Joubert: el espejo en el que conocerse


Joseph Joubert (Montignac, Périgord, 7 de mayo de 1754 - París, 4 de mayo de 1824) fue un moralista y ensayista francés recordado sobre todo por sus Pensamientos, publicados póstumamente. Asistió desde los 14 años a un colegio religioso en Toulouse, donde posteriormente fue profesor hasta el año 1776. En 1778 fue a París donde conoció a D'Alembert y Diderot, entre otros. Posteriormente se hizo amigo del joven escritor y diplomático Chateaubriand. Colaboró, en un primer momento, con la Revolución; más pronto, por los excesos de esa etapa, perdió toda ilusión por el ideal revolucionario. Alternaba la vida en París junto a sus amigos con la vida en el campo en Villeneuve-sur-Yonne. Joubert no publicó nada en vida, pero tuvo una amplia correspondencia y rellenó muchos cuadernos con pensamientos sobre la naturaleza del ser humano y la literatura. En tiempos de Napoleón fue nombrado Inspector General de la Universidad. Influido por el epicureísmo, Joubert se tomó con buen humor su propio sufrimiento ya que creía que la enfermedad afinaba el alma. Cuando murió, su viuda confió a Chateaubriand sus apuntes y, en 1838, publicó una selección titulada Recueil des pensées de M. Joubert (Colección de Pensamientos del Sr. Joubert). Publicamos los aforismos sobre Dios que tradujo Carlos Pujol para su selección de los Pensamientos editada por Edhasa en 1995.



Dios, el único espejo en el que es posible conocerse. En todos los demás sólo nos vemos.

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Dios es el lugar en el que no me acuerdo de todo lo demás.

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Dios ha hecho la vida para ser practicada (el mundo para ser habitado), no para ser conocida.

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La verdad consiste en tener acerca de una cosa una opinión parecida al pensamiento de Dios. La felicidad que nos proporciona es la de ser semejantes en ese punto al propio Dios.

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Dios. No estaría mal representarlo por medio de perfumes y de luz, la luz en medio.

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Nuestra sabiduría es la única medida de la que disponemos para juzgar la de Dios.

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La Biblia es la historia de Dios.

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Donde los demás dicen Dios, el materialista se ve obligado a utilizar palabras abstractas, como naturaleza.

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Cuando Dios se retira del mundo, el sabio se retira en Dios.

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Eterno, inmenso, infinito, Dios sólo tiene amores desmesurados.

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Dios no hace nada que no sea para la eternidad.

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Todos aquellos que han pensado mucho en Dios, sin duda algún día le verán.

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Dios.- Hay muchas cosas que hay que dejar en la vida y que no hay que meter en los libros.

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Dios.- Todos los demás seres se distinguen por su sombra, pero Él se distingue por su luz.

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Los que sienten a Dios como luz y los que lo sienten como norma.

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La mano de Dios está llena de verdades.

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Si durante el sueño Dios habla al alma, es algo que no sabemos.

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Dios no está solo. No se contenta con verse. Es visto, alguien le ve. ¿Los ángeles? ¿Y  por qué no también las almas? A Dios le gusta que le conozcan.

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Digamos: "Cuando mires al cielo, adora las nubes". Es decir: "Ama a Dios en su oscuridad".

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Dios se sirve de todo, incluso de nuestras ilusiones.

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Los males vienen de la necesidad y del orden, y los bienes de la voluntad de Dios.

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Ninguna obra es hermosa si Dios no está en ella, ya sea oculto, ya manifiesto.

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Hay que ceder al cielo y resistir a los hombres.

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El cielo no nos debe lo que nos da, y a menudo nos da lo que no nos debe.

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Dios no nos debe la verdad, que le pertenece; sólo nos debe la persuasión, que nos basta.

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La verdad consiste en imaginar las cosas tal como Dios las ve.

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Dios ha entregado el mundo y se ha entregado a sí mismo a nuestras disputas, ¡ay!

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Con Dios no hay que ser ni sabio ni filósofo, sino niño esclavo, colegial y, como máximo, poeta.

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Dios es una luz que ve. Una luz que lo ve todo.

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Los libros santos y el mundo. Dios se esconde tanto en unos como en otro. Se manifiesta en su belleza y se oculta en sus imperfecciones.

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¡Oh, Dios mío! ¿Yo qué soy a vuestros ojos? Una nada que ama el placer, una nada de virtudes.

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"Verlo todo en Dios" para encontrarlo todo bello. Porque para encontrar bellos los objetos tienen que tener el sol detrás y la luz alrededor.

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Así como el mundo está pintado en el ojo, así Diosse pinta en nuestra alma.

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La vida y Dios. Eso basta.






Enciclopedia de libros españoles de aforismos

Inauguramos nueva sección, en la que vamos a empezar a recopilar los mejores aforismos de los libros escritos por autores nacidos o residentes en España, y publicados en nuestro país a partir del año 2010 en adelante. Lo hacemos para reunir en un único espacio virtual la más ingente cantidad de información posible sobre este tema, a modo de "enciclopedia" para su consulta por parte de cualquier interesado o estudioso en el futuro. Las primera obras que incorporamos son los libros de Carlos Marzal, Ana Pérez Cañamares, Manuel Neila, Victoria León, José Luis Morante, Ander Mayora, Jordi Doce, Dionisia García, Fernando Menéndez, Erika Martínez, Felix Trull, José Antonio Santano, Emilio López Medina, Carmen Canet, José Ángel Cilleruelo, Pedro Roso, Antonio Rivero Taravillo, Miguel Ángel Arcas, Gabriel Insausti y Mario Pérez Antolín, entre otros.


Los aforistas que se ocupan de Dios

Una somera lectura de los libros publicados en España en los últimos años, y ciñéndonos exclusivamente al siglo XXI, nos permite afirmar, de manera taxativa, que los aforistas españoles vivos, contra la impresión apresurada, sí se ocupan de Dios. A propósito de la publicación de la antología Las cosas que no son. Los aforistas y Dios por parte de Libros al Albur, reunimos un puñado de aforismos sobre Dios escritos por Juan Kruz, José Luis García Martín, Gregorio Luri o Jesús Cotta, entre otros.


De poetas a aforistas

Iniciamos en El Aforista una ronda de entrevistas con poetas que, en un momento dado, empezaron a cultivar el género más breve, hasta incorporarlo a su quehacer cotidiano. Van a desfilar con sus aportaciones Ana Pérez Cañamares (con quien iniciamos la serie), León Molina, Miguel Ángel Arcas, Raquel Vázquez y Erika Martínez, entre otros.


Cioran: la pausa del espíritu

Émil Cioran fue uno de los escritores más personalmente antihumanistas del s. XX. Nacido en Rumanía, hijo -como Nietzsche- de un pastor, recaló en París hasta su muerte, renegando de todos los rebaños. Sus libros, justamente célebres por su pesimista visión de la existencia, poseen una bella melancolía que los salva de la insulsa salmodia quejica. En ellos, además, encontramos muchos de los aforismos más redondos de la filosofía reciente; herederos, en parte, de los del Schopenhauer de Parerga y Paralipomena, así como de los textos breves de Lichtenberg y Kierkegaard, abordan de manera acerada y cruel algunos de los temas lacerantes de nuestra condición humana: la plenitud imposible, la muerte, el fracaso, la historia y sus pesos, la poesía y sus contrapesos...  En El Aforista nos hacemos eco de algunos de los reunidos en El ocaso del pensamiento (1940), uno de sus títulos formalmente más equilibrados y austeros, si es que se pueden usar dichos epítetos en un autor tan decididamente desmesurado.


Pessoa: aprender a no ser nadie

La obra y la personalidad de Fernando Pessoa han sido sobradamente estudiadas, analizadas e incluso desmenuzadas desde que, en 1982, se diera a conocer uno de los títulos mayúsculos del siglo XX, su proteico y deforme Libro del desasosiego. La pluralidad y heterogeneidad del autor eran, no sólo conocidas, sino fomentadas por él mismo, así que sería ocioso abundar de nuevo en ello. Aun así, tal vez se haya incidido excesivamente en su gusto por los heterónimos desde la perspectiva de la multiplicación de la identidad personal, orillando el hecho de que, detrás de ella, late un proyecto de destrucción de la misma, una verdadera tarea de conquista del anonimato esencial del ser humano.


Gil-Albert: el placer de discurrir

Un arte de vivir es un volumen misceláneo, compuesto por anotaciones dispersas entre las cuales los aforismos tienen un papel destacado, donde Juan Gil-Albert (Alcoi, 1904-Valencia, 1994) "escribe, como si se tratara de un dietario personal", en palabras de Claudia Simón, aquellas reflexiones en bruto que luego darían pie, o no, a algunos de sus poemas, ensayos o artículos de prensa. Ese carácter primario, un tanto visceral, nos permite acceder a la intimidad del escritor desde una perspectiva nueva, la cual ya habíamos avizorado en su Breviarium vitae. Son sus disquisiciones, aun inspiradas en la España de su época, de total actualidad, plenamente vigentes, lo cual nos informa, para nuestro espanto, de lo poco que cambian algunas naciones por mucho que muden sus estructuras políticas, y para nuestro consuelo, de lo mucho que perviven los buenos textos cuando apuntan a lo esencial.


Hiram Barrios: "El aforismo es una suerte de épica posmoderna"

El Aforista entrevista a Hiram Barrios, a propósito del boom aforístico que está experimentando España en los últimos años. Barrios (nacido en 1983) es escritor, traductor y catedrático. Estudió Letras en la UNAM y es especialista en Literatura Mexicana por la UAM. Ha publicado cuentos, poemas, ensayos y traducciones para distintas revistas, periódicos y suplementos culturales de circulación nacional. Textos suyos han aparecido en revistas de Colombia, Venezuela, Argentina y España. Es autor de los libros El monstruo y otras mariposas (ensayo, 2013) y Apócrifo (aforismo, 2014). Como experto estudioso del aforismo, también es responsable de la antología de autores mexicanos titulada Lapidario (2015). Es profesor de arte y literatura en el Tecnológico de Monterrey, Campus Estado de México.


Los sofismas de Vicente Núñez

Vicente Núñez (Aguilar de la Frontera, Córdoba, 1926 - 2002) empezó a publicar sus peculiares 'sofismas' en octubre de 1987, y siguió haciéndolo prácticamente hasta su muerte en las páginas de los periódicos Córdoba y El Correo de Andalucía. Según indica Miguel Casado, "se trata de tiradas breves, que recogen en cada caso ocho o diez frases, sin una especial ordenación ni alguna clase de afinidad temática". Estos sofismas se recogieron en volumen en varias ocasiones: Sofisma (1994), Entimema (1997) o Sorites (2000). El propio Casado publicó la antología Nuevos sofismas (Germania, Alzira, 2001), en la cual agrupaba los aforismos por temas, a modo de diccionario extravagante; con ello muchas de las anotaciones se iluminaban entre sí, logrando una apariencia sistemática que tal vez no había buscado conscientemente el autor (lo cual no significa que no existiera). En El Aforista compartimos algunos de los aforismos de este libro que más nos han llamado la atención.


Karl Kraus: el artista es el Otro

En palabras del filósofo y aforista Miguel Catalán, "de la síntesis entre lo ético estético procede la importancia del aforismo que, a partir de 1905, irá dominando toda la escritura del austríaco Karl Kraus (28 de abril de 1874 - 12 de junio de 1936), pero que constituye también la forma secreta de toda su escritura. Canetti lo expresa indicando que en sus libros y discursos nunca existió un principio organizador dominante, sino que las frases aisladas (inatacables, perfectas) iban ensamblando, el modo de sillares, una Muralla China igualmente eficaz en todas sus partes. Quintaesencia de su estilo y de un ideario personal que intentaba unificar fondo y forma, el aforismo de Kraus presenta una densidad excepcional y unas aristas cortantes, cualidades que tanto influirían en el estilo de escritura de Ludwig Wittgenstein, Elias Canetti, Thomas Bernhard o Peter Handke". El Aforista publica una breve selección de los aforismos de Karl Kraus, extraídos de La tarea del artista (Casimiro, Madrid, 2011), con la pertinente autorización de su traductor y antólogo, el propio Catalán, a quien agradecemos su generosidad.


María Zambrano: la entraña del cielo

En el libro titulado Dictados y sentencias (Edhasa, Barcelona, 1999), Antoni Marí realizó una selección de frases entresacadas de las obras de María Zambrano, tal vez la autora más densa, honda y audaz del pensamiento español de todos los tiempos. La exigencia de claridad que la propia Zambrano planteaba como horizonte moral y conceptual de la filosofía se traduce en un estilo con sobreabundancia de expresiones rotundas, apodícticas, válidas por sí mismas aunque deudoras de una cosmovisión que las ilumina y dignifica. Es por ello que la operación desnaturalizadora de Marí, y en general de todas las antologías que destilan aforismos a partir de textos de otra naturaleza, encuentra en este caso una plena justificación, tanto filosófica como poética.