Javier Recas.- El reconocimiento de la ignorancia es ya una forma de sabiduría. En realidad, es el núcleo mismo de la más auténtica sabiduría, de aquella que es consciente de sus límites, del ignoto territorio que se abre ante nosotros con cada nueva pregunta. Todo interrogante presupone cierto saber, el que se necesita para identificar el problema o para generar la duda. Este presupuesto constituye los cimientos de la verdadera actitud filosófica, grabado a fuego desde aquel famoso emblema de la modestia socrática: “sólo se que no se nada”.
Quien recorra las jugosas reflexiones que nos brinda Emilio López en La ignorancia percibirá el pálpito de la autenticidad filosófica, porque le mueve, aun en su ya provecta edad y su sabiduría acumulada, el asombro, la interrogación y un saludable cuestionamiento de todo. Cabría decir, que del originario binomio fundacional de la filosofía, en él prevalece el philos, ese amor por el ejercicio incesante de la búsqueda, en detrimento del sophos, entendido como el objetivo de alcanzar la tierra prometida de la verdad. De esa verdad con mayúsculas, tan esquiva como anhelada, que, al parecer, solo puede alcanzarse ascendiendo por la escarpada pendiente de prolijos y metódicos argumentos. No pretende acomodarse en esas cimas, son inhabitables. Su escritura fragmentaria coincide aquí, y no es en lo único, con aquella reflexión de Michel de Montaigne en la que a propósito de los grandes sistemas se preguntaba: “¿Para qué sirven esas elevadas cimas de la filosofía en las cuales ningún ser humano puede asentarse?”.
Búsqueda más que hallazgo, sólo tanteamos: “El hombre es grande -escribe- por lo que busca, pobre por lo que encuentra y absurdo por lo que hace”. Indagamos como niños sorprendidos, a penas balbucimos, porque las palabras, bien lo sabe nuestro autor, se quedan siempre cortas, desbordadas por el fulgor de la experiencia. “La palabra es sólo sombra del pensamiento”, afirma. Y esto es irrebasable, porque somos animales simbólicos, para decirlo con Cassirer. Por ello, afirma en un bello aforismo: “estamos condenados a deambular por entre un bosque de símbolos”.
Esta actitud filosófica, auténtica y honesta, nos arroja a un territorio de incertidumbre, y, por ello, aunque nos pese, constata nuestra ignorancia. Aunque no cualquier ignorancia. Es la suya una docta ignorancia, para recordar a Cusa, una forma de conciencia de limitación muy refinada que es ya en sí misma un saber porque toda conciencia lo es. Muy distinta a la ignorancia vulgar, a la corriente estupidez, que en definitiva es, “sobre todo y fundamentalmente, falta de curiosidad”. La inteligencia, nos dice el autor, es “solo un estado de ánimo ante el problema”, un modo de afrontar el mundo. La conciencia que lo acompaña es dolorosa, amarga, si se prefiere, porque arrastra la impotencia de quien tan solo atisba, de quien percibe en cada afirmación sutiles velos de incertidumbre. Nos queda, si, un pensamiento lúcido y apasionado, como el de Emilio López, que mira la vida con la claridad que proporciona aquella famosa luz natural de la razón de la que hablaba Descartes, esa luz que emana de dentro para iluminar al menos nuestros pasos en el mundo.
Las reflexiones sobre la ignorancia que componen este libro están engarzadas en esta perspectiva, lúcida y escéptica, entusiasta a la vez que amarga, de confección fragmentaria pero coherentes en sus pedazos.
La pasión del pensamiento nos hace grandes, nos hace humanos, recordemos una vez más a Sócrates: “una vida sin reflexión no merece ser vivida”. Pero no por ello nos liberamos de la amargura, antes al contrario, constatamos con mayor consciencia y viveza el abismo insalvable entre la orilla del ser y la del deber-ser. Ese poso amargo, que no triste, está presente en numerosas reflexiones de nuestro autor porque en el escéptico, pese a la alegría de su libertad de pensamiento, permanece inalterado “el dolor de la soledad que lleva consigo”. ”La grandeza del hombre -afirma- está en que es la única voz que puede alzarse ─incluso lamentándose, protestando─ desde las tinieblas, desde el sinsentido del mundo. Y, más allá, tratando de conocer y combatir el dolor en que está sumido”.
Son numerosos los aforismos en los que habla el autor del orden surrealista del mundo y del absurdo, no en vano es uno de los focos de su obra: “El orden en su conjunto es absurdo porque es un orden surrealista”, “tan surrealista como los propios sueños oníricos”. Un mundo extraño y absurdo porque carece de sentido, o al menos así lo vive. “Mientras más se avanza en el conocimiento, curiosamente ocurre que, en lugar de un mayor realismo, más se adentra en el delirio sobre la realidad”.
Pero la perplejidad resultante no se ciñe sólo a las posibilidades cognoscitivas de nuestra humilde condición humana, enfrentada a la titánica tarea de alcanzar la verdad, se extiende a todo: a nuestros anhelos, proyectos, relaciones humanas… Ante ello, no ganamos nada invocando a Dios como respuesta al sinsentido del mundo, al fin y al cabo, él es “el ente más surrealista.”
La incertidumbre, la lúcida ignorancia que asume Emilio López no puede sino
desembocar, consecuentemente, en un escepticismo, muy presente en toda su obra, y al que dedica incluso una sección, siempre al hilo de su experiencia personal: “A veces me pregunto si la debilidad es el resultado del escepticismo, o el escepticismo el resultado de la debilidad.” “El escepticismo es la expresión más quintaesenciada del respeto a sí mismo y el trato más elegante con la verdad.” Cabría sintetizar su escepticismo en este brevísimo y acertado aforismo: “Ya ni me hago caso”, digno heredero de aquel lema de Montaigne: Que sais-je?
Esta percepción surrealista y escéptica de cuanto le rodea, no es para nuestro autor una elección teórica entre otras, sino una actitud no buscada que surge espontáneamente del cotidiano vivir y reflexionar.
(Prólogo a E. López Medina, La ignorancia. Apeadero de Aforistas/Thémata, Sevilla, 2020).
El Aforista está sometiendo a los aforistas españoles vivos al Cuestionario Chamfort, un escrutinio acerca de sus métodos de creación, influencias, etc. Se trata de una lista de preguntas cerrada, siempre la misma, a la que los autores pueden responder a su albur, y a quienes agradecemos desde aquí su gentileza.
Ramón Eder
Ramón Eder (Lumbier, 1952) es uno de los autores más destacados del panorama aforístico español. Ha publicado, entre otros, los libros La vida ondulante, Ironías, Pequeña galaxia y Palmeras solitarias (Premio AdA 2018 al mejor libro de aforismos), los cuales destacan por su sutil humorismo y su profundo dominio de la técnica creativa. Su último libro publicado hasta la fecha es El oráculo irónico (2019).
Ander Mayora
Licenciado en Humanidades, Ander Mayora (Éibar, Guipúzcoa, 1978) ha vivido en Mozambique y Londres, y actualmente reside en San Sebastián. Forma parte de la que algunos han llamado la "escuela vasca" aforística, en la cual se incluyen también Aitor Francos o Karlos Linazaroso y, en una generación anterior, Ramón Eder y Karmelo C. Iribarren. Tras su sorprendente -por lo serio y profundo- primer libro de aforismos, La clemencia del tiempo (Los Papeles del Sitio, 2015), ha publicado El Páramo (Trea, 2018), donde confirma y aquilata las promesas allí intuidas. Acaba de ganar el Premio AdA de Aforismo al Autor revelación de 2018. Aparte, como poeta ha publicado Año adentro (Poesía al Albur, Sevilla, 2018). Su próximo libro, de próxima aparición, se titula De la vida exterior.
Francisco Ferrero
Francisco Ferrero nació en Melilla, en 1980. Estudió la licenciatura en Filosofía, y con posterioridad el grado en Antropología Social y Cultural, ambos en la UNED. Es miembro del Forum Filosófico de Melilla. En sus propias palabras, "he cultivado y experimentado, desde la niñez, y profusamente, varios géneros literarios, aunque tengo una marcada inclinación por la expresión en forma de ensayo, poesía y todas las formas de aforística". La revolución de la paciencia (Libros al Albur, 2018) fue su primer libro, compuesto por casi 300 aforismos que configuran una voz propia, sin dejar de entroncar con la gran tradición del género más breve. Recientemente ha ganado el Premio Internacional de Aforismos José Bergamín con el libro Un silencio propio, que publicará en breve Cuadernos del Vigía.
Jaime Fernández
Jaime Fernández Martín (1960) es periodista y ensayista literario. En 2009 publicó su primer libro, De claro en claro: Una lectura de El Quijote (Editora Regional de Extremadura). Al año siguiente publicó el estudio literario La ciudad de los extravíos. Visiones venecianas de Shakespeare y Thomas Mann, (Fórcola), en el que analiza El mercader de Venecia y La muerte en Venecia, estableciendo una curiosa comparación entre los personajes principales de ambas obras sobre el telón de fondo de la ciudad de los canales. En su libro Hitler, el artista del mal (Almuzara, 2012), desmenuza la mentalidad del dictador alemán y de la ideología nacionalsocialista a partir de su peculiar concepción del arte. Con motivo del centenario de Por el camino de Swann, en 2013 publicó El almuerzo en la hierba (Hermida Editores), una amplia selección de pensamientos extraídos de En busca del tiempo perdido, de Marcel Proust, en traducción de María Teresa Gallego y Amaya García. En 2018 ha logrado el I Premio de Aforismos La Isla de Siltolá por Maniobras de distracción, que acaba de ser publicado por la editorial convocante.
Carmen Canet
Ricardo de la Fuente
Ricardo de la Fuente (Sacramenia, Segovia, 1956) es catedrático de Sanidad Animal en la Universidad Complutense de Madrid, donde se licenció y doctoró. Es autor de centenares de trabajos científicos y de textos de carácter pedagógico y divulgativo. Ganó el IV Premio Internacional de Aforismos José Bergamín con su libro Andar en la niebla (Cuadernos del Vigía, 2017).
Jesús Cotta
Jesús Cotta nació en Cártama, en 1967. Estudió la carrera de Filología Clásica. Desde hace años reside en Sevilla y actualmente imparte clases de Filosofía y Griego en el IES Martínez Montañés de la capital hispalense. Publicó sus primeros poemas en la revista Nadie parecía. Es autor de ensayos como Topicario. Arpones contra el pensamiento simple o Ulises y las sirenas. El dilema de la infidelidad. También ha escrito la novela Las vírgenes prudentes y los libros de poemas A merced de los pájaros y Menos la luna y yo. Como aforista ha publicado Cometario (La Isla de Siltolá, Sevilla, 2015). Es miembro de la tertulia literaria Los Mercuriales.
Ramón Andrés
Ramón Andrés (Pamplona, 1955) es ensayista, pensador y poeta. En el ámbito terreno literario y ensayístico, ha publicado los libros Tiempo y caída. Temas de la poesía barroca (1994), Historia del suicidio en Occidente (2003), ampliado y editado bajo el título: "Semper dolens". Historia del suicidio en Occidente (2015), No sufrir compañía. Escritos místicos sobre el silencio (siglos XVI y XVII) (2010-2015) y Pensar y no caer (2016). Entre sus libros de poemas cabe citar La línea de las cosas, Premio Ciudad de Córdoba (1994), La amplitud del límite (2000) y su reciente Poesía reunida y aforismos (2016). Como aforista, ha publicado el libro Los extremos (2011) y es autor de Puntos de fuga (2012-2015).
Juan Kruz Igerabide
Juan Kruz Igerabide (Aduna, Gipuzkoa. 1956) en la actualidad es maestro de primaria. Licenciado en Filología Hispánica y doctor en Filología Vasca. Autor de aforismos, poemas, narrativa y literatura infantil. Ha publicado diversos libros de aforismos en euskera, recogidos en español en También las verdades mueren (Alga-Alberdania, 2004) y Breviario perplejo (Trea, 2017). Egirabide responde al Cuestionario Chamfort para esclarecer los aspectos esenciales de su quehacer literario.
Sergio García Clemente
García Clemente (Santa Cruz de Tenerife. 1974) es licenciado en Derecho por la Universidad de La Laguna. Ha publicado poemas, aforismos y artículos en diversas revistas digitales como El rincón del haiku, Revista Almiar, La nave de los locos, Documenta minima, Oculta Lit, Piedra y Cielo o El Aforista. En el año 2013 obtuvo el I Premio Internacional José Bergamín de Aforismos por la obra Dar que pensar (Cuadernos del Vigía, 2014), sello editorial que también acogió, en el año 2017, su segundo libro de aforismos, Mirar de reojo. Asimismo, ha sido incluido en algunas antologías del género aforístico.
Francos es el ganador del III Premio Internacional de Aforismos José Bergamín, convocado por la editorial granadina Cuadernos del Vigía. Aitor Francos (Bilbao, 1986) ha publicado hasta la fecha los libros Igloo (Renacimiento, 2011. XIV Premio Surcos), Un lugar en el que nunca he escrito (Renacimiento, 2013), Libro de las invitaciones (Baile del sol, 2013), Las dimensiones del teatro (La Isla de Siltolá, 2015) y la plaquette Ahora el que se va soy yo (4 de agosto, Colección Planeta Clandestino, 2014). Escribe crítica y artículos para suplementos como ElCuaderno y Pérgola, y en revistas como Quimera.
Jordi Doce
Jordi Doce (Gijón, 1967) es poeta, crítico y traductor. Doctor en letras por la Universidad inglesa de Sheffield. Traductor, ha publicado los poemarios Lección de permanencia (Pre-Textos, 2000), Otras lunas (XXVIII Premio de Poesía Ciudad de Burgos; DVD, 2002) y Gran angular (DVD, 2005). En prosa ha publicado Hormigas blancas (Bartleby, 2005), Imán y desafío (V Premio de Ensayo Casa de América; Península, 2005), Curvas de nivel y Perros en la Playa (La Oficina, 2011).
Gabriel Insausti
Nacido en San Sebastián en 1969, poeta, traductor y profesor de literatura. Es Doctor en Filología Hispánica y en Filología Inglesa. Desempeña su labor docente en el departamento de Literatura hispánica y Teoría de la literatura de la Universidad de Navarra. En el género aforístico, la editorial Renacimiento de Sevilla acaba de publicar Preámbulos, donde se recopila una buena parte de su quehacer en este campo.
León Molina
El autor, nacido en Cuba y residente en Albacete, ha publicado su primer libro de aforismos en 2015, Mapa de ninguna parte, el cual ha sido saludado por la critica como uno de los hitos del género en castellano de los últimos años. Aparte, es dueño de un hondo decir poético, plasmado en títulos como Llegar o El taller del arquero.
Carmen Camacho
Joven autora dotada de una inventiva fértil y provocadora, Camacho es conocida, aparte de por sus originalísimos aforismos y contraaforismos, por su labor didáctica y docente (organiza talleres de creación de aforismos con regularidad) y por su vocación dinamizadora de todo tipo de eventos literarios y culturales.
Elías Moro
Moro, que actualmente reside en la ciudad extremeña de Mérida, es poeta y narrador, aparte de prolífico aforista. Su libro El juego de la taba lo dio a conocer al público lector del género más breve, y en 2015 ha publicado Algo que perder, con el que confirma su don natural para la expresión rápida y concisa.
José Luis Morante
Morante, cuya obra poética ha mericido el Premio Luis Cernuda, el Internacional de Poesía San Juan de la Cruz, o el Hermanos Argensola. Ha publicado varios libros de poesía y ensayo literario. Es responsable del blog Puentes de Papel. En el género aforístico, escribió Mejores días y acaban de aparecer sus Motivos personales (2015).
Mario Pérez Antolín
De uno de los libros de Pérez Antolín dijo Eugenio Trías que "está lleno de chispazos de inteligencia y sabiduría que acreditan el oficio del que escribe". Victoria Camps, por su parte, elogio de él que "muestra con su escritura que el pensamiento es capaz de emocionar al dejar de ser ese discurso árido que sólo sabe enlazar abstracciones y nos distancia del mundo".
Manuel Neila
Neila es poeta, crítico literario y traductor. Su interés por las “formas breves", en general, y por el aforismo, en particular, se viene materializando en libros como El silencio roto, Pensamientos de intemperie (que incluye una selección de los cuadernos El silencio roto, Palabras en vilo, La voz desnuda, Juicios en alarde) y Pensamientos desmandados, que acaba de aparecer en Ediciones de La Isla de Siltolá.
Aforistas españoles vivos
Como un suculento y nutricio menú degustación ha sido mi lectura de este Aforistas españoles vivos que Libros al Albur ha puesto al alcance de los lectores aficionados al género. Un espléndido menú de once platos sabiamente combinados en los que, en variadas dosis y tiempos de cocción, y picando de aquí de y de allá, se paladean todos los sabores conocidos, si bien, al menos para quien esto suscribe y acaso producto de los tiempos que corren, lo ácido y lo amargo se llevan la palma.
De los aforismos de Lichtenberg, que tradicionalmente han conocido una excelente acogida en el mercado editorial español, existen tres ediciones distintas, publicadas por Edhasa, Cátedra y Fondo de Cultura Económica. Este volumen publicado por Hermida Editores, el primero de la obra completa que ahora se publica en traducción de Carlos Fortea y prólogo de Jaime Fernández, recoge los tres primeros cuadernos según la edición canónica publicada en alemán, con lo cual nos encontramos ante una novedad de importancia dentro del género en español.
Ilusión y verdad del arte, de Nietzsche
Ilusión y verdad del arte es una antología de pensamientos de Friedrich Nietzsche en torno al tema de la ilusión y la autenticidad en el arte. Escogidos, traducidos y prologados por Miguel Catalán, dan una visión panorámica de las ideas del filósofo alemán sobre la función y el sentido del arte en la vida humana. Aunque el orden de los textos es temático y no temporal, por estas páginas van pasando ante los ojos del lector las distintas fases del pensamiento de Nietzsche hasta los casi desconocidos fragmentos póstumos.
Reflexiones del señor Z. no es un libro de aforismos, en el sentido clásico del término: sus 259 textos, más o menos breves todos ellos, encajan mal con la aspiración más o menos moral, más o menos sapiencial, del lapidario género más breve. Aquí, unos llevan a otros, como cuentas distintas de un mismo collar. Reflexiones del señor Z. tampoco es un libro de microrrelatos, entendidos como lentejuelas narrativas que brillan un momento, cuando incide sobre ellas la luz de la lectura, y luego se apaga. En este caso, la luz rebota y va dando saltos, sin encontrar un posadero al final.
La ventana invertida, del filósofo y mago Miguel Catalán, no es su primer libro. Ni es el primer libro suyo que leo. A Catalán, como a mí, le gusta lo breve. Seguramente, al igual que yo, lo ha leído todo. Sin duda es un lector exhaustivo, pero se queda con lo nuclear, lo contundente, lo esencial. Y todo ello le inspira lo propio. Esta “ventada invertida” lo presupone. Se nota que tiene un gran dominio de la concisión, al menos para expresar sus pensamientos por escrito. Y yo se lo agradezco profundamente. Esta ventana suya nos ofrece las reflexiones que se hace a sí mismo sobre su entorno más interno y externo.