, José Ángel Cilleruelo, Pedro Roso, Antonio Rivero Taravillo, Miguel Ángel Arcas, Gabriel Insausti y Mario Pérez Antolín, entre otros.


Los aforistas que se ocupan de Dios

Una somera lectura de los libros publicados en España en los últimos años, y ciñéndonos exclusivamente al siglo XXI, nos permite afirmar, de manera taxativa, que los aforistas españoles vivos, contra la impresión apresurada, sí se ocupan de Dios. A propósito de la publicación de la antología Las cosas que no son. Los aforistas y Dios por parte de Libros al Albur, reunimos un puñado de aforismos sobre Dios escritos por Juan Kruz, José Luis García Martín, Gregorio Luri o Jesús Cotta, entre otros.


De poetas a aforistas

Iniciamos en El Aforista una ronda de entrevistas con poetas que, en un momento dado, empezaron a cultivar el género más breve, hasta incorporarlo a su quehacer cotidiano. Van a desfilar con sus aportaciones Ana Pérez Cañamares (con quien iniciamos la serie), León Molina, Miguel Ángel Arcas, Raquel Vázquez y Erika Martínez, entre otros.


Cioran: la pausa del espíritu

Émil Cioran fue uno de los escritores más personalmente antihumanistas del s. XX. Nacido en Rumanía, hijo -como Nietzsche- de un pastor, recaló en París hasta su muerte, renegando de todos los rebaños. Sus libros, justamente célebres por su pesimista visión de la existencia, poseen una bella melancolía que los salva de la insulsa salmodia quejica. En ellos, además, encontramos muchos de los aforismos más redondos de la filosofía reciente; herederos, en parte, de los del Schopenhauer de Parerga y Paralipomena, así como de los textos breves de Lichtenberg y Kierkegaard, abordan de manera acerada y cruel algunos de los temas lacerantes de nuestra condición humana: la plenitud imposible, la muerte, el fracaso, la historia y sus pesos, la poesía y sus contrapesos...  En El Aforista nos hacemos eco de algunos de los reunidos en El ocaso del pensamiento (1940), uno de sus títulos formalmente más equilibrados y austeros, si es que se pueden usar dichos epítetos en un autor tan decididamente desmesurado.


Pessoa: aprender a no ser nadie

La obra y la personalidad de Fernando Pessoa han sido sobradamente estudiadas, analizadas e incluso desmenuzadas desde que, en 1982, se diera a conocer uno de los títulos mayúsculos del siglo XX, su proteico y deforme Libro del desasosiego. La pluralidad y heterogeneidad del autor eran, no sólo conocidas, sino fomentadas por él mismo, así que sería ocioso abundar de nuevo en ello. Aun así, tal vez se haya incidido excesivamente en su gusto por los heterónimos desde la perspectiva de la multiplicación de la identidad personal, orillando el hecho de que, detrás de ella, late un proyecto de destrucción de la misma, una verdadera tarea de conquista del anonimato esencial del ser humano.


Gil-Albert: el placer de discurrir

Un arte de vivir es un volumen misceláneo, compuesto por anotaciones dispersas entre las cuales los aforismos tienen un papel destacado, donde Juan Gil-Albert (Alcoi, 1904-Valencia, 1994) "escribe, como si se tratara de un dietario personal", en palabras de Claudia Simón, aquellas reflexiones en bruto que luego darían pie, o no, a algunos de sus poemas, ensayos o artículos de prensa. Ese carácter primario, un tanto visceral, nos permite acceder a la intimidad del escritor desde una perspectiva nueva, la cual ya habíamos avizorado en su Breviarium vitae. Son sus disquisiciones, aun inspiradas en la España de su época, de total actualidad, plenamente vigentes, lo cual nos informa, para nuestro espanto, de lo poco que cambian algunas naciones por mucho que muden sus estructuras políticas, y para nuestro consuelo, de lo mucho que perviven los buenos textos cuando apuntan a lo esencial.


Hiram Barrios: "El aforismo es una suerte de épica posmoderna"

El Aforista entrevista a Hiram Barrios, a propósito del boom aforístico que está experimentando España en los últimos años. Barrios (nacido en 1983) es escritor, traductor y catedrático. Estudió Letras en la UNAM y es especialista en Literatura Mexicana por la UAM. Ha publicado cuentos, poemas, ensayos y traducciones para distintas revistas, periódicos y suplementos culturales de circulación nacional. Textos suyos han aparecido en revistas de Colombia, Venezuela, Argentina y España. Es autor de los libros El monstruo y otras mariposas (ensayo, 2013) y Apócrifo (aforismo, 2014). Como experto estudioso del aforismo, también es responsable de la antología de autores mexicanos titulada Lapidario (2015). Es profesor de arte y literatura en el Tecnológico de Monterrey, Campus Estado de México.


Los sofismas de Vicente Núñez

Vicente Núñez (Aguilar de la Frontera, Córdoba, 1926 - 2002) empezó a publicar sus peculiares 'sofismas' en octubre de 1987, y siguió haciéndolo prácticamente hasta su muerte en las páginas de los periódicos Córdoba y El Correo de Andalucía. Según indica Miguel Casado, "se trata de tiradas breves, que recogen en cada caso ocho o diez frases, sin una especial ordenación ni alguna clase de afinidad temática". Estos sofismas se recogieron en volumen en varias ocasiones: Sofisma (1994), Entimema (1997) o Sorites (2000). El propio Casado publicó la antología Nuevos sofismas (Germania, Alzira, 2001), en la cual agrupaba los aforismos por temas, a modo de diccionario extravagante; con ello muchas de las anotaciones se iluminaban entre sí, logrando una apariencia sistemática que tal vez no había buscado conscientemente el autor (lo cual no significa que no existiera). En El Aforista compartimos algunos de los aforismos de este libro que más nos han llamado la atención.


Karl Kraus: el artista es el Otro

En palabras del filósofo y aforista Miguel Catalán, "de la síntesis entre lo ético estético procede la importancia del aforismo que, a partir de 1905, irá dominando toda la escritura del austríaco Karl Kraus (28 de abril de 1874 - 12 de junio de 1936), pero que constituye también la forma secreta de toda su escritura. Canetti lo expresa indicando que en sus libros y discursos nunca existió un principio organizador dominante, sino que las frases aisladas (inatacables, perfectas) iban ensamblando, el modo de sillares, una Muralla China igualmente eficaz en todas sus partes. Quintaesencia de su estilo y de un ideario personal que intentaba unificar fondo y forma, el aforismo de Kraus presenta una densidad excepcional y unas aristas cortantes, cualidades que tanto influirían en el estilo de escritura de Ludwig Wittgenstein, Elias Canetti, Thomas Bernhard o Peter Handke". El Aforista publica una breve selección de los aforismos de Karl Kraus, extraídos de La tarea del artista (Casimiro, Madrid, 2011), con la pertinente autorización de su traductor y antólogo, el propio Catalán, a quien agradecemos su generosidad.


María Zambrano: la entraña del cielo

En el libro titulado Dictados y sentencias (Edhasa, Barcelona, 1999), Antoni Marí realizó una selección de frases entresacadas de las obras de María Zambrano, tal vez la autora más densa, honda y audaz del pensamiento español de todos los tiempos. La exigencia de claridad que la propia Zambrano planteaba como horizonte moral y conceptual de la filosofía se traduce en un estilo con sobreabundancia de expresiones rotundas, apodícticas, válidas por sí mismas aunque deudoras de una cosmovisión que las ilumina y dignifica. Es por ello que la operación desnaturalizadora de Marí, y en general de todas las antologías que destilan aforismos a partir de textos de otra naturaleza, encuentra en este caso una plena justificación, tanto filosófica como poética.